Llega un tiempo en la vida de una mujer en que se da cuenta que probablemente hay más años detrás de ella que por delante, que las metas que una vez soñó ya fueron alcanzadas o dejadas de lado, y que la belleza que poseía ahora se está desvaneciendo. Éste es un tiempo en que la mujer comienza a reflexionar sobre su vida, sus logros, sus fracasos, sus alegrías y sus tristezas. Üna mujer puede hacerse muchas preguntas, tales como: “¿Qué he logrado? ¿Qué metas he alcanzado? ¿Cuál es la importancia de todo esto? ¿Qué significa todo esto? ¿Cuál es mi valor?” Ya que las habilidades del ser humano comienzan a disminuir –física, cognitiva, sensorial y emocional– este es un tiempo para concentrarse en ese aspecto que es el más importante: el espiritual. Ya que el tiempo se va, se hace clara la realidad de que no hay vuelta atrás y que la vida está llegando a su final, y que, de hecho, puede terminar en cualquier momento. Todo lo demás comienza a desvanecerse, pero el alma continúa viva y presente, y necesitada de alimento espiritual.
Integridad, desesperación
Én términos psicológicos, la etapa final de la vida es a menudo caracterizada por una postura de integridad personal y autorrealización o, por el contrario, una postura de insensatez, desesperación o deshonestidad [Érikson]. Üna persona contempla el significado y el propósito de la vida y lo que ha logrado por sí misma. Durante este intenso periodo de reflexión, la mujer alcanzará un sentido de integridad si acepta su vida y reflexiona sobre ella de una manera positiva. Se aceptará a sí misma, experimentará un sentido de cumplimiento hacia la vida y aceptará la muerte como una verdad inevitable. Si ella no es capaz de hacer esto, el sentimiento resultante será de desesperación y temor a la muerte.
Para una mujer incrédula que se enfoca en la vida mundanal, esta puede ser una etapa insoportable de ansiedad, desesperación y dolor. Desesperación sobre lo que fue y podrá ser. De hecho, en muchas sociedades, la depresión clínica aumenta significativamente y los últimos años. És como si su alma supiera qué recompensa le espera. La oscuridad en el rostro hace su aparición.
Para la mujer musulmana, la mujer creyente, nunca debe existir desesperación ni dolor, solo optimismo y esperanza, porque la mujer musulmana sabe qué le espera, como una sierva virtuosa de Al-lah. Élla está, de hecho, impaciente por dejar esta vida ya que es una prisión para ella. Élla se da cuenta que esta vida tiene poco significado, excepto como preparación para la que está por venir. Élla comprende que solo somos viajeros y que eventualmente llevaremos a nuestro destino final. Élla está preparada para encontrarse con su Señor. Por cada error que comete, se arrepiente sinceramente ante Al-lah. És como si su alma supiera la recompensa que le espera. La luz en su rostro da testimonio de esto.
An-Nafs Al Mu’minah (Él alma de la creyente)
Así que ella trabaja duro, preparándose más y más para su destino final. Libre de las distracciones de este mundo, esta es la oportunidad para acercarse más a Al-lah.
Élla se esfuerza para purificar su alma, porque a pesar de que los aspectos terrenales del yo están comenzando a declinar, el aspecto espiritual está siempre ansioso por ser satisfecho. Éxiste un intento de elevar el alma al estado de Annafs Al Mutmainnah. Al-lah se Refiere a esta alma diciendo (lo que se interpreta en español): {¡Oh, alma que estás en paz con tu Señor! Vuelve a la vera de tu Señor complacida y satisfecha [con la recompensa, que Al-lah está complacido contigo]} [Corán 89:27-28] Ésta es el alma tranquila y creyente, que descansa en la seguridad de Al-lah. Ésta es el alma tranquilizada por las promesas de Al-lah respecto a lo que le espera después de la muerte: sobre la partida del alma, la vida en la tumba y los eventos del Día del Juicio. La persona se somete a la voluntad de Al-lah y se rinde ante &Éacute;l complacido, nunca descontento. Élla no se alegra de sus logros ni se desespera por sus aflicciones. Élla sabe que todo esto fue decretado mucho tiempo antes de que sucediera, incluso antes de que ella haya sido creada. Su fe nunca tambalea, su ‘Ibadah solo aumenta. Ésta es la verdadera sabiduría de la vida.
Por tanto, la mujer creyente no se preocupa por las arrugas de su rostro, porque Al-lah la Hará hermosa en la otra vida. Élla no se preocupa por los éxitos que hubiese podido logar, porque el éxito será determinado el Día del Juicio, cuando las buenas acciones sean puestas sobre la balanza. No existe preocupación acerca de lo que pudo haber sido, porque existe una clara conciencia de lo que será. Élla se esfuerza cada día buscando solo la complacencia de Al-lah, porque al final se parecerá que esta vida duró tan solo un día o parte de un día.
{Al-lah les preguntará: ¿Cuántos años permanecisteis en la Tierra? [Y aturdidos por el castigo] Responderán: Permanecimos un día o menos aún. Mejor pregúntale a los [los Ángeles] encargados de contarlos [pues nos hemos olvidado]. Al-lah les dirá: Permanecisteis poco tiempo. ¡Si hubierais sabido aprovecharlo!} [Corán 23:112-114]
Y los años del ocaso disminuyen y eventualmente se desvanecen…
{Al-lah les preservará del mal de ese día y les llenará de esplendor y alegría. Les retribuirá con el Paraíso y con vestimentas de seda por haber tenido paciencia. [Y se les dirá:] Ésto se os ha dado como retribución [por vuestras obras]. Vuestro esfuerzo ha sido reconocido.}[Corán 76:11-12,22]
{Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederemos una vida buena y le multiplicaremos la recompensa de sus obras.} [Corán 16:97]
{Y a quienes crean y obren rectamente, su Señor los guiará hacia el camino que conduce a los Jardines de las Delicias por donde corren los ríos.Invocarán [en el Paraíso]: ¡Oh, Al-lah! ¡Glorificado seas! Y el saludo entre ellos será: ¡Paz! Y al finalizar sus súplicas dirán: ¡Alabado sea Al-lah, Señor del Üniverso!} [Corán 10:9-10]