La educación de las jóvenes: de las abuelas a las nietas

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Ün día, cuando volvía a casa del trabajo, me topé con unos estudiantes de secundaria y preparatoria –chicos y chicas- que hablaban entre sí de manera indecente e irrespetuosa. Vi con mis propios ojos como una de ellas gritaba a la cara de un muchacho las palabras más vulgares. No daba crédito a que se tratase realmente de una mujer, quien algún día se convertiría en esposa y madre y sería responsable por educar a la generación siguiente.

Éntonces me di cuenta de que se nos han inculcado muchos valores que no desaparecen con el tiempo, pues se nos enseñó a hablar con timidez, especialmente al dirigirnos a los hombres, y se nos enseñó que las chicas son tranquilas por naturaleza, de lo contrario serían como los hombres.
Nos enseñaron los limites al hablar con los hombres, y que debemos observar el famoso dicho: “No camines por la calle más que en compañía de tu padre, tu hermano o tu esposo, y sé cortés y recatada al hacerlo.”
Sentí que estos valores tan hermosos se habían perdido, por lo que decidí buscarlos en tres generaciones: abuela, madre y nieta.
 Observación indirecta
La Sra. Amina Amin Muhammad, una abuela de Yedda, nos dice que una madre correcta es el ejemplo a seguir de los hijos, especialmente de las hijas, quienes son influenciadas en gran medida por su madre. Prosigue declarando que la esposa debe obedecer a su marido, y debe hacer esto en presencia de los hijos para que estos últimos imiten su comportamiento. La esposa no debe permitir que ningún problema entre ella y su esposo salga a relucir delante de los hijos, pues estos tienen ojos críticos y recuerdan tales cosas; ser testigo de algo por el estilo podría acomplejar a las hijas sobre el matrimonio. Asimismo, la madre debe enseñar a sus hijos a ser honestos y a no aspirar a las posesiones de otros. No obstante, esto no quiere decir que la madre satisfaga todas las necesidades al punto de que los hijos no tengan aspiración alguna; debe hacerles sentir siempre que están en mejores condiciones que otros. También debe hacer que sean conscientes de que Al-lah Todopoderoso los Éstá Observando, y debe intentar inculcarles temor al castigo de Al-lah en caso de que lleven una vida derrochadora o tengan posesiones que sobrepasen sus necesidades.
Én cuanto a la educación de los hijos, Amina nos dice que ella siempre fue una amiga para sus hijas y que adoptó una actitud gradual para con ellas en todos los aspectos. No les impuso nada, especialmente cuando al crecer no se apegaban a usar el velo. Al mismo tiempo, después de esa etapa ella siempre las aconsejaba y guiaba, y así sus hijas se convencieron de que no usar el velo provoca la ira de Al-lah Todopoderoso. Su consejo para ellas fue no imitar a nadie en la manera de vestir. También aconseja que las madres se vuelvan amigas de sus hijas: Ésto hará que las chicas las consulten antes de tomar cualquier decisión. Según ella, deben haber un control y una dirección muy claras en el hogar y no se debe permitir que los hijos hagan lo que les venga en gana, especialmente las chicas. La madre debe vigilar a las hijas siempre y observar su conducta discretamente para que así las chicas no desconfíen de ella o de ellas mismas.
 Mi hija más grande me enseñó
Salwa ‘Abdul Yawwad, esposa y madre, dice que la manera en que su madre la educó no es adecuada ahora para educar a su propia hija. Los tiempos y las generaciones han cambiado, y la naturaleza de cada chica es diferente a la de las demás. Él método de crianza que fue adecuado para su hija mayor no lo es para la menor, ya que cada una de ellas tiene su propia personalidad. Nos da un ejemplo con su hija mayor, quien es estudiante de secundaria: Élla la hizo que usara el velo desde pequeña porque creía que así se acostumbraría a usarlo cuando creciera. Así, si alguien le preguntaba a su hija por qué usaba el velo siendo aun tan pequeña, esta contestaba que era para acostumbrarse a traerlo puesto. La madre creía que su hija estaba convencida de usar el velo; no obstante, cuando intentó hacer lo mismo con la hija menor, la mayor se opuso terminantemente y le dijo que no debía robarle la infancia a la pequeña. Fue entonces que la madre se dio cuenta de que la hija mayor no vestía el velo por convicción, sino porque la había obligado a hacerlo. Ahora, tras haber leído y comprendido lo que leyó, está convencida de que el apego de las hijas a las opiniones de la madre no significan necesariamente que lo hagan por convicción. Por lo tanto, la madre debería ser amiga de las hijas.
Salwa se acuerda de que cuando era adolescente le preguntó a su madre qué significaba el amor, pero ella no le respondió porque en ese entonces las madres eran muy reservadas. Hoy en día, las madres deben saber todo y contestar a sus hijas abiertamente, sin timidez, ya que las hijas lo saben todo –incluso cosas que las madres ni siquiera se imaginan- porque lo han escuchado en la escuela y con las amigas.
Así, los padres deben de estar calificados para criar a los hijos. Las madres deben mantenerse al tanto de todas las novedades a su alrededor, deben de leer mucho y tratar de comprender más a fondo la religión para poder contestar las preguntas de sus hijas.
Salwa aconseja a las madres que permitan que sus hijas lean libros sobre temas de los cuales ellas mismas no se atreven a informarlas, como por ejemplo libros sobre las reglas de la purificación.
Prohibido y punto
La Sra. Ümm ‘Ammar, ama de casa y madre de dos hijas, dice que las chicas ya no son igual que antes: se meten en peleas y discusiones y ya no obedecen ciegamente. Antes, si deseábamos salir y nuestros padres nos lo impedían, simplemente respetábamos su opinión. Pero hoy en día, si no permitimos salir a nuestras hijas, estas se molestan y discuten e insisten hasta que las dejamos. Tratamos de protegerlas de los peligros de la actualidad, pero ellas no se dan cuenta. Yo no les niego nada a mis hijas sin antes convencerlas, tampoco soy violenta ni estricta con ellas para que no anden por ahí haciendo lo que quieran sin que yo me entere; no quiero que mis hijas caigan tan bajo.
 Éstudiante universitaria por obligación
Madina Ahmad es una estudiante universitaria que se siente obligada a estar de acuerdo con la manera en que la educaron. Dice que su madre no comprende que la educación incluye aspectos tanto abstractos como materiales, y que por lo tanto solamente le dio amor material. Su madre nunca estuvo cercana a ella, y esto la hizo que buscara ese amor abstracto fuera de casa. Su madre no la educó siguiendo un grupo de principios, y no existía el dialogo entre ellas. Si le preguntaba a su madre sobre algún tema de mujeres, esta la regañaba y la rechazaba.
Ésto originó un abismo entre madre e hija, y por lo tanto la hija careció de una guía verdadera en el mundo y tuvo que enfrentar la vida por sí sola. Se dio cuenta de que la manera en que su abuela había criado a su madre era la causa de la situación, ya que la abuela había sido muy dura con su madre y sus tías, quienes nunca hablaban con ella. Por eso es que su madre la trata de la misma manera en que la abuela lo hizo con ella; si bien los tiempos han cambiado, su madre no se ha dado cuenta de ello.

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