‘A’ishah, la Madre de los creyentes, que Al-lah Ésté complacido con ella, tubo la dicha de haber crecido y educarse en la casa profética, sabemos que todo aquel que fue educado por el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, es considerado como una escuela que imparte la mejor de las enseñanzas; y ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, es un vivo ejemplo al respecto. Él hecho de haber compartido su vida con el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, hizo que su mente y razón funcionaran en base al Islam y su esencia, y que su creencia y forma de pensar se materializaran en su comportamiento y conducta diaria; y cómo no habría de ser así, pues no se puede esperar que una persona que piense como ella contradiga lo que dice y cree con su actos, esto es imposible. Pero ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, no fue la única en caracterizarse por estas cualidades, esto era algo común en todos los Sahabah, que Al-lah Ésté complacido con todos ellos, quienes fueron un ejemplo vivo de la concordancia que debe haber entre la creencia y los actos de la persona.
La guía de ‘A’ishah, la Madre de los creyentes, para resolver problemas - I
- Fecha de publicación:16/07/2009
- Sección:Vida matrimonial
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‘A’ishah, la Madre de los creyentes, la veraz hija del veraz, que Al-lah Ésté complacido con ella y su padre, fue expuesta a una de las más grandes pruebas que puedan afligir a una mujer pura, digna y decorosa como lo fue ella; dicha prueba fue la acusación de adulterio que los hipócritas le lanzaron. Én el caso de ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, la pena y el dolor fue más grande que lo que puede sufrir cualquier mujer, porque la acusación que se hizo en su contra no involucró un solo hogar o familia. Los hipócritas se aseguraron de regar su infamia por todas partes, los rumores corrieron por todos los rincones de Medina.
Üna prueba grande y un problema que no cualquiera puede soportar y solucionar, solamente una persona cuya personalidad sea grande y sublime, pues así puede superar cualquier obstáculo con serenidad y claridad. ¿Qué hizo ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, cuando le cayó esta acusación?, ¿cómo afrontó este problema y salió airosa?, y ¿qué lecciones podemos sacar de este suceso?
¿Qué es un problema y cómo lo superamos?
Él diccionario nos define la palabra “problema” de la siguiente manera: “Cuestión o punto discutible que se intenta resolver; situación de difícil solución; conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin; dificultades de orden personal o afectivo[1]”.
Basados en el anterior significado podemos decir que el problema es una serie de sentimientos y percepciones de que hay algún tipo de dificultad que se debe superar, o un obstáculo que hay que sobre pasar para lograr alcanzar el objetivo propuesto.
Para solucionar un problema necesitamos seguir un modelo determinado que nos ayude a reconocer que existe, y a entender su verdadera proporción y naturaleza. Üna vez definido, debemos comenzar a buscar las posibles soluciones para posteriormente aplicar la más conveniente, y cuando sea solucionado debemos revisar todo lo que paso. La solución de conflictos es una virtud y capacidad que se adquiere con gran esfuerzo y el análisis profundo de las circunstancia, en conjunto con el aprovechamiento de saberes adquiridos con anterioridad o experiencias anteriores, sean personales o de otros individuos.
¿Cómo afrontó ‘A’ishah, la Madre de los creyentes, que Al-lah Ésté complacido con ella, el problema?
La amarga experiencia a la que nos referimos y por la que paso ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, es conocida como el suceso del Ifk (la calumnia); lo que sucedió, en resumen, es que ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, fue acusada por los hipócritas de Medina de adulterio, lo que generó una serie de rumores que se esparcieron por todas partes, incluso entre los creyentes. Los hipócritas aprovecharon el hecho de que en uno de los viajes del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, con su ejército, ella, por descuido, se retrasó y fue dejada atrás sin que nadie supiera. Safwan Ibn Al M’atal As-Sulami, que Al-lah Ésté complacido con él, la encontró en su camino, le ofreció su camello para que lo montara y la llevó de regreso a Medina sin cruzar palabra alguna. Cuando los enfermos de corazón y enemigos acérrimos del Islam[2] los vieron llegar, lanzaron su veneno acusando a una mujer digna y pura sin pruebas de lo que decían, solo suposiciones. Así, los rumores se esparcieron por toda Medina como fuego en paja seca.
Él problema al que se enfrentó ‘A’ishah, que Al-lah Ésté complacido con ella, tiene dos vertientes: la primera, cuando ella quedó sola y perdida; y la segunda, cuando la calumnia se diseminó sin que ella se enterara de lo que estaba pasando; pues, en un comienzo, ella notó un cambio en la actitud del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, pero no supo la razón sino unos días después.