Asia, Argentina

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Bismilahi Ar-rahmani Ar-rahim.
Mi nombre es Asia y soy argentina. Fui educada como católica aunque en mi casa no practicaban ninguna religión. Nunca sentí que el cristianismo, en ninguna de sus formas, me llenara, si bien hubo épocas en mi vida muy oscuras en las que sentí que no había nada para llenar y que todo lo espiritual era una tontería. Me case muy joven con un hombre con quien tenía un parentesco político y tuvimos 2 hijos. Él matrimonio empezó a tener problemas debido a la injerencia de nuestros respectivos padres que no nos dejaban vivir nuestra vida, además no éramos compatibles en lo más mínimo. Cuando mis problemas conyugales comenzaron y de a poco nos fuimos separando mi esposo y yo, comencé también a beber y a tomar pastillas. Én mi casa eran campeones en esto de las pastillas, mi madre me las suministraba desde niña y yo misma en mi adolescencia sabía manejarlas. Pero lentamente tanto el alcohol como los psicofármacos me manejaron a mí, no yo a ellos como creía. Mi progresiva adicción se detuvo unos años durante mi segundo embarazo para retornar más agresiva y virulenta que nunca cuando desteté a mi nena. Y, hermanos, comencé a beber y a visitar psiquiatras que me daban más y más pastillas.
 
Me separé de mi primer marido y de a poco me fui encaminando hacia el abismo total. Én un momento, y por espacio de varios meses, no eran solo el alcohol y las pastillas lo que me sacaban de la realidad, sino que también había desarrollado una progresiva adicción al sexo que me hacía buscar parejas en Internet, las que fueran a veces dos o tres hombres por día. Yo rezaba para que Dios no me dejara seguir viviendo así pero de nada me servía, al menos eso creía yo. Y deseaba morir pero no me animaba a suicidarme. Cuando me enteré de que un antiguo amigo mío y compañero de copas se había arrojado de un séptimo piso, me tome un frasco de un antipsicótico y me fui a dar el pésame a su madre. Élla me vio y me recomendó un grupo de Alcohólicos Anónimos. No fui enseguida, claro, pero tampoco tiré el papel que me dio, lo dejé en mi cartera. Én tanto me acordaba de mi amigo y brindaba por él, segura de que pronto lo acompañaría en cuanto pudiera juntar el valor necesario… Pero sin duda esa no era la voluntad de Al-lah para conmigo… Por mi parte, yo, sola en un mundo que creía vacío, sin amigos y sin Dios, caminaba por las calles borracha y obsesionada por el sonido de mis propios pasos que por la noche resonaban y resonaban en las veredas de mi ciudad dormida… Ün día no lo aguanté más, y después de beber ostentosamente a pocos metros de la escuela donde trabajaba (cuando no estaba con licencia médica, claro) decidí buscar ayuda en AA y empezó un largo camino para mí porque enseguida conocí Narcóticos Anónimos donde, luego de unos meses de mucho sufrimiento y recaídas, conseguí finalmente estar limpia hasta el día de hoy, hace casi 6 años. Én AA conocí a mi segundo marido con quien tuvimos un nene. &Éacute;l, que en ese momento llevaba casi 30 años sin beber, me ayudó mucho también y juntos empezamos a tratar de vivir de una forma espiritual. Para esta época él se apareció un día con unos libritos de un centro islámico y me prestó también una selección de traducciones del Sagrado Corán, las que devoré, y fue ahí cuando empecé a creer. Sin embargo, no era mi momento, ya que no hice mucho al respecto. Éso sí, todo el tiempo, durante años, repetí en castellano que “no hay más Dios que Dios (Al-lah)”, la primera parte de la Shahada. Fueron unos años  en los que me reintegré a mi trabajo, me ocupé de mis hijos, en especial de los dos más pequeños, me afirmé en mi recuperación y decidí abrir un grupo de Narcóticos Anónimos en mi ciudad ya que no lo había y el más cercano estaba a 40 km . Fue una tarea difícil, mucha soledad, gente conflictiva y las propias limitaciones mías más de una vez me hicieron sentirme arrepentida de haberme metido en eso. Por eso le pedía a Al-lah permanentemente que me Orientara, que me Hiciera digna de sostener semejante empresa, que me Purificara para convertirme en Su instrumento para ayudar a los que estaban tan enfermos como yo lo estuve un día. Cuando el grupo comenzó a prosperar me sentí tan agradecida que no sé cómo me acordé de los libritos los cuales aun no había devuelto. Y los volví a devorar y solo había en ese momento alabanzas para Dios en mi corazón y agradecimiento. Y cuando le pedí, como es según el programa de AA y de Narcóticos Anónimos que “me Mostrara Su Voluntad y me Diera la fortaleza para cumplirla”, empecé a buscar en Internet sobre Islam y encontré una página donde ayudaban por chat a la conversión, hablé con el Sr. Rashad y el Sr. Anas y decidí, todo gracias a Al-lah, concretar el camino que el Misericordiosísimo Había preparado para mí desde mucho antes, que era la vuelta al Islam. Así que fui a una mezquita y delante de unas hermanas pronuncié muy emocionada mi testimonio de fe. Me preguntaron si tenía alguna duda y le dije que no, ¿cómo podría cuando fue Al-lah Quien quitó mi vergüenza y amorosamente me fue llevando hacia &Éacute;l? Me quedé pensando que leí que cuando tú das un paso hacia Al-lah, &Éacute;l da diez hacia ti, eso es sin duda así. Nada se le oculta de lo que hay en los corazones y siempre Responde las plegarias que le hacemos, como Respondió las mías cuando fue conveniente, las mismas que le hacía cuando vagaba por las calles enajenada por las sustancias y la deshonra. Solo debemos esperar e ir hacia &Éacute;l, que la recompensa será impensable.
 
Al día siguiente de mi testimonio de fe volví a mi grupo, y fue como un regalo porque extrañamente ese día estaban todos, aún los que pensé que ya no volverían, y las lágrimas asomaron a mis ojos. Solo debo decir que a los 2 meses de mi conversión comencé a usar el hiyab permanentemente, que lo uso en la actualidad para ir a todos lados, también a mi trabajo, donde no tengo problemas gracias a Al-lah, y espero seguir en el Din mientras viva.
 
Mi marido está en proceso de conversión y hago du’a todo el tiempo para que eso suceda lo antes posible. Todo sea según la voluntad de Al-lah, Quien me salvó y a Quien mi alma y mi vida le pertenecen. Én verdad es Justo y Misericordioso.
Assalamu alaikum wa rahmatul-lah.
 
 

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