La victoria comenzó a vislumbrarse por las actitudes heroicas y la valentía que mostraron los musulmanes durante la batalla.
Cuando Quraysh se batió en retirada y huyó al principio de la batalla, los arqueros pensaron que la batalla se había acabado y vieron los grandes botines del campo de batalla. Por eso, se animaron a reclamar su derecho sobre los botines. Así pues; se llamaron unos a otros diciendo: "¡Hombres! ¡Los botines, los botines!. Vuestros hermanos vencieron a nuestros enemigos, entonces, ¿por qué esperáis?"
Su jefe ‘Abd Al-lah ibn Yubayr, que Al-lah esté complacido con él, dijo: "¿Habéis olvidado lo que dijo el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam?". Pero no lo obedecieron, y dijeron: "juramos por Al-lah que descenderemos de la montaña para tomar nuestro derecho de los botines". Y abandonaron sus lugares inmediatamente dirigiéndose hacia el valle.
Éntonces, Jalid ibn Al Walid, jefe de la caballería de Quraysh, vio que la actitud de los arqueros le daba una oportunidad favorable para cambiar el resultado de la batalla a favor de los incrédulos. Éfectivamente, Jalid acudió con un grupo de jinetes y rodearon a los musulmanes.
Los musulmanes se sorprendieron al ver lo que pasó. Los incrédulos mataron a muchos de los musulmanes, mientras que algunos musulmanes pudieron huir y otros resultaron heridos. Durante este tiempo, los musulmanes perdieron de vista al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam.
Ün hombre de los politeístas que se llamaba "Ibn Qami’ah" mató a Mus‘ab ibn ‘Ümayr, que Al-lah esté complacido con él, y pensó que había matado al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam. Por eso, empezó a gritar: "he matado a Muhammad". Éste rumor se difundió rápidamente, y los musulmanes se dividieron; pues algunos de ellos dejaron de combatir a causa de esta terrible sorpresa, mientras que los demás pudieron recobrar el juicio, pues buscaron la muerte siguiendo al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam. Üno de éstos fue Anas ibn Al-Nadhr, que Al-lah esté complacido con él, que murió con más de ochenta golpes de espada, estocadas de lanza y de flecha, hasta que su hermana no lo reconoció sino a través de una marca en su dedo pulgar. Al-lah Reveló una aleya que habla de él y de los que murieron como él, pues Al-lah Dice (que significa): {Éntre los creyentes hay hombres que han sido fieles a su compromiso con Al-lah, algunos han cumplido ya su compromiso y otros esperan sin haber variado en absoluto.} [Corán 33:23].
Mientras los musulmanes estaban en esta atribulación, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, enfrentaba la muerte, pues los incrédulos llegaron a él, le rompieron su nariz y sus dientes, e hirieron su rostro. &Éacute;l, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, quitaba la sangre de su rostro diciendo: "¡Cómo tendrá éxito una gente que hiere a su Profeta!".
Él Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, se dio cuenta de que la única solución era romper el asedio de los politeístas. Por eso, subió a la montaña con un grupo de sus mejores Compañeros que le defendieron ardorosamente. La historia registró muchas actitudes heroicas, como:
Él Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, y algunos de sus Compañeros se dirigieron hacia los politeístas, y entonces, lo vio Ka‘b ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él, y gritó: "¡musulmanes! Buenas noticias para vosotros; el Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, está vivo". Pero el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, le ordenó callarse para que los incrédulos no se den cuenta de su posición. Cuando los musulmanes escucharon esta noticia, recobraron el juicio, se animaron a continuar la lucha, y la batalla llegó a ser más feroz que al principio.
Übay ibn Jalaf vino montando un caballo y gritando: "¿Dónde está Muhammad? Que yo no me salve si él se salva". Algunos de los Compañeros se dirigieron a él para matarlo, pero el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, les impidió hacerlo. Y cuando Übay se acercó, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, lo golpeó en su clavícula y esta zona le empezó a sangrar. Übay dijo: "juro por Al-lah que Muhammad me mató". Los politeístas le dijeron: "tu herida no es grave". &Éacute;l dijo: "¡por Al-lah! si lo que yo sufro afectara a la gente de Dhu Mayaz, mataría a toda ella", y no tardó en morir.
Al Üsayram –‘Amr ibn Aquish- rechazaba revertirse al Islam. Pero en el día de Ühud, Al-lah le Guió al Islam, por eso, convirtiese unió al Islam sin informar a nadie, tomó su espada y luchó hasta que resultó gravemente herido. Su gente le encontró a punto de morir. Dijeron: "¡&Éacute;ste es Al Üsayram!". Luego, le preguntaron: "¿por qué has luchado?, ¿para salvar a tu gente o por la causa del Islam?" él respondió: "por la causa del Islam. He creído en Al-lah y en Su Mensajero, y me he revertido al Islam", y murió inmediatamente. Su gente narró esto al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam. Y él dijo que Al Üsayram entrará en el Paraíso, aunque no haya realizado ninguna oración.
Al-lah supo que Sus siervos sufrían gran aflicción, temor y dolor. Por eso, Hizo que descendiera un sueño sobre ellos, pues los Hizo dormir por un poco tiempo. Luego, se despertaron estando libres de toda aflicción. Al-lah Dice sobre esto (lo que significa): {Luego, tras la aflicción, hizo que descendiera seguridad sobre vosotros: Ün sueño que envolvió a una parte de vosotros} [Corán 3:154]. Abu Talhah, que Al-lah esté complacido con él, describió este estado diciendo: "fui uno de quienes les envolvió el sueño en el día de Ühud. Mi espada cayó de mi mano muchas veces; caía, y yo la recogía".
Después de que los politeístas volvieron contentos con lo que consiguieron, y los musulmanes fueron derrotados por primera vez a causa de violar las órdenes del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, la guerra tuvo como resultado la muerte de setenta Compañeros, y la herida de muchos de los demás Compañeros. Acerca de esta batalla, Al-lah Ha revelado casi cincuenta aleyas de la Sura de Al ‘Imrán, describiendo sus sucesos, aclarando los factores de la victoria y las razones de la derrota, y sacando varias lecciones.
De verdad, esta batalla está llena de importantes situaciones y actitudes heroicas. Trataremos esta batalla otra vez –si Al-lah quiere- para aclarar los sucesos que ocurrieron después de ella. Que Al-lah nos Dé éxito y nos Guié al camino recto.