Reflexión sobre las bendiciones otorgadas por Al-lah - II

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Al-lah nos ha dado muchas bendiciones


 Son muchas las bendiciones de Al-lah, no importa hacia dónde miremos para buscarlas, están en todos lados; pero la mayoría de la gente no lo sabe. Incluso hay quienes niegan estas bendiciones y dádivas de Al-lah por ignorancia o testarudez, sin evidencia alguna. A estas personas, Al-lah les responde en el Corán, haciéndoles preguntas cuyas respuestas &Éacute;l conoce, mencionando una por una las diferentes bendiciones que les dio y les da. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {¿Acaso Quien creó los cielos y la Tierra e hizo descender para vosotros agua del cielo, con lo cual hace surgir jardines espléndidos cuyos árboles no hubierais podido hacer brotar vosotros, [puede equipararse a quien no es capaz de crear nada de eso]? ¿Acaso puede haber otra divinidad junto con Al-lah? Realmente son desviados ¿Acaso Quien hizo de la Tierra un lugar firme, dispuso en ella los ríos, fijó las montañas y puso entre los dos mares una barrera [puede equipararse a quien no es capaz de crear nada de eso]? ¿Acaso puede haber otra divinidad junto con Al-lah? Realmente que la mayoría no saben lo que hacen.} [Corán 27: 60-61]

Debemos ser agradecidos con Al-lah por sus bendiciones

Las bendiciones y dádivas de Al-lah son muchas y grandiosas. Todos estamos seguros de esto; pero, ¿dónde está el Shukur, dónde está el agradecimiento? Él ser humano es una criatura extraña: le puede agradecer a todo el mundo, pero a Al-lah no le quiere agradecer. Y la realidad es que, por más que nos esforcemos, no podemos agradecerle realmente a Al-lah por todas sus bendiciones. Tomemos como ejemplo una de las bendiciones más simples: el poder expulsar los residuos de los líquidos y alimentos que introducimos en nuestro cuerpo y que no nos aportan ningún beneficio. Imaginémonos que no pudiéramos expulsar esos elementos, nos desesperaríamos y estaríamos más que dispuestos a entregar todo lo que poseemos para poder hacerlo.

No es de extrañarnos, entonces, que el Profeta Muhammad, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, era el mejor de los agradecidos: agradecía a Al-lah en toda ocasión; cuando vestía ropa nueva o cuando vestía ropa vieja, no se sentaba a comer sin antes hacer una plegaria de agradecimiento a Al-lah, etc. Tomemos como ejemplo la famosa plegaria del arrepentimiento (Du’a Al-Istigfar), donde el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, nos enseña a decir: “Oh Al-lah, Tú eres mi Señor, no hay Dios salvo Tú; me has creado y yo soy Tu siervo. Mantengo mi pacto y promesa Contigo de la mejor manera que puedo. Én Ti me refugio del mal que haya cometido. Reconozco Tus gracias para conmigo y reconozco mis pecados. Perdóname, porque ciertamente nadie perdona los pecados sino Tú”. Él Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, no cometía pecados; entonces, ¿de qué pecado habla aquí? Se refiere, por supuesto, al pecado de no reconocer las gracias y bendiciones de Al-lah. Imagínense, el Profeta de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, sentía que no había hecho lo suficiente para agradecerle a Al-lah por Sus bondades, de tantas y maravillosas que son. Y nosotros, ¿somos mejores que él?


  Las plegarias de los agradecidos son aceptadas por Al-lah

Las plegarias que salen de un corazón conectado con Al-lah, que le obedece y reconoce sus bendiciones, son aceptadas y respondidas por &Éacute;l. Tenemos el caso del Profeta Sulaiman (Salomón), la paz sea con él, quien le pidió a Al-lah un reino magnífico que nadie haya podido alcanzar antes ni lo pueda hacer después de él. Todos estamos de acuerdo que fue una plegaria grandiosa, y Al-lah se la cumplió. Y no estamos hablando de un reino de tesoros y propiedades, sino de algo más maravilloso: el poder de controlar a los humanos, a los genios (Jinn), a los pájaros y la capacidad de hablar con los animales. Y cuando Sulaiman, la paz sea con él, se percató del verdadero alcance del poder que Al-lah le había dado, cayó postrado y lloró en agradecimiento a Al-lah.

Él conocimiento real de Al-lah fortalece nuestra fe

Queridos hermanos, ¿por qué hemos tocado este tema? Porque el ser humano no podrá adorar a Al-lah como se lo merece si no lo conoce en verdad. La desobediencia es consecuencia de la poca fe, de la fe débil. La fe verdadera, la fe fuerte, es la que está basada en un conocimiento real de Al-lah, en la certeza del corazón que reconoce el inmenso Poder y Gracia de su Creador. Por esto, Al-lah dijo en el Corán, refiriéndose a los incrédulos y desobedientes (lo que se interpreta en español): {No valoraron ni enaltecieron a Allah como merece…} [Corán 6:91]…¿Lo hacemos nosotros?

 

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