Inicio de la revelación (Parte 1)

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 Él Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en aquel tiempo tenia cuarenta años de edad y solía quedarse a solas en la cueva de Hira’ reflexionando sobre el universo y Su Creador. Se quedaba muchas noches en adoración, de modo que cuando su comida y bebida se terminaban, volvía a su casa, y tomaba más para las noches siguientes.

Én un lunes del mes de Ramadán, Yibril, (Gabriel) la paz sea con él, se le apareció de repente cuando estaba dentro de la cueva de Hira’. Fue narrado bajo la autoridad de ‘A’ishah, que Al-lah esté complacido con ella, dijo: “Al principio, la Revelación divina se manifestaba en el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, en forma de sueños piadosos y veraces mientras dormía. Éstos sueños le llegaban como la brillante luz del día y se le inspiró el amor al retiro y al aislamiento. Solía recluirse en la cueva de Hira y adorar Al-lah el &Üacute;nico durante varias noches antes de volver con su familia. Solía llevar con él su sustento para cada retiro y volvía con su esposa Jadiyah para abastecerse nuevamente. Así lo hizo hasta que le llegó la Verdad en la cueva de Hira; el Ángel llegó a él y le dijo: ‘¡Lee!’ y él respondió: “No sé leer”” [Al Bujari]. Él Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, relató : “Luego me sujetó con fuerza y me apretó tan fuerte que pensé no poder resistir más. Luego me soltó y me dijo que lea. Yo repliqué: “No sé leer”. Éntonces me sujetó nuevamente y me apretó tan fuerte que pensé no poder resistirlo más. Luego me soltó y me pidió nuevamente que lea. Respondí: “No sé leer”. Éntonces, me sujetó por tercera vez y al soltarme me dijo: {¡Lee! Én el nombre de tu Señor que todo lo Creó. Creó al hombre de algo que pende. ¡Lee! Tu Señor es el más generoso} [Corán 96:1-3]” Él mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, retornó con su corazón latiendo aceleradamente. Al llegar y ver a Jadiyah bint Juwailid [1] le dijo: “¡Temo que me suceda algo!” Jadiyah le respondió. ‘¡Claro que no! ¡Por Al-lah! Tu mantienes buenas relaciones con tus parientes, ayudas a los pobres y miserables, atiendes generosamente a tus invitados y asistes a quien se lo merece de entre los azotados por la desgracia’. Jadiyah salió con Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se dirigieron a ver a Waraqah bin Nawfal bin Asad bin ‘Abd el ‘Üzza, quien durante la Yahiliah[2] se hizo cristiano y solía escribir en hebreo. Éscribió el Évangelio en hebreo tanto como Al-lah se lo permitió. Éra ya un anciano y había perdido la vista. Jadiyah le dijo: ‘¡Primo! Éscucha lo que te relatará tu sobrino’. Waraqa preguntó: ‘¿Qué has visto sobrino?’ y el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le describió todo lo que había visto. Waraqah dijo. ‘Éste es el mismo Éspíritu[3] que Al-lah Reveló a Musa [4] ¡Cómo quisiera ser joven aún y estar vivo cuando tu pueblo te expulse!’ Él Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam,le dijo: “¿Me expulsarán acaso?” Él asintió con la cabeza y dijo: ‘Todos los que se presentaron con lo mismo que tú traes fueron tratados con hostilidad. Si estoy vivo hasta ese día, te apoyaré con todas mis fuerzas’. Waraqa murió unos días después y la revelación también se detuvo por un tiempo.
 
 
Del anterior Hadiz se pueden destacar varias cuestiones, entre ellas tenemos:
 
Primero: Los sueños piadosos:
Conocidas también como premoniciones, que se cumplían. Las que se señalan en este hadiz son reconfortantes que traen confortan el corazón y lo tranquilizan.
Quizás la lección que Al-lah Quiso darnos fuera que Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, empezara con la revelación en los sueños,es que si el asunto no hubiera empezado por los sueños y si le hubiera aparecido de repente Yibril, la paz sea con él, sin ver a un Ángel anteriormente, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se hubría aterrorizado a tal punto que  no hubiera podido recibir nada de él.
Debido a esto, la Sabiduría de Al-lah, el Altísimo, Decidió que la revelación le viniera en los sueños en el comienzo, para que supiera y se acostumbrara en el principio. Así pues; las visiones verídicas son una parte de cuarenta y seis partes de la profecía como fue mencionado en el Hadiz. Y los ulemas dijeron: los sueños piadosos duraron un periodo de seis meses, lo citó Al Baihaqi, que Al-lah le dé Su perdón, y nunca descendió sobre él ninguna aleya del Corán mientras dormía, sino que todo (el Corán) fue descendido mientras estaba despierto.
 
Los sueños piadosos en la vida terrenal son parte de las buenas nuevas. Así pues; fue narrado que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “¡Oh gente! Lo único que queda de la profecía son las premoniciones en los sueños piadosos que tiene el buen musulmán” [Ibn Mayah].
Así pues; el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, antes de que se descendiera la revelación sobre él en la cueva de Hira’, tenía estas visiones y se levantaba alegre, capaz de reflexionar sobre todo lo que tiene la vida de belleza.
Las narraciones están de acuerdo, mediante el hadiz en que se relata el comienzo de la revelación, sobre que las visiones buenas y sinceras eran el principio de la revelación respecto al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Las veía en sus sueños y se volvían realidad cuando estaba despierto de la misma manera que las vio en sus sueños. Nunca olvidó algo de sus visiones como si fuesen esculpidas en su corazón y en su mente.
‘A’ishah, que Al-lah esté complacido con ella, - quien era la mujer más elocuente entre las mujeres árabes- comparó las visiones del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en la perfección de su claridad al despertarse como la aparición de la luz del día cuando se ilumina dentro de la oscuridad de la noche. Y esta es una representación alegórica que la elocuencia de los árabes no pudo jamás superar.
Segundo: le gustaba estar aislado de las personas y estar a solas en la cueva de Hira’ para reflexionar:
Antes de la profecía, el alma del profeta sallallahu ‘alayhi wa sallam gustaba de la soledad, para que su corazón, su mente y su alma se dedicaran a lo que recibiría de los signos de la profecía. Por ello, tomó la cueva de Hira’ como un lugar de adoración, para dejar de preocuparse por los asuntos de la vida mundana y el contacto con la gente, eso con el fin de concentrar sus fuerzas mentales, su sensibilidad espiritual, sus sensaciones psicológicas y sus percepciones racionales, para que nada le preocupara de hablar a solas con Al-lah, suplicándole, refugiándose a &Éacute;l, agradeciéndole y glorificándole.
 La cueva donde el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía irse; le ayudaba a reflexionar y meditar. Ya que cuando miraba los límites más lejanos del horizonte, no se veía nada mas excepto montes como si estuvieran prosternados ante la Grandeza de Al-lah, Glorificado Sea, y veía un cielo completamente puro y se podía ver muy bien quien estaba en la Meca si se tenía una vista aguda.
Éste estado de quedarse a solas con sí mismo era agradable al alma del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, era un tipo de una preparación especial y de purificación para el alma de las cosas materiales y humanas, además de la educación y la enseñanza divina en todos sus casos. Su adoración antes de la profecía se dedicaba a meditar y pensar en el Creador Maravilloso de los reinos celestiales y reflexionar sobre Sus Signos en el universo que dan referencia a la belleza de Su creación, la grandeza de Su Poder, Su Control y Su Generación magnifica.
Algunas personas que andaban en el camino hacia Al-lah se inspiraron en esto para desarrollar la idea de estar a solas con sí mismos pronunciando menciones de Al-lah (Al Adhkar) y adorando a Al-lah como una etapa de las etapas del camino hacia Al-lah, para iluminar el corazón, quitarle la oscuridad y extraerle de su distracción, su deseo y su olvido.
Y es de la Sunnah del Profeta, sallallahu 'alayhi wa sallam, el practicar Al I‘tikaf (el retiro en la mezquita con el fin de adorar) en Ramadán, que es muy importante para cada musulmán sea gobernante, ulema, líder o comerciante para filtrar las impurezas que adhieren a las almas y los corazones, y para reformar nuestra realidad según la Sunnah y el Libro (el Corán) y pedirnos cuentas nosotros mismos antes de que otros nos pidan cuentas.
La gente de Ad-Da‘wah puede darse a sí misma un tiempo para una revisión total, el arrepentimiento y la reflexión en la realidad de Ad-Da‘wah y su estado de fuerza o debilidad, y descubrir los elementos que causan las fallas y conocer la realidad con sus detalles, los positivos y los negativos.
Así pues; en palabras de la señora A’ishah, que Al-lah esté complacido con ella: “se retiraba para adorar por numerosas noches”
 Él Sheij Muhammad ‘Abdul-lah Diraz, que Al-lah le dé Su perdón, dijo: “Ésto quiere decir que estas noches no eran tan pocas ni muchas. Y todavía tenemos entre nosotros esta buena guía del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, desde antes de su misión profética- respecto a la moderación en practicar los actos- como un principio de la fe islámica y un símbolo de la guía profética noble después de que Al-lah lo Énvió como una misericordia para todo el mundo.”

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