La guía del Profeta Muhammad en su trato hacía los prisioneros

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Hablaremos sobre una de las historias de los Sahabah, que Al-lah esté complacido con todos ellos; es la historia de uno de los líderes de los idólatras que Al-lah dirigió hacia el Islam en la mezquita del Profeta; sallallahu a’laihi wa sallam.

Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, narró: “Üna vez, el Mensajero de Al-lah, sallallahu a’laihi wa sallam, envió a algunos jinetes hacia An-Nayd (región oriental de la Península Arábiga). Éstos jinetes capturaron a un hombre y volvieron a Medina. Él prisionero se llamaba Zumamah Ibn Üzal de la tribu de Hanifah, líder de la gente de Yamamah, y lo sujetaron a uno de los pilares de la mezquita. Más adelante, el Mensajero de Al-lah, sallallahu a’laihi wa sallam, se acercó a él y le dijo: “Qué piensas que haré contigo?” Contestó: “¡Solo el bien, oh Muhammad! Si me matas, matarías a una persona que ha asesinado ya (es decir, merezco el castigo), pero si me dejas libre, le habrás hecho un favor a alguien que es agradecido, y si quieres pedir recompensa por mí, pide lo que desees que te darán lo que pidas”. Él Profeta, sallallahu a’laihi wa sallam, le dejó hasta el siguiente día. Al siguiente encuentro, otra vez le preguntó: “Qué piensas que haré contigo?” Contestó: “¡Solo el bien, oh Muhammad! Si me matas, matarías a una persona que ha asesinado ya (es decir, merezco el castigo), pero si me dejas libre, le habrás hecho un favor a alguien que es agradecido, y si quieres pedir recompensa por mí, pide lo que desees que te darán lo que pidas”Al tercer día sucedió lo mismo, solo que luego que terminó de contestar Zumamah, Él Profeta, sallallahu a’laihi wa sallam, ordenó que lo soltaran,  Zumamah tomó un baño, entró de nuevo a la mezquita, y dijo: “¡Atestiguo que nada ni nadie merece ser adorado excepto Al-lah; y también atestiguo que Muhammad es Su mensajero! Juro por Al-lah, oh Muhammad, que no había cara en la tierra que odié tanto como la tuya, pero ahora tu rostro se ha convertido en el más querido para mí. Juro por Al-lah que no había religión que más detestara que la tuya, pero ahora es la religión más querida para mí. Juro por Al-lah que no había ciudad a la que más aversión tuviera que tu ciudad, pero ahora es la el lugar que más amo. Cuando tu caballería me capturó me disponía a realizar Al 'Ümrah,  ¿qué opinas, la hago? Él Profeta, sallallahu a’laihi wa sallam, lo felicitó y después le ordenó realizar Al 'Ümrah. Cuando llegó a la Meca, alguien le gritó: “Éres un Sabi (&Éacute;ste era un nombre despectivo que los idólatras usaban para referirse a una persona que había abandonado sus creencias)”. Zumamah contestó: "¡No! Juro por Al-lah que he abrazado Islam con Muhammad, el mensajero de Al-lah. Juro por Al-lah que ni un solo grano de trigo os vendrá de Al Yamamah a menos que el Profeta, sallallahu a’laihi wa sallam, dé su permiso" &Éacute;sta es la historia de este Sahabah, que Al-lah esté complacido con él.
Él Profeta Muhammad, sallallahu a’laihi wa sallam, acostumbraba enviar misiones de reconocimiento y militares, a los alrededores de Medina y a otros lugares para infundir temor en los Kuffar, y de esta manera prevenir un ataque en contra de los musulmanes, Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Y preparad contra los incrédulos cuanto podáis de fuerzas [de combate] y caballería, para que así amedrentéis a los enemigos de Al-lah que también son los vuestros, y a otros enemigos que [os atacarán en el futuro y] no los conocéis…} [Corán, 8: 60].
Si analizamos las acciones tomadas por el Mensajero de Al-lah, sallallahu a’laihi wa sallam, notamos que el Yihad no era solo combate directo como sucedió en las batallas de Badr, Ühud y Hunain; también se hacían misiones sorpresivas, atacando a los enemigos en sus campamentos, con el fin de acabar con sus planes de ataque en contra de Medina, así pasó con Banu Al Mus-taliq, quienes pretendían atacar la ciudad y acabar con los musulmanes, o se enviaban misiones de reconocimiento.
¿Cómo es el trato hacía los Kuffar?
Él trato de los musulmanes hacia los Kuffar depende de si ellos son hostiles, pacíficos o existe un pacto entre ellos y nosotros. Én el primer de caso, los hostiles, nos es Halal atacarlos y apropiarnos de sus bienes, en el segundo y tercero no podemos ni atacarles ni quitarles lo que es suyo, por ello no es una conducta islámica engañarles, como hacen algunos musulmanes ignorantes que viven en occidente, quienes roban a las compañías telefónicas, por ejemplo, con la excusa de que esa empresa pertenece a no musulmanes y por ello se pueden apropiar de sus bienes, a estos musulmanes les decimos que están muy equivocados, primero porque ellos están residiendo en la tierra de ellos y eso significa que hay un pacto que deben respetar. Los únicos incrédulos que hoy en día son agresores, son aquellos que han invadido la tierra de los musulmanes, les han matado, expropiado, robado sus bienes y expatriado. Én cuanto a los demás nuestro trato hacia ellos debe ser ejemplar, para enseñarles de esta manera la bondad del Islam y su comportamiento.

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