Los problemas de los jóvenes y nuestra obligación frente a ellos (Parte I)

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Si alguno de ustedes se enterara de que un grupo de criminales tiene planeado atacarlo y a su familia, que los vigilan y están al pendiente de cualquier descuido para caerles encima, ¿podría dormir tranquilo o se distraería un segundo exponiendo a su familia al riesgo?; y si lo hiciera, ¿será que la gente aprobaría su falta de sentido y desprotección de los suyos? Si se tratara de bienes materiales, podría explicarse su descuido; pero como es la misma vida, la seguridad y el bienestar de su familia, no hay excusa alguna que lo cubra. Muchos padres pasan por este problema que hemos puesto de ejemplo; claro, no es que sus hijos sean amenazados de muerte por alguna banda de criminales, sino que están expuestos a las malas influencia de la gente que los rodea. Éstos padres, en muchos de los casos, se preocupan porque nada les falte a sus niños, por su salud, sus estudios y demás, pero le restan importancia a la educación religiosa que les asegure una conducta que los salve de este riesgo; este es el gran error que comenten y por el que más adelante se arrepentirán, cuando ya no puedan hacer nada.
Son muchas las historias de jóvenes y adolecentes que se agrupan en clubes que están lejos de ser asociaciones juveniles dedicadas al aprovechamiento del tiempo y obras sociales; todo lo contrario, son grupos de muchachos que se reúnen en lugares alejados de la vista de sus padres y personas responsables, donde exponen incluso sus vidas. Muchos padres no se dan cuenta, o no mejor quieren saber, que sus hijos los engañan; mientras ellos piensan que están en el colegio, sus hijos se escapan y se encuentran con “amigos” para pasar el tiempo en quién sabe qué cosas.
Los jóvenes se exponen a sí mismos a caer en costumbres dañinas para sus mentes, cuerpos y almas, esto porque hoy les es muy fácil tener acceso a información que puede destruir por completo cualquier concepto de buena conducta que puedan tener. Mientras que sus padres piensan que están aprendiendo en la escuela, ellos se están entrenando en las diversas formas de cómo es que se fuma o cuál es la página de internet que más fotos o videos eróticos tiene, y puede ser que estén en compañía de mayores que quién sabe qué cosas tienen planeado hacer con estos adolecentes. Nuestros hijos, por buenos que sean y por más valores que tengan, cuando son adolescentes y están rodeados de malas compañías son fácilmente influenciables y pueden dejar arrastrarse a hacia vicios y conductas torcidas. Al-lah y Su Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, nos han prevenido del especial cuidado que debemos tener con nuestros jóvenes y adolescentes, pues están en una edad crítica que marcará el futuro de su fe y conducta para el resto de su vida. Ésta etapa de sus vidas es muy conflictiva, sus hormonas están alborotadas, lo que los hace susceptibles de caer en el pecado y todo lo que Al-lah, Altísimo sea, Ha Prohibido, peor aún si están rodeados de agentes que los llaman al desvío; por ello, hay que procurarles todos los medios que les permitan ser personas de nobles comportamientos, en especial todo aquello que enriquezca en ellos la fe y les reafirme su creencia en Al-lah, como la oración, el ayuno, la lectura del Corán, el aprovechamiento de su tiempo libre en actividades dispuestas para tal fin; y, por supuesto, es importante alejarlos de las malas compañías que no son más que las causantes del desvío y la perdición.
Ser conscientes de todo lo anterior hace que nuestro sentido de responsabilidad se intensifique; esto si realmente creemos que tendremos que rendir cuentas ante nuestro Creador por lo que nos Ha encomendado. No interesa el cargo que desempeñemos o la actividad a la que nos dediquemos, al final, todos debemos preocuparnos por los demás; si somos padres, entonces nuestra responsabilidad debe centrarse en sacar adelante a nuestra familia; si somos educadores, entonces nuestros estudiantes; si somos gobernantes, son los que estén bajo nuestro mando a quienes debemos cuidar. Y así no seamos nada de lo mencionado antes, debemos, de una u otra manera, ayudar para sacar adelante a los hijos de los demás que, al final, serán el futuro de nuestra Ümmah.
Los padres son los primeros que ante Al-lah tienen la responsabilidad de los hijos, desde que son niños hasta que maduran; deben estar pendientes de todo lo que los rodea, deben conocer con quiénes están, a dónde van, qué es lo que ven y escuchan. Ünos padres atentos se evitarán dolores de cabeza en el futuro. Cuando los pequeños crecen en un hogar en el que las malas palabras y acciones no se ven, en el que el Corán se recita constantemente y las prácticas de adoración son aplicadas por todos los miembros de la familia, serán individuos que tiene todas las posibilidades de salvarse de las tentaciones que lo atacarán.
Ibn Al Qaiem, que Al-lah lo Perdone, dijo: “Los padres que son negligentes con la educación de sus hijos, y no les enseñan lo que los beneficia y ellos necesitan, ha cometido el peor error que se pueda mencionar. La perdición de los hijos se debe al ejemplo que reciben de sus padres o la mala educación que de ellos han recibido, esto porque no les han enseñado las obligaciones que establece la religión; así, han perdido a sus hijos y se han perdido a sí mismos, de nada les servirán cuando sean viejos y los necesiten”.
Muchos padres piensan que con darle dinero a sus hijos y satisfacer hasta sus mínimos caprichos han cumplido con su deber, pero se olvidan de lo que Al-lah, Altísimo sea, Dice (lo que se interpreta en español): {No confiéis a los incapaces los bienes cuya administración Al-lah os Ha Confiado.} [Corán 4:5] Qué tristeza es encontrar a un muchacho que no aprecia lo que tiene, que no agradece lo que se le ha dado, y que utiliza de mala manera los bienes que se le han confiado. Por ello, debemos ser racionales al querer darle algo a nuestros hijos, y recordar que un abrazo, una palabra alentadora y amorosa, vale más para estos muchachos que todas las cosas materiales que hay.

 

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