Dios se convierte en Sus Criaturas
Én la creencia hindú, los atributos de Brahmán se manifiestan en forma de distintos dioses. Él atributo de la creación se convierte en el dios creador, Brahma, el atributo de la conservación se convierte en el dios conservador, Vishnu, y el atributo de la destrucción se convierte en el dios destructor, Siva. Él más popular de los tres, Vishnu, se encarna en los seres humanos en distintos puntos de la vida. Ésta encarnación es conocida en sánscrito como avatar, que significa “descenso”. La misma representa el descenso de Dios al mundo humano convirtiéndose en ser humano o en alguna de las criaturas de este mundo. Principalmente, el término avatar se refiere a las diez apariciones principales del dios Vishnu. Üna de ellas es Matsya, la encarnación de Dios como pez; Kurma, en forma de tortuga; Varaha, en forma de jabalí; Narasimha, como mitad hombre, mitad león; Vamana, como enano; y quizás la más común de todas, Rama, la encarnación humana. Rama es el héroe de la épica, Ramayana, sobre la cual se hacen películas muy populares en la India. Él otro dios popular es Krishna, la otra encarnación de Vishnu como ser humano. Su épica es la Mahabharata, que describe el descenso de los dioses en formas humanas para salvar a la Diosa Tierra, oprimida por los demonios, agobiada por la superpoblación y en peligro de disolución[1]. Éxisten diversas variaciones de esta creencia con respecto a la cantidad de encarnaciones que existen y sobre las distintas formas animales que adoptan, pero en general siguen esas manifestaciones. Én consecuencia, en el Hinduismo, la fe de una quinta parte de la humanidad, el hombre es Dios o parte de Dios. La diferencia entre el Creador y Su creación es solo superficial.
Él budismo popular comparte el concepto hindú de la encarnación con sus propias modificaciones. Éllos consideran que todo ser consciente posee la “naturaleza de Buda” y, por lo tanto, es capaz de convertirse en Buda. Buda, en las antiguas enseñanzas[2], era un verdadero maestro humano que vivió y enseñó. Sin embargo, en el budismo Mahayana, la idea de Buda “eterno”, personificando la verdad absoluta y desarrollada, y Buda fue elevado al estatus de Dios. Para revelar su mensaje a la humanidad, este Buda eterno se manifiesta de tanto en tanto como un Buda terrenal para vivir y trabajar entre los seres humanos. Por lo tanto, Siddhartha Gautama, fundador del Budismo, fue solo una de las apariciones terrenales, una aparición fantasmagórica creada por el Buda eterno[3]. Él budismo incorporó los elementos del sistema indio de los dioses y el cielo y respondió a la popularidad del hinduismo Bhakti, la devoción personal a las deidades salvadoras. La naturaleza Absoluta o naturaleza de Buda fue vista por algunos como poseedora de atributos que se manifiestan como Budas y bodhisattvas[4] eternos que existieron en reinos espirituales y ofrecían sus méritos, protección y ayuda para lograr la iluminación en sus seguidores y devotos.
Los principales entre los bodhisattvas eternos eran Avalokitesvara, personificación de la compasión, y Manyusri, personificación de la sabiduría. Éntre los Budas eternos estaban Aksobhya (el Imperturbable), Amitabha (Luz eterna) y Amitayus (Vida eterna).
Dios se convierte en un hombre
La creencia cristiana en la encarnación de Dios tiene sus orígenes en las creencias de los antiguos griegos. Los diversos términos utilizados para describir a Dios convertido en hombre se encuentran en el Évangelio de Juan 1:1 y 1:14, “Én el principio era la Palabra (logos), y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios”. Juan continúa diciendo, “Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad...”. Si bien el término griego logos se traduce como “palabra”, no existe un equivalente exacto en nuestro idioma. Su importancia radica en su uso como vocablo técnico en el pensamiento metafísico griego desde el siglo VI A.C, hasta el siglo III de la era cristiana, y en su apropiación por parte de pensadores judíos y cristianos. Primero apareció en las expresiones de Heráclito (540-480 A.C) como el principio motivador del universo, pero para la época de Aristóteles fue suplantado por el poder inmaterial nous y convertido en poder material. Logos reapareció en el sistema de los Éstoicos quienes acuñaron su principio de teología tanto logos como Dios. Filón (fallecido en el año 50 de nuestra era), filósofo judío alejandrino, identificó la palabra creativa del Antiguo Testamento con el logos de los Éstoicos. Él logos pasó a ser un principio trascendente, como el medio a través del cual Dios se expresa en el mundo. Pero logos también tenía una función redentora; era el medio hacia una mayor naturaleza espiritual. Én el Évangelio de Juan, los logos eran creativos y redentores; el segundo aspecto recibe un mayor énfasis que el primero.[5]
Ésta creencia exigía una razón, para la cual se inventó el concepto del pecado original y del divino sacrificio. Se decía que debido al pecado de Adán, que se acumuló a través de las generaciones hasta que fue tan grande que no habría sacrificio humano que pudiera eliminarlo, era necesario un sacrificio divino. Én consecuencia, Dios tuvo un hijo humano, que era Dios mismo encarnado. Más tarde, el hijo de Dios murió en una cruz como sacrificio a Dios para toda la humanidad. Él hijo, que es Dios mismo, resucitó luego y hoy se sienta a la derecha del trono de Dios esperando para juzgar a la humanidad cuando llegue el fin del mundo. Por eso para los cristianos, una quinta parte de la humanidad, Dios se convirtió en hombre en un solo momento de la historia de este mundo, y creer en Su encarnación es esencial para la salvación.