La esperanza y la desesperación

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Alabado Sea Al-lah, Señor del Üniverso. Doy testimonio que nada ni nadie merece ser adorado sino Al-lah, y que Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es Su siervo y mensajero.

 
Las obras del corazón son las que siempre deben ser realizadas, ellas no son temporales y nunca se pueden detener; ellas son como el ejemplo del color del oro, que es siempre el mismo y nunca se decolora, a diferencia del color de la cara de una persona asustada, que es temporal y pronto cambia. 
 
Para algunas personas, debido a la debilidad de su fe, tales obras son temporales a pesar de ser realizadas constantemente.
 
Üna de esas obras del corazón es albergar esperanzas en Al-lah, que es la condición de ser optimista respecto a Su generosidad, bondad y favores.
 
Ésta esperanza debe estar acompañada de una razón o medios, para que uno sienta que será realizada como buenas obras, que le den a uno la oportunidad de albergar tal esperanza en la generosidad y bondad de Al-la; si estos medios no están presentes, entonces se trata simplemente de hacerse ilusiones.
 
La esperanza no puede existir mientras la persona es perezosa y no sigue el camino de quienes luchan y hacen grandes esfuerzos; una persona que hace esto es como alguien que desea tener plantas que den frutos sin sembrar ninguna semilla; ¿tal persona será igual que una que aró la tierra, sembró las semillas y las regó cuidadosamente? &Éacute;sta última es quien verdaderamente alberga esperanzas de que sus plantas den frutos, y así es el caso respecto a la esperanza en la Misericordia de Al-lah.  
 
Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {No será según lo anheléis, ni lo que anhele la Gente del Libro…} [Corán 4:123]
 
Se dijo: “La fe no son ilusiones, sino que es lo que está instalado en el corazón y está probado por buenas obras”,
 
La esperanza es necesaria para quien se está dirigiendo a Al-lah porque si un adorador devoto pierde su esperanza, entonces enfrenta la ruina. Ün musulmán espera que Al-lah perdone sus pecados, o espera que Al-lah le permita rectificar una falla, o espera que Al-lah acepte sus buenas obras, o espera poder mantenerse sobre el camino recto, o espera poder acercarse a Al-lah.
 
Por tanto, la esperanza es una de las herramientas más importantes que uno debe posee para poder continuar su viaje hacia Al-lah con firmeza, especialmente durante una era de pruebas y tribulaciones, como en la que estamos viviendo.
 
Medios para lograr la firmeza
 
La esperanza es lo opuesto a la desesperación, y sentirse desesperado es renunciar a la Misericordia de Al-lah, lo cual es un pecado en sí mismo, como Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {...y no desesperéis de la misericordia de Al-lah, pues no desesperan de la misericordia de Al-lah sino los incrédulos.} [Corán 12:87]
 
Éste fue en consejo del Profeta Iaqub (Jacob), la paz sea con él, a sus hijos.
 
¿Cómo se alcanza la esperanza?
 
Recordando los favores pasados de Al-lah. Recordando la promesa de la gran recompensa de Al-lah y recordando Su generosidad y bondad hacia Sus siervos, especialmente cuando Sus siervos si siquiera se lo piden y no merecen recibirlas; un siervo continúa recibiendo todo esto mientras se mantenga sobre el camino recto. Recordando las bondades de Al-lah con respecto a nuestra fe, a nuestro cuerpo y a nuestra vida en general. Recordando la gran Misericordia de Al-lah y Su Misericordia precede a Su ira, y que &Éacute;l es completamente Misericordioso, Bondadoso y Compasivo. Por tanto, se adquiere esperanza en Al-lah mediante el conocimiento de Sus Nombres y Atributos.
 
Aquellos curos corazones están con vida sabes que esta vida es simplemente un campo en el cual se siembran las semillas para le otra vida. Él corazón se asemeja a la tierra: así como en la tierra se deben sembrar semillas para obtener frutos, el corazón requiere de actos de obediencia para hacerlo florecer y mantenerlo con vida. La tierra requiere de atención continua –regarla, ararla, etc.–; del mismo modo, el corazón necesita atención constante, necesita ser purificado de las dudas y los deseos para evitar que ellos arruinen los frutos de nuestros actos de obediencia, con los cuales fue irrigado con el agua de la sumisión.
 
És raro que uno se beneficie de su fe si su corazón es malvado, igual que las semillas no pueden germinar en agua salada. La esperanza del siervo puede ser comparada con un granjero: si el granjero busca tierra fértil y buena y siembra semillas de calidad, las riega y las cuida, entonces él puede esperar el favor de Al-lah, y es esta espera la que es considerada como la esperanza verdadera. Por otro lado, si el granjero plantase sus semillas en un terreno pantanoso, salado o inclinado de manera que el agua no pueda alcanzarlas, sería absurdo esperar algún resultado o tener esperanzas de algo. Él tercer tipo de granjero será quien siembre sus semillas en una buena tierra pero el agua no puede alcanzarlas; si este granjero esperase que sus semillas fueran irrigadas con la lluvia, entonces no tendría esperanzas, sino que se estaría haciendo ilusiones.
 
La esperanza es aguardar, aguardar, sin poder hacer nada, por resultados después que se han agotado todos los medios posibles. Por tanto, uno debe hacer todos los esfuerzos en actos de obediencia y adoración, y luego esperar por los favores de Al-lah para mantenerse firme, para protegerse del desvío y obtener la complacencia de Al-lah.
 
La persona con esperanzas es quien es consistente en sus actos de obediencia, cumple con las implicaciones de la fe, espera que Al-lah no Haga que se extravíe, espera que Al-lah Acepte sus buenas obras y no las rechace, espera que Al-lah lo recompense y multiplique su recompensa. Tal persona ha hecho todos los esfuerzos posibles y por eso espera la Misericordia de su Señor. Por el contrario, aquel cuyo corazón está lleno de inmoralidad y no lo irriga con la obediencia, quien cae en los placeres y lujurias de esta vida y luego espera el perdón y la Misericordia de Al-lah, es un tonto engañado. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Y les sucedió una generación que heredó el Libro [la Tora], pero a pesar de esto prefirieron los bienes de este mundo. [Cada vez que cometían un pecado] decían: Por cierto que [Al-lah] nos perdonará…} [Corán 7:169]
 
Al-lah nos Informa sobre las palabras del incrédulo desagradecido, a quien Al-lah Bendijo con un jardín: {Tampoco creo que jamás llegue la Hora [del Día del Juicio]. Y si llego a ser resucitado, seguro tendré un viñedo mejor que éste.} [Corán 18:36] Y su manifiesto de que en caso de que sí hubiese una Hora le iría bien, no implica que él tenía esperanza, sino que simplemente se estaba haciendo ilusiones.
 
La esperanza es una cura necesitada por dos tipos de personas:
Aquellos que han alcanzado el estado de la desesperación de la Misericordia de Al-lah, hasta el punto que han renunciado a la adoración de Al-lah, pensado que esto es infructuoso e inútil. Aquellos cuyo temor los ha abrumado hasta el pinto que se han causado daño a sí mismos y a sus familias; dicho temor transgrede los límites islámicos permitidos, y por eso esas personas deben corregirse y ser equilibrados teniendo esperanzas en Al-lah.
 
Hablar con algunas personas sobre la esperanza los ayuda; mientras que, por otro lado, esto no ayuda a aquellos pecadores engañados que piensan que tienen esperanzas, pero de hecho ellos solo se hacen ilusiones, porque desean el Perdón de Al-lah mientras evitan la adoración. Hablar sobre la esperanza con tales personas solo hará que aumenten sus transgresiones y que se extravíen aún más. Atemorizar a esas personas es lo único que los ayudará a abstenerse de los pecados, este es un punto muy importante al cual debemos prestar mucha atención.
 
Algunos de los eruditos musulmanes dijeron: “La persona que amonesta a otros debe ser buena y observar las áreas de debilidad y enfermedad de las personas y dirigirse a ellas, intentando curar a cada persona de acuerdo a su situación y nivel; pero hoy en día, uno no debe abordar temas desde la perspectiva de la esperanza, sino más bien exagerar en atemorizarlos. Los amonestadores deben solo mencionar las virtudes de tener esperanza y como conseguirla para atraer a los corazones”.
 

Debemos atemorizar a las personas, pero no hasta el punto de hacer que se sientan desesperados, como ‘Ali, que Al-lah Ésté complacido con él, dijo: “Él verdadero erudito es quien no hace que las personas renuncien a la Misericordia de Al-lah ni los hace sentirse seguros de Su ira”. Debe existir un balance, de acuerdo con la condición de las personas. Si ellos son negligentes y pecadores y toman los asuntos muy a la ligera, entonces hay que hacer que sientan temor; pero si se ve que están desesperados de la Misericordia de Al-lah y están muy asustados, entonces se debe inculcar el sentimiento de esperanza en ellos.

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