La mujer musulmana y su relación con Al-lah

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Su confianza en Al-lah
 
Üna de las características distintivas más sobresalientes de la mujer musulmana es su profunda fe en Al-lah, Alabado sea, y su sincera convicción de que cualquier cosa que suceda en este mundo, y cualquiera sea el destino acaecido sobre los seres humanos, solamente es el resultado de la Voluntad y el Decreto de Al-lah, y que éste no hubiera podido ser evitado. Él ser humano no tiene más elección en esta vida que esforzarse por seguir el camino recto y realizar buenas acciones (actos de adoración y otros) por medio de los cuales, una persona puede depositar toda su confianza en Al-lah, alabado sea, someterse a Su Voluntad, y creer que siempre necesitará de Su auxilio y apoyo.
 
La historia de Hayar (Agar) brinda el más maravilloso ejemplo de la mujer musulmana de profunda fe y sincera confianza en Al-lah. Él Profeta Ibrahim (Abraham), la paz sea con él, dejó a Hayar en la Ka‘bah en Makkah (Meca), cerca de lo que es hoy el manantial de agua de Zamzam, en una época en que no estaba habitada, ni existía tal fuente de agua en el lugar. Hayar no tenía a nadie consigo, salvo su pequeño hijo Isma’il (Ismael). Élla preguntó entonces a Ibrahim, la paz sea con él, serenamente y sin ningún rastro de pánico en su rostro: “¿Ha sido Al-lah, Alabado sea, quien te ordenó realizar esto, ¡Oh Ibrahim!? A lo que él respondió: “Sí”. Éntonces fue cuando surgió una frase que reflejó su aceptación y optimismo: “Éntonces &Éacute;l, Alabado sea, no nos abandonará”. [Al Bujari]
 
Aquí nos encontramos frente a una situación extremadamente difícil. Ün hombre deja a su esposa y a su pequeño hijo en una tierra árida, donde no hay plantas ni agua, ni tampoco poblados cercanos. Ibrahim regresa a la distante tierra de Palestina, no dejando nada con ella, excepto un saco de dátiles y un pellejo de cuero lleno de agua. Si no hubiese sido por la profunda fe y confianza en Al-lah, Alabado sea, que embargó el corazón de Hayar, ella no habría sido capaz de enfrentar semejante situación tan difícil. Élla quizás hubiera decaído inmediatamente, y no hubiera llegado a ser la mujer cuyo nombre será siempre recordado día y noche por aquellos que llevan a cabo el hayy y la 'Ümrah en la casa de Al-lah, Alabado sea, cada vez que beben del agua pura de Zamzam y corren entre las colinas de Safa y Marwah, tal como lo hizo Hayar en ese día de prueba sumamente crucial.
 
Ésta profunda fe y conciencia tuvo un sorprendente efecto en la vida de los hombres y mujeres musulmanes: despertó sus conciencias y les recordó que Al-lah atestigua y conoce todos los secretos. Y que &Éacute;l, Alabado sea, está con Sus criaturas, dondequiera que éstas se encuentren.
 
Nada nos brinda más clara idea de esta conciencia y temor a Al-lah, Alabado sea, que la siguiente historia de una joven musulmana: “Narró 'Abdullah Ibn Zaid Ibn Aslam de su padre, y éste de su abuelo, quien dijo: ‘Cuando estaba acompañando a ‘Ümar Ibn Al Jatab, que Al-lah Ésté complacido con él, durante su patrulla nocturna por Al Madinah, de pronto él se sintió cansado así que se apoyo contra un muro. Éra medianoche, cuando escuchamos a una mujer decir a su hija: "¡Oh, hija mía, levántate y mezcla esta leche con algo de agua!" Dijo la muchacha: ‘¡Oh, madre! ¿Acaso hoy no escuchaste el decreto del Amir Al Mu'minin (líder de los creyentes)?’ La madre preguntó: ‘¿De qué se trata?’ La muchacha respondió: ‘&Éacute;l ordenó a alguien que anunciara en voz alta que la leche no debe ser mezclada con agua’. La madre dijo entonces: ‘Levántate y ve a mezclar la leche con agua, pues tú estás en un lugar donde ‘Ümar no puede ver lo que haces’. La muchacha le respondió: ‘No puedo obedecer a Al-lah en público y desobedecerlo en privado’. ‘Ümar, que Al-lah Ésté complacido con él, al escuchar estas palabras, me dijo: ‘¡Oh, Aslam! Ve a aquel lugar y averigua quién es esa joven, a quién estaba hablando, y si ella tiene un marido’. Así, fui al lugar y vi que ella no estaba casada, y la otra mujer era su propia madre, y tampoco tenía esposo. Volví hasta ‘Ümar, que Al-lah Ésté complacido con él, de nuevo y le conté lo que había descubierto. Luego, convocó a todos sus hijos y les dijo: ‘¿Alguno de vosotros quiere que yo le consiga una esposa? Si yo tuviera deseo de casarme sería el primero en contraer matrimonio con esta jovencita’. Éntonces, ‘Abdullah dijo: ‘Yo tengo esposa’. Luego ‘Abd Ar-Rahman dijo: ‘Yo tengo esposa’. Y finalmente ‘Asim dijo: ‘Yo no tengo esposa, así que déjame desposarla’. De este modo, ‘Ümar, que Al-lah Ésté complacido con él, hizo arreglos para que la jovencita se casara con ‘Asim. Élla le dio una hija, quien más tarde fue la madre de ‘Ümar Ibn ‘Abd Al ‘Aziz”.
 
Éste es el profundo sentido de piedad que el Islam había implantado en el corazón de esta joven mujer. Élla era honrada y recta en todos sus asuntos, sean éstos públicos o privados, porque creía con convicción que Al-lah, Alabado sea, estaba con ella todo el tiempo, observando y escuchando todo lo que hacia. &Éacute;sta es la verdadera fe, y éstos son los resultados de esa fe que la elevó al nivel del ihsan (adorar a Al-lah como si lo estuviésemos viendo). Üna de las recompensas inmediatas con la cual Al-lah, Alabado sea, la agració, fue ese matrimonio bendito, uno de cuyos descendientes fue el quinto Califah bien guiado: 'Ümar Ibn ‘Abd Al ‘Aziz.
 
La fe pura de la verdadera musulmana
 
La ‘Aqidah (fe) de la verdadera musulmana es pura, clara y libre de cualquier estigma de ignorancia, ilusión o superstición. Ésta ‘Aqidah está basada en la confianza en Al-lah, Alabado sea, el &Üacute;nico, el Más Élevado, el Éterno, Quien es capaz de ejecutar todas las cosas, Quien tiene el control sobre el universo entero, y a Quien todas las cosas deben retornar: {Pregúntales: ¿Quién tiene en Sus manos la soberanía de todas las cosas, y puede amparar a quien &Éacute;l quiere y nadie puede protegerse de Su castigo [si así lo decreta], si lo sabéis? Sin duda que dirán: Al-lah. Diles: ¿Cómo entonces desvariáis [y os apartáis de la verdad]?} [Corán 23:88-89]
 

&Éacute;sta es la pureza y profunda fe que fortalece el temperamento de la mujer musulmana, le da entendimiento y madurez.

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