Los prodigios de Ramadلn (Parte 1)

02/07/2012| IslamWeb

 Una de las grandes señales de la tolerancia del Islam están en las palabras de Al-lah, el Todopoderoso (que se interpretan en español): {No está permitido forzar a nadie a creer.} [Corán 2:256] Este versículo es mencionado después del versículo de Al Kursi (El Trono) [Corán 2:255], el versículo más largo del Corán, para indicar que esta gran religión no necesita obligar a la gente a aceptarla. De hecho, recurrir a la coacción probaría una deficiencia en la religión. Por el contrario, la religión del Islam prevalecerá por sobre todas las religiones, incluso en contra de la voluntad de los incrédulos. Como se menciona en el versículo Al Kursi, Al-lah, Glorificado sea, es descrito por Su perfección absoluta, y es fácil para Él embellecer esta religión con milagros maravillosos que cautiven los corazones y las mentes de la gente y hagan que las almas se rindan a sus pruebas contundentes. Es como dice Al-lah, el Todopoderoso: No obliguen a nadie a abrazar el Islam. Lo que debes hacer, sin embargo, es quitar los velos que impiden ver la luz de sus pruebas claras.

Alguien que se convirtió al Islam me relató su historia y dijo que el mes de Ramadán fue la razón de su conversión. Me dijo que vio a los musulmanes en su villa levantando sus rostros hacia el cielo, cuando el mes anterior a Ramadán terminaba, como si estuvieran esperando una señal del Creador del universo sobre ellos para así iniciar algo. Cuando ellos veían la luna creciente, se ponían muy contentos, como si se les hubiera dado una muy buena noticia. Él no esperaba que la razón detrás de su alegría desbordante fuera que se abstendrían de sus deseos durante el día por todo un mes. Los seres humanos luchan unos contra otros y desatan guerras por estos deseos, lo que destruye a millones. Ellos son felices porque van a dedicar sus noches a la oración y la adoración. Esta señal cautivó su corazón, de modo que decidió ayunar con ellos, incluso sin saber nada del Islam ni profesar los dos testimonios de fe. Se abstuvo de comer, beber y tener relaciones sexuales desde el amanecer hasta el ocaso, junto con los musulmanes. También realizó con ellos la oración nocturna voluntaria (Tarawih). Se levantó, se inclinó y se postró tal y como ellos lo hacían, pero sin decir nada. Experimentó una sensación extraña de comodidad y un estado sin precedentes de tranquilidad dentro de sí. Cuando estaba a mediados del mes, el Imam (líder religioso) notó que él era un extraño y preguntó por él. Quedó atónico cuando escuchó su historia, y llamó a la gente para que escuchara a ese hombre. Habiendo escuchado su historia, le enseñó sobre el Islam y él declaró los dos testimonios de fe. Entonces, ellos comenzaron a gritar diciendo: ¡Al-lahu Akbar! (Al-lah es el Más Grande); y como él había abrazado el Islam a causa de Ramadán, lo llamaron con el mismo nombre: Ramadán.

He aquí otro milagro maravilloso de Al-lah, el Altísimo, durante Ramadán: si todos los filósofos y pensadores de la humanidad se reunieran y ofrecieran suficiente oro como para llenar toda la tierra, para que una sexta parte de sus habitantes evitara seguir sus deseos, renunciando a los placeres de la vida mundana, fracasarían miserablemente. Ellos no podrían lograr lo que esta gran religión ha logrado con éxito: enfocar a la gente sólo en sus almas con el estómago vacío, para llevarlos del mundo del materialismo hacia una sublimidad moral, no sólo por un día, sino durante un mes completo. Describiendo este estado de sublimidad moral, Al-Bujari, que Al-lah lo tenga el Su misericordia, reportó en la autoridad de Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, que el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “De aquel que no abandona las calumnias y actuar según ellas, así como los actos insensatos, Al-lah no necesita que deje de comer y beber”.

Durante un mes completo cada año, la preocupación por el corazón de uno reemplaza la preocupación por su estómago. Así –y Al-lah sabe más– Al-lah, el Todopoderoso, ha prescrito el ayuno durante el día, no durante la noche, para aclarar esto abiertamente frente a la gente durante el día y la noche. Esto no es nada menos que un milagro maravilloso.

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