Én la tierra de las sonrisas y los buenos modales, Filipinas, las comunidades musulmanas se reúnen en Ramadán para celebrar este mes de unidad y solidaridad.
Sara Benizamani, una filipina convertida al Islam, dice que en Pagasina, su ciudad natal, los musulmanes hacen más que cumplir con el ayuno obligatorio.
"Tratamos de hacer que Ramadán sea una época de llegar a los no musulmanes. Vamos puerta por puerta explicándoles de qué se trata Ramadán", nos informa Sara.
También es un tiempo para recordar a aquellos menos afortunados que nos rodean, y de darle las gracias a Al-lah por sus muchas bendiciones. Las damas se reúnen durante el día para recitar el Noble Corán juntas, y las familias completas asisten a la mezquita para realizar la oración del Tarawih.
"Ramadán en las Filipinas es muy lindo, porque hacemos hasta lo imposible para hacer el Iftar en la mezquita", no dice sonriendo.
"Cuando las personas terminan el trabajo a las 5:00 de la tarde, se dirigen a la mezquita, porque saben que allí encontrarán la mejor compañía espiritual y la más deliciosa comida".
Normalmente, el Iftar consiste en una sopa con fideos y "Adobo", que es un plato hecho de pollo con salsa soya, arroz, macarrones y dulces. "A los filipinos nos fascina comer", dice, "lo cual puede ser malo en algunas situaciones".
Ün problema que Sara enfrenta en Ramadán es la falta de dátiles. "Cuando estoy en Filipinas, les pido a mis amigas árabes que me envíen dátales desde sus países, para que así pueda romper el ayuno de la manera que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía hacerlo".