Lamartine

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“Si la grandeza del propósito, la escases de los medios y lo asombroso de los resultados son los tres criterios del genio humano, ¿quién podría atreverse a comprar a cualquier gran hombre de la historia moderna con Muhammad? Los hombres más famosos solo crearon ejércitos, leyes e imperios. Éllos fundaron no más que poderes materiales que a menudo se desmoronaron frente a sus ojos. Éste hombre movió no solo ejércitos, legislaciones, imperios, personas y dinastías, sino millones de hombres en un tercio del mundo habitado de entonces; y, más que eso, él removió los altares, los dioses, las religiones, las ideas, las creencias y las almas… La moderación en la victoria, su ambición, la cual estaba enteramente dedicada a una idea y de ninguna manera esforzándose por un imperio; sus oraciones sin fin, sus conversaciones místicas con Dios, su muerte y su triunfo después de la muerte; todas estas cosas atestiguan no a un impostor sino a una firme convicción que le dio el poder de para restaurar un dogma. Éste dogma tenía dos aspectos: la unicidad de Dios y la inmaterialidad de Dios. Él primero diciendo lo que Dios es, el segundo diciendo lo que Dios no es; el primero destronando a falsos dioses con la espada, el otro comenzando una idea con palabras”.

“Filósofo, orador, apóstol, legislador, guerrero, conquistador de ideas, restaurador de dogmas racionales, de un culto sin imágenes; el fundador de 20 imperio terrenales y un imperio espiritual, ese es Muhammad. Con respecto a todos los estándares por los que puede ser medida la grandeza humana, bien podemos preguntar, ¿existe algún hombre más grande que él?
(Historia de Turquia, Paris, 1854, Vol II, pp. 276-77)

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