La conformidad con la voluntad de Al-lah (Parte 1)

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La verdadera causa del sufrimiento 

Éntre las cosas que nos enseña el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, encontramos que nos muestra la causa de todo sufrimiento, esta es la no aceptación o la inconformidad en todo el sentido de la palabra; pues vemos que ni el rico ni el pobre están conformes; ni el saludable está conforme y tampoco el enfermo. Dice el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que si al hombre se le diera un valle de oro, desearía otro más; y la verdad es que la boca del ser humano no la llenará más que la tierra.
 
És por esto que el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nos dice: “…y sé conforme con lo que Al-lah te ha repartido, así serás el más rico de los hombres…”; el hombre, lastimosamente, no se conforma ni satisface. Reflexionemos sobre las palabras de un hombre piadoso, quien dijo: “He vivido más de cien años, y no he visto nada en esta vida que no disminuya…” Ésto es evidente: la vida disminuye, pues cada que crece la persona su tiempo de vida se acorta; si Al-lah destinó que una persona viviera 100 años y ya ha vivido unos 70, quiere decir que su tiempo ha disminuido y le queda muy poco. La salud, la vista, el oído, todo, absolutamente todo se reduce y acorta; excepto la esperanza y el deseo de vivir y tener más cosas, hasta en los últimos instantes de vida, cuando la muerte ya está encima, la persona desea seguir viviendo. Así, la forma en que el ser humano ve esta vida se asemeja a la actitud que tendrá el Infierno cuando, luego de haber entrado en él todo aquel que merecía el castigo, se le pregunte: “¿Ya te llenaste?”; y él responderá: “¿Hay más?”  
 
Él creyente es feliz porque se conforma con lo que Al-lah le da
 
La visión que tiene el creyente de este mundo es real y clara, podemos ver esto en las enseñanzas que nos dejaron los hombres piadosos. Como ejemplo mencionaremos la historia en la que Omar Ibn al Jatab, que Al-lah esté complacido con él, entró a la habitación del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y vio que dormía en una estera áspera, la cual le dejaba marcas en su rostro; entonces, con toda sorpresa, le dijo: “Tú eres el Profeta de Al-lah, y mírate; mientras que el rey de Persia y Roma, disfrutando de las miles de bendiciones de Al-lah y le son infieles…” Él Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le respondió: “A mí me gusta sufrir hambre un día y alimentarme al otro para agradecerle a Al-lah”. De esta manera, nos da otra gran lección que muchos no tenemos en cuenta: en esta vida nada es seguro, un día somos saludables y al otro enfermos, un día pobres y al otro ricos; puede que uno tenga dinero, pero tenga algún otro problema que no lo deje tranquilo, y así. És por esto que el único que vive feliz en esta vida es el creyente; no porque tenga propiedades, dinero o medios, sino por que se conforma con lo que Al-lah le da, poco o mucho. Y así es que nos describe Al-lah a la gente del paraíso: {…Al-lah se complacerá con ellos y ellos con &Éacute;l…} [Corán 5:119] Éllos se complacieron en esta vida, pues cuando Al-lah les dio dinero, agradecieron; y cuando les faltó, tuvieron paciencia. &Éacute;ste es el verdadero musulmán, quien ve que todo lo que hay en esta vida proviene únicamente de Al-lah. Por eso nos dice el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam: “Él creyente es realmente sorprendente, pues todo asunto para él es bueno: si le llegan momentos de bienestar agradece, y si viene la dificultad tiene paciencia”. A nuestro alrededor tenemos personas que tienen mucho dinero, fama y demás; pero no son felices, pues no han agradecido.
 
Debemos conformarnos con todo lo que venga, menos con nuestra forma de adorar a Al-lah, la cual debemos mejorar constantemente. Éxisten muchos ejemplos, pero por lo menos mencionaremos el de aquel compañero del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que tenía gangrena en una de sus piernas y se la cortaron; él tenia dos hijos, y cuando uno de ellos murió, levantó sus manos y dijo: “Todo el agradecimiento es para ti, oh Al-lah. Me probaste con salud, pero curaste el resto de mi cuerpo; murió uno de mis hijos, pero me dejaste el otro”. Así debemos convencernos que Al-lah, así como te da, también te prueba; todo es por Su voluntad y nada escapa de Su control.
 
 
 

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