Regalos que perduran

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Cada año los norteamericanos gastan miles y miles de dólares en corbatas baratas, e incluso lociones y colonias más baratas aún; los papás reciben estos regalos año tras año, a veces los usan y, más a menudo, los desechan en el fondo del closet. Pero, ¿qué podemos hacer, según el punto de vista de estos hombres que hacen mucho por nuestras familias, para demostrarles que nos importan y los amamos, los valoramos todos los días y no solo un día al año?

Én lugar de comprarles baratijas, aquí tenemos unas cuantas ideas de algunas cosas que podemos hacer por nuestros esposos a lo largo del año que no nos costará ni un centavo y sin embargo pueden dejar una impresión duradera que puede ser muy valiosa.
Sé buena con su madre
Bien, respira profundo y sigue leyendo. Por difícil que pueda ser para algunas, este realmente puede el camino hacia la felicidad, aunque muchos pueden jurar que el camino hacia el corazón del hombre es su estómago; pero si vas por medio de su mamá, tu felicidad duradera está garantizada.
Ahora, por supuesto, existe una diferencia entre ser amigable con la suegra y hacerla tu mejor amiga. Nuestra meta no es necesariamente hacerla nuestra mejor amiga para lograr un buen impacto sobre nuestro esposo y su familia. Nadie quiere ese dolor de cabeza extra. Todo lo que queremos es vivir amistosa y felizmente, y la mejor forma de hacer eso es ser amable y cordial con la madre de nuestro esposo.
No solo estoy hablado de una sonrisa forzada que podemos dar cuando no tenemos nada bonito qué decir a alguien. Me refiero a que tenemos que hacer un esfuerzo real para ser buenas desde adentro; tenemos que querer ser compasivas con esas mujeres que se supone que son como una segunda madre para nosotras. Después de todo, en el matrimonio, tenemos que considerar a nuestras suegras como nuestras madres; por lo tanto, debemos tratarlas con cierto grado de respeto.
Por ejemplo, así como nos preocupamos por la salud de nuestras madres, debemos mostrar la misma preocupación por la salud de la madre de nuestro esposo. Si llamamos a nuestra madre para ver cómo está, debemos preocuparnos por nuestra suegra también; si visitamos a nuestra madre durante una vacación, debemos planear una siguiente vacación para visitar a nuestros suegros. Si nuestros hijos llaman a nuestra madre para contarle cómo estuvo la escuela, también deben llamar a sus abuelos paternos para darles las buenas noticias.
Lo que sea que decidamos hacer, debemos hacerlo con amor. Si nos esforzamos por mantener a su mamá (y papá) feliz, sin duda nuestro esposo también estará feliz, y también verá nuestros esfuerzos. Los hombres que son justos y equitativos reconocen cuando mordemos nuestras lenguas a fin de evitar decir algo hiriente, incluso si nos lastimamos a nosotras mismas. Éllos apreciarán nuestro autocontrol, de lo cual nos beneficiaremos en el futuro.
Cría bien a sus hijos
Otro “regalo” que podemos hacer a nuestros esposos es educar bien a sus hijos. Tenemos la responsabilidad ante Al-lah y ante el padre de nuestros hijos de cuidar de ellos, protegerlos y tratarlos bien. Én ausencia de nuestros esposos se espera que mantengamos el respeto y honor de nuestras familias, y esto también significa que debemos ocuparnos de nuestros hijos en forma respetable y educarlos de manera que se ajuste a los que nuestros esposos esperan.
 
Las mamás que están leyendo estos pueden estar levantando una ceja en este momento, pensando en sí mismas: “Por supuesto que voy a criar a mis hijos bien. Después de todo, son míos también”. Sin embargo, lo que quiero decir es que debemos criar a nuestros hijos teniendo en mente que son de él también. La mayor parte del tiempo los papás están afuera gran parte del día y muchas veces no están alrededor cuando hay que poner disciplina. Por tanto, la mayor parte de las decisiones y quienes mayormente ponen las reglas somos nosotras. Tenemos que decidir cómo castigar y recompensar a los niños diariamente, y determinamos cómo educarlos respecto a los asuntos mundanales, asuntos del día a día.
Én tales situaciones, sería más apreciado por nuestros esposos si consideramos su propia crianza también cuando inculcamos hábitos y rituales en las rutunas de nuestros hijos. Por ejemplo, algunos adultos nunca fueron acostumbrados a cepillar sus dientes antes de acostarse y otros sí. Supongamos que tú eres del primer grupo y tampoco inculcas este hábito en tus niños. Comprendes la importancia, pero realmente no puedes hacerlo todas las noches. Sin embargo, tu esposo fue criado de forma diferente y todas las noches cepilla sus dientes antes de dormir. Y si llega tarde de la noche a casa y no está en el momento preciso para inculcarles este hábito a sus hijos, entonces depende de ti el hacerlo.
Todas podemos pensar en algo que podemos hacer por nuestros hijos que sea más importante para nuestros esposos que para nosotros. Si no es el cepillado de los dientes, puede ser cierta forma de disciplina, como no gritar, etc. Por ejemplo, un conocido mío me contó recientemente que su esposa está trabajando a tiempo completo y él se había dado cuenta que ambos están extremadamente ocupados; a pesar de esto, a él se gustaría tener el tiempo suficiente para enseñarles árabe a sus hijos o conseguirles un profesor para que lo hiciera o inscribirlos a algunas clases. “Ésta no es la forma de criar a mis hijos que yo imaginaba”, me dijo. Aquí hay una forma en que su esposa podría hacer algo como “un regalo” para su esposo y sus hijos. Por supuesto, se entiende que esta no es solamente una obligación de la madre sino de ambos; es obligación tanto del padre como de la madre cuidar y proveer para sus hijos. Sin embargo, lo que estoy sugiriendo es que si podemos encontrar la fuerza física y emocional para tomar un desafío adicional, podemos hacer un esfuerzo extra como un favor para nuestros esposos. Si la tarea puede ser realizada por cualquiera de los dos, nosotras las esposas podemos simplemente hacerla sin necesidad de que nos lo pidan. ¿Cuál sería el resultado final? Nuestros esposos estarán encantados con nuestro esfuerzo, nuestros hijos serán beneficiados y seremos recompensadas por nuestra intención y nuestras acciones in sha Al-lah. Ésta es una situación de ganancia total, por el lado que la veamos.
Vestirnos para impresionar
 
Además de cuidar de los niños, tenemos que cuidar de nosotras mismas también. Én pocas palabras, tratar de estar siempre bien presentables y agradables. Ya sea que tengamos un trabajo fuera de la casa o permanezcamos en ella con los niños, muchas de nosotras tenemos el problema de ser descuidadas cuando estamos en casa. Si trabajamos fuera de casa, en el momento en que llegamos a casa nos cambiamos y nos ponemos un suéter cualquiera o pijamas o cualquier cosa que sea cómoda, y nunca nos detenemos a pensar si eso es agradable para nuestros esposos. Y si somos lo suficientemente afortunada para quedarnos en casa con los niños, olvídate… no nos quitamos las pijamas en todo el día. Muchas mujeres que tienen bebés o niños pequeños incluso llegan hasta a bromear de que rara vez toman un baño porque están muy ocupadas con sus hijos.
 
Ciertamente este no es un espectáculo muy agradable para ver si lo pensamos bien. Pero, si una amiga o un familiar fuera a venir a visitarnos, nos esforzaríamos por limpiar todo y vestirnos agradablemente para recibir esa visita. ¿Por qué no mostramos a nuestros esposos por lo menos la mitad de esa cortesía? No necesitamos estar glamorosas para ellos, pero por lo menos estar limpias, arregladas y presentables para ellos.
 
Por supuesto, lo que está adentro también cuenta. Si estamos de buen humor cuando nuestro esposo llega a casa del trabajo, se sentirá bienvenido. Él humor es contagioso. Tu buen humor puede tener un efecto positivo sobre él; sonreír y decir salam cuando aparece por la puerta, es un regalo simple, además la sonrisa también es un acto de caridad, como dijo el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam.
Respetar lo que es suyo, lo que es tuyo y lo que es de nuestra familia demuestra y mantiene el respeto por todo lo que le pertenece a él, a ti y a ambos. Cuidar de sus pertenencias, “nuestras posesiones” y tus cosas. Tu casa no tiene por qué estar reluciente, pero un poco hace mucho. Incluso si podemos hacer un poco de vez en cuando se nota y será muy apreciado.
Üna forma de respetar nuestras pertenencias es mantenerlas limpias. Mantener la casa limpia y ordenada, lo mejor que se pueda. A nadie le gusta regresar a casa y encontrarla un desastre; lo mejor que podemos hacer es mantener el orden y la limpieza tanto como sea posible. Sin embargo, cuando ambos esposos trabajan, a veces esto es muy difícil de hacer. És entonces cuando muchos adultos establecen la regla del 50/50. Dividen el trabajo de la casa en la mitad. Tú lavas los platos y yo los seco. Tú cocinas y yo limpio. Tú alistas a los niños para ir a la escuela y yo los alisto para ir a dormir. Pero, ¿qué sucede si alguno tiene un contratiempo y no puede llegar a casa a tiempo?, ¿los platos se quedan sucios y los niños no van a la cama? Él matrimonio no se trata de 50/50; sin embargo, se trata de equidad. Sé justa: si llegas a casa antes que tu esposo, comienza el trabajo, par que al llegar a casa él encuentra la casa por lo menos con cierta apariencia de orden. Por lo menos uno de ustedes puede tener la tranquilidad para atender mejor a los niños o cualquier otra cosa que haya que atender ese día. Tal vez la próxima vez le tocará a él.
No se trata solo de lo que tú haces

Muchas podrán pensar que todo lo que hemos señalado anteriormente es parte de la descripción del trabajo de una esposa. És nuestro deber ser buenas con nuestra suegra, es nuestro deber educar bien a nuestros hijos, es nuestro deber lucir y actuar de forma agradable para nuestros esposos y es nuestro deber cuidar de nuestras pertenencias. Definitivamente no estamos discutiendo eso, pero no se trata solo de lo que tienes que hacer, sino de cómo lo haces. Ése es el punto. Éste no es simplemente un recordatorio de nuestros deberes, sino de hacerlos bien y hacerlos con amor y cuidado. Si podemos realizar nuestras obligaciones con la intención de que lo estamos haciendo por la causa de Al-lah y queremos complacer a nuestros esposos y a nuestras familias, entonces seremos mejores que si lo hacemos simplemente para cumplir con nuestro trabajo.

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