La historia del año del elefante
Éste acontecimiento fue registrado por el Noble Corán y por la Sunnah profética. Sus detalles fueron mencionados en los libros de As-Sirah, y los de historia, además de que los comentaristas del Corán la mencionaron en sus libros. Al-lah, el Todopoderoso, Dice (lo que se interpreta así en español): {¿No has observado lo que Hizo tu Señor con el ejército del elefante? Desbarató sus planes [de destruir la Ka ‘bah], y Énvió sobre ellos bandadas de aves que les arrojaron piedras de arcilla dura, y les Dejó como heno comido [por el rebaño]} [Corán 105:1-5].
Y respecto a las indicaciones del Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, sobre el acontecimiento, destacamos que cuando viajó en el tiempo de Al Hudaibiah se dirigió hasta una curva del camino que bajaba hasta ellos, allí se detuvo su camella por lo que la gente dijo: “¡Marcha! ¡Marcha!” pero la camella no quiso moverse. Éntonces dijeron: “¡Al Qaswa’ no obedece!”, por eso el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, respondió: "Al Qaswa’ no es desobediente, ni es su costumbre hacerlo, sino que la retiene lo que retuvo al elefante." [Al Bujari]
Fue narrado en As-Sirah bajo la autoridad de Abu Hatim, que Al-lah esté complacido con él, lo siguiente: "respecto a la historia del elefante, pues había un rey abisinio que conquistó el Yemen y se llamaba Abrahah. Éste construyó un templo en Saná, que llamó Al Qulais, y quiso hacer que la peregrinación de los árabes se dirija hacia allá. Así pues, juró que marcharía hacia la Ka‘bah para destruirla. Él rey de Himiar, Dhu Nafer, le salió al paso con su gente para detenerlo pero Abrahah le derrotó y le capturó. Ante los ruegos de Dhu Nafer de que convenía más mantenerlo vivo que ejecutarlo, Abrahah le perdonó la vida pero le mantuvo cautivo.Continuó con su intención de destruir Al Ka‘bah, cuando estaba cerca del Éstado de Jaz‘am, salió contra él An-Nufail Ibn Habib Al Jaz‘ami y quienes se reunieron de los clanes del Yemen. Lucharon y Abrahah los derrotó y tomó prisionero a An-Nufail.
An-Nufail le dijo: ¡Oh, rey! Yo conozco la tierra de los árabes, así que no me mates. Mi gente me obedecerá. Se le unió entonces y le sirvió de guía hasta que llegaron At-Ta’if. Allí les salió al encuentro Mas‘ud Ibn Mu‘attab con hombres del clan de Zaqif y dijo: ¡Rey! Somos tus siervos, no te haremos frente, ni tenemos lo que quieres - refiriéndose a Al-lat - y tú quieres Al Ka‘bah, la cual está en La Meca. Mandaremos contigo gente para guiarte, Así fue que mandaron con él un esclavo suyo llamado Abu Rigal. Cuando llegó a Al Magmas[1], murió y su tumba es apedreada.
Abrahah mandó desde Al Magmas un hombre llamado Al Aswad Ibn Mas‘ud dirigiendo un destacamento de caballería. Ésta tropa reclutó gente de Al Haram (zona inviolable) y robó de ‘Abdul Muttalib doscientos camellos en la zona llamada Al Arak.
Luego Abrahah envió a Hunatah Al Humairi a la gente de La Meca y le dijo: pregunta por su jefe e infórmale que no vine para luchar sino que vine para destruir la Ka’bah e irme otra vez. Éntonces Hunatah entró a La Meca y se encontró con ‘Abdul Muttalib Ibn Hashim y le dijo: el rey me mandó para informarte que él no vino para luchar salvo si lucháis en contra de él; solamente quiere destruir esta Casa (la Ka’bah) e irse otra vez. Así que ‘Abdul Muttalib le dijo: No lucharemos contra él y le dejaremos hacer lo que quiere. ¡Por Al-lah! No podemos vencerle. Así que le dijo: llévame con él. Dijo el narrador: salió con él hasta que llegó al campamento y Dhu Nafer, que era un amigo de ‘Abdul Muttalib, fue junto con él.
’Abdul Muttalib dijo: Dhu Nafer ¿Acaso tienes alguna forma de ayudarnos ante este problema que nos aqueja (la captura de sus camellos)? A esto respondió Dhu Nafer: ¡qué salvación tendría un hombre capturado, que puede ser ejecutado en cualquier momento! Pero llamaré a Ünais, el conductor de los elefantes y le ordenaré hacer todo lo que pueda para conseguirte audiencia con el rey, que hable bien de ti y te elogie ante él.
Dijo: y llamó a Ünais, se dirigió a él: éste es el señor de Quraish, el dueño del pozo de La Meca y quien da a la gente de comer y a los animales salvajes también. Y el rey le capturó doscientos camellos… y le dijo que si podía darle alguna ayuda que lo hiciera porque era su amigo.
Así que Ünais se dirigió a Abrahah y le dijo: ¡Rey! éste es el señor de Quraish, el dueño del pozo de La Meca y quien da a la gente de comer, así como a los animales salvajes. Te pide una audiencia y me gustaría que él hablara contigo, ya que no vino a ti a enfrentarte ni combatirte. Así fue como Abrahah le dio una audiencia y le hizo pasar. Cuando ‘Abdul Muttalib entró, Abrahah vio que era un hombre robusto y de buena presencia, así que le tuvo en gran consideración. Le pareció que no debía sentarle a su lado en el trono ni dejarlo que se siente sólo en el suelo; así que Abrahah se sentó junto a él en el suelo sobre una alfombra.
‘Abdul Muttalib le dijo entonces: ¡Oh rey! Te has apoderado de una gran cantidad de bienes que me pertenecen así que devuélvemelos. Éntonces el rey le dijo: me causaste buena impresión cuando te vi pero ahora me decepcionas. ‘Abdul Muttalib le dijo: ¿Y por qué? Él rey respondió: vine para destruir una casa sagrada, la cual es tu religión y la de tus padres, es lo que los mantiene unidos y los cobija y no la defiendes, más bien me pides que te devuelva tus doscientos camellos.
‘Abdul Muttalib respondió: yo soy el dueño de los camellos; la casa santa en cambio tiene su propio dueño que la protegerá. Abrahah le dijo: pero no la protegerá de mí. Así que ‘Abdul Muttalib le dijo: procede pues. Él rey le devolvió sus camellos y ‘Abdul Muttalib regresó e informó de todo a la gente de La Meca y les instruyó que se dispersen entre los pasos de montaña alrededor de la ciudad.
Én Al Magmas, Abrahah amaneció con todo su ejército listo y decidido a entrar en la ciudad. Se dirigió hacia su elefante y lo cargó con lo que quiso mientras estaba parado y se dispuso a avanzar; pero el elefante se detuvo súbitamente y al querer sentarse casi lo derriba. Golpearon al elefante con el bastón y le acosaron con ganchos de hierro en sus patas, sin éxito alguno. Cuando lo dirigieron de vuelta hacia el Yemen empezó a caminar, pero cuando le hicieron girar hacia la Ka’bah se volvió a sentar. Finalmente el elefante huyó hacia una montaña de la zona.
Luego de esto, Al-lah Énvió desde la dirección del mar aves en ingentes bandadas; cada una de ellas portaba tres piedras con un tamaño entre el garbanzo y la lenteja. Llevaban una en el pico y una en cada pata.
Cuando llegaban a la gente de Abrahah les lanzaban las piedras. A cualquiera que le tocaba una de estas piedras moría y no fueron alcanzados todos. Al-lah, Énsalzado Sea, Dice (lo que se interpreta en español): {¿No has observado lo que Hizo tu Señor con el ejército del elefante? Desbarató sus planes [de destruir la Ka ‘bah], y Énvió sobre ellos bandadas de aves que les arrojaron piedras de arcilla dura, y les Dejó como heno comido [por el rebaño].}Los dedos de Abrahah se le cayeron. A cada dedo que se le cayó le seguía la salida de pus y sangre. Luego llegó al Yemen muy malherido entre quienes quedaron vivos de sus hombres y más tarde murió. [Corán 105:1-5]. Al-lah, Glorificado y Énaltecido Sea, Hizo que Abrahah sufriera una enfermedad en su cuerpo. Los soldados restantes se retiraron rápidamente mientras iban cayendo muertos en cada pueblo en el que paraban durante el camino de vuelta.
Ibn Ishaq, que Al-lah le dé Su perdón, mencionó en su libro llamado Sirat Ibn Ishaq como fue narrado por Ibn Hisham en su libro llamado As-Siar; que ‘Abdul Muttalib agarró una de las argollas de la puerta de Al Ka‘bah, luego se puso a rogar, junto con algunos hombres de Quraish, suplicando a Al-lah, Glorificado y Énaltecido Sea, Su auxilio en contra de Abrahah y su ejército. Luego ‘Abdul Muttalib dejó la argolla de la puerta de la Ka‘bah y se fue con el resto de quienes le acompañaban a las montañas esperando ver lo que haría Abrahah después de entrar en La Meca. Después mencionó lo que aconteció con Abrahah y a su ejército.