Batalla Banu Qainuqa‘ (Parte 1)

08/12/2010| IslamWeb

Az-Zuhri, que Al-lah le dé Su perdón, dijo que esta Gazwah se llevó a cabo en el segundo año de Al Hiyrah (Hégira) y Al Waqidi e Ibn Sa‘d, que Al-lah les dé Su perdón, dijeron que sucedió el sábado, el 15 de Shawwal del segundo año de Al Hiyrah.

La mayoría de quienes escribieron acerca de Al Gazawat “Batallas” del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y su Sirah, están de acuerdo en que sucedió después de la batalla de Bader.
Los judíos de Banu Qainuqa‘ no cumplieron el pacto hecho entre ellos y el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y tampoco respetaron sus compromisos determinados por él, adoptando una postura hostil contra el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y los musulmanes, evidenciando su ira y su envidia al ver que los musulmanes habían triunfado.
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, los reunió en su mercado en Medina, donde les aconsejó y los invitó al Islam, advirtiéndoles que sufrirían el mismo destino que tuvo Quraish en la batalla de Bader. Sin embargo, confrontaron al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, con desafíos y amenazas siendo que lo que debían hacer era cumplir los artículos del pacto que los sometió al mando del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Lo enfrentaron diciendo: “¡Oh Muhammad! No te sientas orgulloso por haber matado a un grupo de Quraish que era inexperto y no sabía cómo luchar. Si nos combates, sabrás que somos buenos luchadores y que nunca has enfrentado a nadie como nosotros.”
Y de esa manera, la crisis empezó a empeorar ya que su respuesta no contenía ninguna señal de compromiso y respeto y ellos, en cambio, mostraron un espíritu hostil, de  desafío, orgullo y preparación para la guerra. Por eso Al-lah, el Altísimo, Reveló la aleya en la que Dice (lo que se interpreta así en español): {Di a los incrédulos: Seréis vencidos y congregados en el Infierno. ¡Qué pésima morada! Tuvisteis un signo claro en los dos grupos que se enfrentaron [en la batalla de Bader]; uno combatía por la causa de Al-lah y el otro era de incrédulos. El grupo de incrédulos creyó a simple vista que el grupo de creyentes les doblaba en número. Al-lah Fortalece con Su Auxilio a quien Él Quiere. Por cierto que en ello hay una lección para los sensatos.} [Corán 3:12-13].
  1. Las causas directas de Al Gazwah:
Cuando los musulmanes triunfaron en Bader, y el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo lo antes mencionado a los judíos. Los Banu Qainuqa‘ tuvieron la intención oculta de romper el pacto que tenían con los musulmanes, y esperaron la ocasión más oportuna para confrontarse con los musulmanes hasta que la encontraron cuando una mujer de los musulmanes trajo unos artículos suyos y los vendió en el mercado de Banu Qainuqa‘. Luego se sentó en una orfebrería, donde comenzaron a persuadirle a que se destapara su cara, pero ella lo rechazó. Así fue que el orfebre ató el borde de su ropa a su espalda y, cuando se levantó, su ‘Awrah (la partes del cuerpo que se deben cubrir) quedó descubierta.
Se burlaron de ella, y ella gritó. Luego un hombre de los musulmanes saltó sobre el orfebre, que era judío, y lo mató. Los judíos al ver lo que estaba pasando atacaron y mataron al musulmán. Entonces, la familia del musulmán muerto pidió el socorro de los musulmanes para vengarse de los judíos. De este modo, los musulmanes se enfadaron y combatieron con Banu Qainuqa‘.
Y cuando el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo supo se dirigió a ellos con un ejército de Al Muhayirun y Al Ansar, que Al-lah esté complacido con ellos, el sábado, el 15 de Shawwal del segundo año de Al Hiyrah, y quien llevaba la bandera de los musulmanes en aquel día era Hamzah ibn ‘Abdul Muttalib, que Al-lah esté complacido con él. Y el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nombró a Abu Lubabah ibn ‘Abd Al Munzir Al ‘Umari, que se llamaba Bashir, como su representante en Medina. Y cuando el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, marchó hacia ellos, rompió el pacto como Al-lah, el Altísimo, le Ordenó en la aleya (que se interpreta así en español): {Y cuando sepas de la traición de un pueblo [con el que hayas realizado un pacto de cese de hostilidades], hazles saber que rompes el pacto igual que ellos. Por cierto que Al-lah no Ama a los traidores.} [Corán 8:58].
 2- El sitio
Cuando los judíos supieron de su venida se quedaron encerrados en sus fortalezas. Por lo tanto, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, los sitió durante quince noches –como Ibn Hisham, que Al-lah le dé Su perdón, mencionó–. El asedio duró hasta que Al-lah hizo que el temor se apoderara de sus corazones, de modo que se vieron obligados a rendirse a la orden del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, los sorprendió sitiándolos; los hizo confundirse y quedar perplejos después de cortarles cualquier suministro de ayuda y paralizar su movimiento. Así, quedaron como en una cárcel, lo que los hizo desesperarse de la resistencia y los impacientó. Así pues, después de que amenazaban al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, diciendo que eran un pueblo diferente a los idólatras de Quraish en cuanto a su fuerza, se encontraron a sí mismos obligados a obedecer al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Él ordenó atarlos con cuerdas y el Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, encargó a Al Mundhir ibn Qudamah As-Sulami Al Awsi de esta tarea.
  1. El destino de los judíos de Banu Qainuqa‘:
Ibn Salul, el líder de los hipócritas, intentó liberar a sus aliados; cuando pasó cerca de ellos dijo: soltadlos. Pero, Al Mundhir dijo: ¿Liberaréis a unos presos que han sido capturados por el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam? Juro por Al-lah que si alguien los libera, lo mataré.
Por ende, ‘Abdul-lah ibn Ubai ibn Salul se vio obligado a retroceder y acudió a pedir el permiso del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, para desatarlos. Fue al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le dijo: ¡Oh Muhammad! Juzga con la justicia a mis aliados”. Y eran aliados de Al Jazray. Pero el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, no le respondió, así que repitió otra vez: ¡Oh Muhammad! Juzga con justicia a mis aliados. Pero el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se alejó de él. Por consiguiente, Ibn Ubai introdujo su mano en el borde de la armadura del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, así que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: “Déjame”. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se enfadó mucho hasta que su cara se oscureció de la ira.
Luego dijo: “¡Ay de ti! Déjame”. Pero le dijo: “No, por Al-lah no te dejaré hasta que juzgues bien a mis aliados: cuatrocientos hombres sin armadura y trescientos con armaduras  me protegieron del mal de los enemigos. ¿Cómo puedes matarlos en una sola mañana? Por Al-lah soy un hombre que teme las malas consecuencias de los actos.
Entonces, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: “Son para ti”. Les liberó y ordenó expulsarlos. Luego, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y los musulmanes tomaron todo lo que tenían de dinero como botín. Muhammad ibn Maslamah, que Al-lah esté complacido con él, fue el responsable de recaudar sus bienes y contarlos.
Por otra parte, Ibn Ubai ibn Salul intentó nuevamente hablar con el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sobre el tema de los judíos de Banu Qainuqa‘ para que los dejase permanecer en sus casas, pero encontró a ‘Uwaim ibn Sa‘idah Al Ansari Al Awsi, que Al-lah esté complacido con él, ante la puerta del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quien le impidió la entrada diciéndole: “No entrarás hasta que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, te lo permita”. Pero Ibn Ubai le empujó y ‘Uwaim se lo impidió a la fuerza hasta que la cara de Ibn Ubai se golpeó contra la pared y sangró por el golpe.
Y aparece en esta noticia la inteligencia del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, al tratar con Ibn Salul, cuando aceptó su petición esperando que esta situación purificara su corazón y le guiara. Así pues, le dijo: “Son para ti;” esperando que quienes seguían a Ibn Ubai se volvieran rectos como consecuencia de su propia reforma, y así las filas de los musulmanes llegaran a ganar cohesión y no se afectaran por las intrigas de los enemigos del Islam.
Asimismo, hay otra implicancia en su comportamiento, ya que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, así evitó la ocurrencia de una tentación en la sociedad de los creyentes como algunos de Al Ansar, que Al-lah esté complacido con él, eran nuevos musulmanes y se temía que el líder de los hipócritas, ‘Abdul-lah ibn Ubai, influyera en ellos por su gran fama entre ellos. Por ende, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le trató con suavidad y paciencia, a pesar de sus mal proceder, para evitar las tentaciones y mostrar la realidad de este hombre a través de sus propias actitudes y comportamiento a quienes lo ignoraban, de modo que toda la gente se alejara de él y no tuviera compasión por él.
Este método tuvo un gran éxito, ya que la realidad de Ibn Salul se mostró ante toda la gente e incluso ante los más cercanos a él; entre ellos, su hijo ‘Abdul-lah. Por consiguiente, después de este suceso cuando hablaba, le hacían callar y se molestaban de lo que decía, e incluso quisieron matarlo como se mencionará adelante si Al-lah Quiere.
  1. ‘Ubadah ibn As-Samit, que Al-lah esté complacido con él, se desentendió de ellos
Cuando Banu Qainuqa‘ violó el pacto, ‘Ubadah ibn As-Samit, que Al-lah esté complacido con él, miembro de Banu ‘Awf, que tenían parte en la alianza de Banu Qainuqa‘ al igual que ‘Abdul-lah ibn Ubai, fue al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, confesando que ya no tenía trato alguno con ellos, declarando a Al-lah, Majestuoso y Poderoso, y a Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que estaba libre de su alianza y dijo: “¡Oh Mensajero de Al-lah! Juro lealtad a Al-lah y Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y los creyentes y me disocio de estos idólatras y de ampararlos”.
Y cuando se decidió expulsar a Banu Qainuqa‘; el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ordenó a ‘Ubadah ibn As-Samit, que Al-lah esté complacido con él, que les desterrara.
Los Banu Qainuqa‘ dijeron: “¡Oh Abu Al Walid! ¡De entre Al Aws y Al Jazray tú serás el único que hará esto con nosotros, aunque somos tus aliados! ‘Ubadah, que Al-lah esté complacido con él, les respondió: “Cuando luchasteis (contra los musulmanes), fui al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le dije: “¡Oh Mensajero de Al-lah! Soy inocente de ellos y de su alianza”.
Cabe mencionar que Ibn Ubai y ‘Ubadah ibn ibn As-Samit, que Al-lah esté complacido con él, tenían el mismo prestigio en la alianza. ‘Abdul-lah ibn Ubai le dijo: ¿Abandonaste la alianza de tus coligados? ­­ ¿Es tu recompensa para ellos? mencionando algunas situaciones en las cuales tuvieron posturas favorables. Entonces, ‘Ubadah, que Al-lah esté complacido con él, dijo: ¡Oh Abu Al Hubab! Los corazones cambiaron y el Islam eliminó los previos pactos; por Al-lah, estás aferrándote a una alianza que mañana veremos que es corrupta.
Los Banu Qainuqa‘ dijeron: ¡Oh Muhammad! La gente [se refieren a Al Ansar] nos deben unas deudas. Pues, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Quien quiere recuperar su deuda, puede reclamarla durante el plazo dado a vosotros antes del destierro, y quien no, que exima al deudor de esta deuda”. ‘Ubadah, que Al-lah esté complacido con él, emprendió el proceso de la expatriación, y ellos pidieron alargar el plazo, pero les dijo: “Ni una hora más, solamente tenéis un plazo de tres noches y nada más; ésta es la orden del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y aun si me incumbiera a mí, no os alargaría el plazo”. Después de pasar tres noches, salió detrás de ellos hasta que se dirigieron a Ash-Sham y les decía: “No os detengáis sino sobre la colina más lejana”. Sólo se regresó cuando ellos entraron en Adhri‘at.
Así, los Banu Qainuqa‘ salieron despreciados y desarmados de Medina, dejando sus bienes como botín para los musulmanes, a pesar de que los judíos antes fueron conocidos en Medina como los más fuertes, valientes, numerosos y los que más armas de guerra tenían. Por eso, las otras tribus judías guardaron silencio y permanecieron tranquilas por un tiempo después de este castigo, y el terror se apoderó de sus corazones y quedaron sometidas a la ley.
 

Batalla Banu Qainuqa‘ (Parte 2)

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