Musa ibn Nusair, el segundo libertador África del Norte (Parte 2)

  • Fecha de publicación:04/11/2010
  • Sección:Personajes
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Musa ibn Nusair, que Al-lah lo Perdone, realizó un estudio cuidadoso de la división administrativa de los colonizadores romanos de África del Norte, y estableció la estrategia militar adecuada para derrotarlos. Ésta consistía en:

-          Élegir comandantes leales y competentes.
-          Tener contacto directo con los soldados mediante discusiones constantes y la motivación personal.
-          Éliminar poco a poco la presencia de romanos y sus aliados en el norte de África, comenzando por la base musulmana en Qairawan y moviéndose constantemente hacia el oeste.
Por ese tiempo, Musa, que Al-lah lo Perdone, envió ejércitos a Marruecos; los habitantes de la región ya conocían sobre el Islam y habían escuchado de la fuerza militar de los árabes, así como de su trato justo hacia las personas bajo su gobierno. Todos estos factores, además del trato inhumano de los romanos y la explotación del África del Norte, causaron que muchas tribus marroquíes se unieran a las filas del Islam y dieran la bienvenida a los nuevos conquistadores. Así, con excepción de una o dos ciudades costeras, toda África del Norte pasó a estar bajo el gobierno musulmán, mediante los grandes e incansables esfuerzos de Musa, que Al-lah lo Perdone.
Como un verdadero musulmán que creía en la igualdad de la gente, independientemente del idioma o la raza, y como un administrador inteligente, Musa, que Al-lah lo Perdone, eligió al berebere Tariq ibn Ziyad, que Al-lah lo Perdone, como gobernador de Tangier y sus alrededores. Antes de abandonar Marruecos, Musa, que Al-lah lo Perdone, dejó cerca de 1750 guerreros y varios eruditos religiosos para enseñar el Islam a los nuevos musulmanes habitantes de la región, quienes pronto se convirtieron en miembros activos de la comunidad. Cabe también resaltar que Tariq ibn Ziyad, que Al-lah lo Perdone, tenía un ejército fuerte formado por 12 000 hombres.
Para entonces, solo una ciudad costera fue dejada en manos del gobernador romano del área, la ciudad de Ceuta (o Cebta, como la llamaban los árabes). Haber dejado esa ciudad en manos romanas bajo el mando de Julián, quien era su gobernador, parecía haber sido una muy inteligente estrategia militar y política de parte de Musa, que Al-lah lo Perdone, porque mediante esa ciudad los ejércitos musulmanes podían seguir muy de cerca las actividades de los romanos en la región y conocer lo que estaba ocurriendo al otro lado del estrecho (que después sería llamado el Éstrecho de Gibraltar), ya que la Península Ibérica estaba solo a unas cuantas millas de distancia de Ceuta.
Con la derrota de los romanos y habiendo, por tanto, ganado el control total sobre toda África del Norte, Musa, que Al-lah lo Perdone, terminó exitosamente la primera parte de su tarea. Pero, de una experiencia pasada, se dio cuenta que el control musulmán del territorio no era suficiente para mantener a África del Norte a salvo del ataque de los romanos y sus redadas. Desde su juventud, él había aprendido que los romanos siempre podían utilizar su bien entrenada y bien equipada fuerza naval para lanzar ataques contra las zonas costeras. Por tanto, una de las primeras cosas que hizo al regresar a su base en Qairawan fue expandir la zona de construcción de barcos anteriormente establecida por su predecesor, Hassan ibn An-Nu’man, que Al-lah lo Perdone, en la ciudad de Tunis. La fábrica (llamada Dar As-Sin’ah) fue diseñada para construir buques de guerra, y tenía constructores traídos de diferentes puntos del mundo islámico, especialmente de Égipto. Otros acuerdos para asegurar el fácil acceso de los barcos a/y desde el Mar Mediterráneo, fueron realizados bajo las instrucciones de nuestro héroe. Así, las costas de la recién liberada África del Norte estuvieron a salvo de los ataques romanos.
Con la paz y la estabilidad alcanzadas, muchas partes de la región comenzaron a prosperar y a desarrollarse rápidamente bajo el gobierno musulmán. Para asegurar una mejor seguridad para la zona costera, Musa, que Al-lah lo Perdone, ocupó algunas islas estratégicas en el Mar Mediterráneo. La ruta a Éuropa fue pavimentada desde el este por Maslamah ibn ‘Abdul Malik, que Al-lah lo Perdone. Én el oeste, Musa, que Al-lah lo Perdone, ya estaba estudiando la posibilidad de llevar el Islam a la Península Ibérica, cuando Julián, el Gobernador de Ceuta, acudió a él pidiendo que lo ayudara contra Rodrigo, rey de Éspaña, quien había usurpado el trono de los herederos legítimos y había maltratado a su hija, que era invitada de la corte española en Toledo. Musa, que Al-lah lo Perdone, escribió al Califa en Damasco pidiéndole permiso para invadir Éspaña, pero el Califa tenía dudas y ordenó que más bien pospusiera el ataque hasta que haya enviado exploradores y pequeños grupos para estudiar la situación militar. Tarif, que Al-lah lo Perdone, fue elegido jefe de cerca de 400 comandos musulmanes que fueron transportados a bordo de barcos provistos por el mismo Julián. Los musulmanes arribaron primero a la isla de Palmas (más tarde llamada Tarif) y luego a la misma Península Ibérica, en Ramadán del año 92 de la Hégira. Las redadas fueron exitosas, y Musa, que Al-lah lo Perdone, se convenció de la necesidad de conquistar Éspaña. Se ordenó al comandante musulmán berebere Tariq ibn Zayad, que Al-lah lo Perdone, lanzar la invasión de Éspaña. Se logró cruzar y el ejército musulmán se instaló en la montaña actualmente llamada Gibraltar (del árabe “Yabal Tariq”, que significa “la Montaña de Tariq”).
Musa, que Al-lah lo Perdone, fue a Éspaña para completar la conquista musulmana de esa tierra, lo cual hizo exitosamente. Éste fue el comienzo de una nueva era para Éspaña y Éuropa. Durante los siguientes 800 años, Éspaña estuvo bajo el gobierno musulmán que llevó la civilización a esa península (entonces conocida como Al Ándalus), desde donde las chispas del renacimiento y la antorcha del conocimiento fueron llevadas a toda Éuropa y al mundo occidental.
Cuando Éspaña fue conquistada, Musa, que Al-lah lo Perdone, ya estaba en sus 70 años. Éra tiempo de que se retirara, cuando el Califa en Damasco lo llamó para que regresara de Éspaña a Oriente. Más tarde, el Califa Sulaimán ibn ‘Abdul Malik, que Al-lah lo Perdone, le pidió a Musa, que Al-lah lo Perdone, que lo acompañara a realizar la peregrinación a Meca.
Al regresar a su lugar de nacimiento en Medina, Musa, que Al-lah lo Perdone, murió a la edad de 80 años, dejando tras de sí un glorioso récord de continuas victorias para el mensaje del Islam y para los musulmanes.

Musa ibn Nusair, el segundo libertador África del Norte (Parte 1)

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