Ramadán: un entrenamiento tridimensional II

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Pero debemos recordar nuevamente el concepto de entrenamiento. Él elevado estado de conciencia espiritual que ganamos en Ramadán. Ramadán mejora nuestra vida en un nivel tridimensional: cada acción que realizamos se transforma y pasa de ser un hábito (componente físico y mental de lo que hacemos) a ser un acto de adoración, cuando se encuentra bajo la sombra de la espiritualidad. Puede que alguien comente que la espiritualidad siempre tiene ese efecto, sea Ramadán o no, lo cual es verdad; pero en Ramadán, esta espiritualidad es más consciente, deliberada e intensa.

Ya que se trata de un tiempo de crecimiento espiritual e introspección, Ramadán implica una oportunidad formidable de acercarnos más a Al-lah y disfrutar de las muchas bendiciones que lo acompañan. Él ayunador realiza muchos compromisos en este mes, que van desde la recitación y estudio del Corán y el aumento de la caridad, hasta la asistencia regular a la oración del Tarawih, con el objetivo de aprovechar al máximo los beneficios de este mes.
 
A este respecto, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “(Juro) Por Aquel en cuyas manos está mi alma, que el olor que sale de la boca del ayunador es más preciado por Al-lah que la fragancia del más fino Musk (Al-lah Dice acerca del ayunador): `&Éacute;l ha abandonado su comida, bebida y deseos por Mi causa. Él ayuno es para Mí; por lo tanto, Yo lo Recompensaré y la recompensa por las buenas acciones se multiplica por diez’”.[Al Bujari]
 
Además, con Satanás encadenado y las puertas del Paraíso abiertas, la carrera por realizar buenas obras empieza cada Ramadán. Aún así, mientras que la gente se sumerge en este ansiosamente esperado mes de ganancia espiritual, se dan cuenta que viene con su propio set de desafíos. Ciertamente, de la misma manera que nuestra prueba diaria es practicar el Islam mientras que vivimos en este mundo, Ramadán se trata de maximizar nuestra adoración mientras que satisfacemos las demandas de nuestra vida cotidiana.
Así, aparte del ayuno y demás actos de adoración, los deberes deben ser atendidos: debemos asistir al trabajo y las necesidades de nuestros hijos deben ser satisfechas. Para evitar la frustración resultante de nuestra negligencia para con los objetivos que nos planteamos, o de la dificultad causada por abandonar ciertas tareas y rutinas, debemos buscar un camino intermedio. Alcanzar este equilibrio no siempre es fácil, pues implica volver a planear nuestros horarios, poco sueño y un cambio de prioridades.
 

Sin embargo, el resultado sobrepasa al esfuerzo: una sensación de felicidad por haber hecho nuestro mejor esfuerzo para capturar la verdadera esencia de Ramadán. Al-lah, Todopoderoso, Dice (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! Se os prescribió el ayuno, al igual que a quienes os precedieron, para que alcancéis la piedad.} [Corán 2:183]

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