No hagas que tu esposa se humille
04/03/2010| IslamWeb
Todo ser humano necesita sentirse apreciado y amado, y recibir dicho amor expresado de muchas diferentes maneras y en múltiples situaciones. No hay nada más hermoso o placentero que una palabra de amor entre los cónyuges cuyos corazones han sido unidos por Al-lah Todopoderoso en un matrimonio lícito, Permitiendo así que sean suficientes el uno para el otro y que llenen el vacío del cónyuge. Si el marido descuida a su esposa y no trata de responder a sus emociones, entonces habrá problemas. Sería un desastre si otro hombre nota dicho vacio y trata de llenarlo de manera ilegal.
La sociedad justifica al hombre que toma una segunda esposa diciendo que tal vez la primera no pudo satisfacer las necesidades del marido; pero debemos preguntarnos qué es lo que haría la esposa que no recibe aprecio y amor de su esposo. Este es un mensaje para todos los esposos que creen que el amor es un signo de debilidad, el aprecio de la esposa una imprudencia y los cumplidos una pérdida de tiempo.
Quejas femeninas
Jadiyah ‘Abdul-lah, empleada, dice: “Mi esposo deja de hablarme por días enteros, si bien vivimos con nuestros familiares; todos se dan cuenta de que les dirige la palabra a todos menos a mí. Siempre me acusa de ser cochina y descuidada en el hogar. Trabajo más de medio día y vuelvo cansada a casa. Él no me ayuda en nada y todo mi salario es para la familia.”
Umaimah ‘Abid, maestra, dice: “Me casé con cuando él era aun un estudiante. Yo trabajaba para apoyarlo y a sus hermanas. En cuanto encontró un trabajo me dejó y se fue al extranjero, en donde se casó con una enfermera. Solamente me da cantidades simbólicas de su tiempo y dinero; y la relación entre nosotros apenas pende de un hilo. ¿En dónde están el aprecio y la gratitud? Y ni que decir del amor.”
Basmah Ahmad, empleada, dice: “Ayudé a mi esposo cuando era un empleado humilde y sin dinero. Le daba dinero para que lo invirtiera como capital en un pequeño proyecto que Al-lah Todopoderoso Ha Bendecido. Al principio, venía y me pedía consejo, y llevábamos una vida feliz. Cuando comenzó a hacer dinero sin embargo, se volvió mezquino, ahora apenas nos da lo mínimo para sobrevivir. Prefiere a sus parientes que a nosotros. También se casó con una segunda esposa. Esto me ha hecho detestar la vida y ver que no hay tal cosa llamada aprecio, y mucho menos amor.”
Por otro lado, Nusaibah ‘Abdur-Rahman, ama de casa, declara: “Mi esposo se preocupa por mis sentimientos, especialmente en frente de su familia, y también me ayuda en la casa y siempre defiende mis derechos. Esto hace que mi amor y aprecio por él crezcan. Es imposible dar lo que no se tiene; yo puedo brindarle amor a mi esposo porque él me ha dado amor.”
Educación inadecuada
El Dr. Ahmad Al ‘Amri, Profesor de Psicología de la Universidad del Cairo, nos dice con respecto a la educación que provoca que los hombres no aprecien a sus esposas lo siguiente:
“El error que los padres cometen al educar a los hijos es que consideran a los varones como superiores y establecen diferencias entre varones y mujeres. Las hijas sirven a los hijos: Los chicos comen y sus hermanas recogen la mesa. El fin de semana, los hijos se levantan tarde, mientras las hijas ayudan a su madre con el quehacer. Los hijos avientan su ropa sucia por donde sea, esperando que sus hermanas la recojan y la pongan en su lugar. Los chicos mandan a sus hermanas y están siendo educados con la idea de que son superiores y de que las mujeres son inferiores.”
“La madre es para los hijos el ejemplo de lo que es una mujer: Cuando el hijo ve que ella no es respetada, se hace a esa idea; por eso cuando crece adapta la misma actitud que tenía con sus hermanas para con su esposa, y así subestima a su mujer. Al educar así a nuestros hijos somos injustos con ellos, con nosotros mismos y con los demás. Cuando los hijos crecen y se convierten en hombres tratan a su esposa de manera ruda y austera, ya que no crecieron en un ambiente de amor y afecto y no aprendieron que no hay nada de malo en expresar amor y aprecio. El chico que crece en una atmosfera de amor y que aprende a demostrar aprecio se sentirá inclinado a demostrar su aprecio y gratitud por todo lo bueno que su esposa haga: Expresará su admiración por un vestido bonito que ella se ponga, y elogiará su esfuerzo. Cuando él haga eso, su mujer se sentirá apreciada y su vida tendrá una mejor calidad.”
El Dr. Yusuf Qasim, Profesor de Shari’ah (Jurisprudencia Islámica) de la Universidad del Cairo, nos habla sobre el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y su trato con sus esposas, que Al-lah Esté complacido con ellas, así como del aprecio que sentía por ellas. La esposa es el ser humano más cercano al hombre, y por lo tanto se le debe de tratar con generosidad. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, dijo: “Los mejores de entre vosotros son aquellos que tratan mejor a sus esposas.”Anas ibn Malik, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Le serví al Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, por diez años, y nunca expresó desdén o descontento ni me preguntó por qué hacía esto o por qué no hacía lo otro.” [Al Bujari, Muslim] Si esta era la manera en que el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, trataba a su sirviente, entonces ¿cómo trataba a sus esposas?
Hay muchas situaciones en las que el cuidado del Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, por sus esposas quedó de manifiesto. Cuando sus esposas se ponían celosas de la gran belleza de Safiyyah bint Huyayy, que Al-lah Esté complacido con ella, y se burlaban del hecho de que era hija de un judío, el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, consolaba a Safiyyah diciéndole: “Contéstales que eres la esposa de un profeta y que tu padre fue un profeta, y tu tío fue un profeta.” Con esto se refería por supuesto a los profetas Moisés y Aarón, la paz sea con ellos. Si una de sus esposas se molestaba con alguna otra, favorecía a la que tenía la razón. Cuando ‘Ai’shah rompió una vez un utensilio de Hafsah, que Al-lah Esté complacido con ellas, el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, le ordenó reponérselo. Incluso en sus últimos días en cama les pidió permiso a sus esposas para ser atendido por ‘Ai’shah, que Al-lah Esté complacido con ella, en su casa. Esta es la manera en que el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, trataba a sus esposas, y todo musulmán debe tratar de imitar este comportamiento porque él, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, es el mejor de los ejemplos para los creyentes. En nuestra fe, una buena palabra se considera como caridad, y la esposa es la persona que más se merece la caridad de su marido.
Resumen
Nunca ponga a su esposa en una de las siguientes situaciones:
· La esposa se esfuerza por preparar una comida exquisita para su marido, esperando que este le diga “gracias”; en vez de eso, él le dice: “Mi madre cocina mejor que tu.”
· La esposa se arregla para esperar a su esposo, pero cuando él llega a casa actúa como si no hubiera notado nada especial y se rehúsa a hacerle algún cumplido.
· El esposo humilla a su mujer frente a su familia y habla de ella de manera despectiva.
· El esposo nunca le obsequia a su mujer una palabra de amor o elogio.