Los Salaf (los predecesores justos y piadosos) y la preservación del tiempo

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Abu Hurairah, que Al-lah Ésté Complacido con él, narró que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Apresuraos a hacer el bien antes de que alguna de las siete aflicciones os alcance”. Luego les advirtió sobre ellas, añadiendo: “¿Éstáis esperando una pobreza tal que os haga olvidar vuestra devoción? ¿Üna riqueza tal que os corrompa? ¿Üna enfermedad que os incapacite? ¿Üna senilidad tal que os haga inestables mentalmente? ¿La muerte repentina? ¿Ésperáis al Anticristo, quien es la peor persona a quien se puede esperar? ¿O estáis esperando que llegue la Hora? Y La Hora será de lo más doloroso y amargo”. [At-Tirmidhi]

Abu Barzah, que Al-lah Ésté Complacido con él, narró que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Él Día del Levantamiento, los pies de los hombres no se moverán antes de que se les interrogue sobre sus vidas y cómo las pasaron…” [At-Tirmidhi]
Omar Ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo Perdone, quería hacer algo un día y alguien le dijo: “Déjalo para mañana”, a lo que él replicó: “¡Ay de ti! Los deberes de un día son suficientes para mantenerme ocupado el día entero. ¡No sé qué haría si tuviera que realizar los deberes de dos días juntos!”.
Dawud At-Ta’i, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Los días y las noches no son sino etapas por las que la gente pasa una a una, hasta llegar finalmente al término de su viaje. Por lo tanto, preveníos en cada una de estas etapas, pues el viaje terminará pronto, y recordad que este asunto es demasiado rápido para ser pospuesto”.
Ün hombre justo dijo una vez a sus estudiantes: “Al salir de la mezquita, siéntense aparte, lean el Corán y glorifiquen y alaben a Al-lah, ya que si se sentaseis juntos, solamente platicarían y perderían su tiempo”.
Musa Ibn Ismael, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “Hammad Ibn Salamah, que Al-lah lo Perdone, estaba siempre ocupado. Lo podían encontrar enseñando a otros la ciencia de los Hadices, leyendo, rezando o alabando a Al-lah. Su día se distribuía entre estas actividades”.
Los expertos en biografías han dicho sobre Al Yunaid Ibn Muhammad, que Al-lah lo Perdone: “Cuando la enfermedad que finalmente le provocaría la muerte empeoró, comenzó a recitar el Corán y se abstuvo de hablar con la gente. Su familia y amigos le hablaban, pero él simplemente se limitaba a recitar el Corán. Ün día, su hijo le reclamó: ‘¡Oh padre! ¡Éstas no son horas de recitar el Corán (en esta situación tan crítica)!’, a lo que le contestó: ‘Ahora necesito más que nunca realizar buenas acciones’, y continuó recitando hasta su muerte”.
Ma’ruf Al Karji, que Al-lah lo Perdone, fue al barbero tras haber realizado la ‘Ümrah (peregrinación menor). Pasó todo el tiempo mencionando a Al-lah; y cuando el barbero terminó de afeitarle la cabeza, le indicó que le cortara el bigote y siguió mencionando a Al-lah. Él barbero le advirtió entonces: “Deja de susurrar o podría cortarte tu labio”. Quienes lo conocieron dicen que él nunca guardó silencio y que siempre estaba ocupado mencionando a Al-lah, incluso mientras dormía; y esto llegaba a tal grado que su familia no podía dormir.
Él Imam Ibn ‘Aquil, que Al-lah lo Perdone, dijo: “No creo que me sea permitido desperdiciar ni una sola hora de mi vida en cosas sin propósito. Si mi lengua ya no me permite enseñar a otros, entonces mis ojos leerán; y cuando mis ojos pierdan la vista, entonces usaré la mente para reflexionar y pensar sobre diferentes cuestiones de jurisprudencia. A los 80 años de edad tengo más energía para buscar el conocimiento y aprender que cuando tenía 20 años”.
Ibn ‘Asakir, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Él Imam Salim Ibn Aiub, que Al-lah lo Perdone, nunca dejó pasar el tiempo sin beneficiarse de él. Énseñaba o leía, y cuando necesitaba sacar punta a su lápiz, mencionaba a Al-lah mientras lo hacía. Yo mismo trato de preservar y utilizar mi tiempo al máximo, a tal punto que muelo pasteles secos y pan y los ingiero con un poco de agua, ya que esto es mucho más fácil y rápido y requiere masticar menos que si los comiese enteros. La mejor inversión para alguien es su propio tiempo. Hay demasiadas obligaciones y el tiempo es muy corto y se nos va de entre las manos súbitamente”.

Ibn Al Qaiem, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Perder el tiempo es aun más serio que la muerte, ya que te hace perder el contacto con la &Üacute;ltima Vida; mientras que la muerte solamente te separa de la vida mundana”.

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