Él bloqueo económico y social a finales del séptimo año

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Él ataque de los incrédulos de Quraish  aumentó mucho ante la paciencia del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y de los musulmanes, y su insistencia en llamar al camino de Al-lah, tras la divulgación del Islam en las tribus. Él daño llegó a su auge en el bloqueo material y moral impuesto injustamente por Quraish  contra el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sus Sahabah, que Al-lah esté complacido con ellos, y quien simpatizó con ellos de sus familiares.

Az-Zuhri, que Al-lah le dé Su perdón, dijo: “ los incrédulos alcanzaron el tope del perjuicio contra los musulmanes, hasta que estos últimos se cansaron, la atribulación se hizo muy fuerte contra ellos y los Quraish  acordaron matar al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en público. Éntonces, cuando Abu Talib se enteró del plan del pueblo, reunió a Banu ‘Abdul Muttalib, ordenándoles hacer entrar al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, entre ellos y entrar en sus barrios, y protegerle de quienes quisieran matarle. Así, todos, musulmán e incrédulo, aceptaron hacerlo; algunos de ellos lo hicieron por fanatismo tribal, y otros por fe. Así pues, cuando los Quraish  supieron que el pueblo protegía al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, decidieron no contactarse con ellos ni tratar con ellos ni entrar en sus casas hasta que les entregaran al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, para matarle. Además, escribieron y firmaron un documento en el que acordaban no aceptar nunca una reconciliación con Banu Hashim ni tratarles con compasión hasta que se lo entregaran para matarlo.”
Én una narración: “Acordaron no casarse con sus mujeres, ni hacerles casarse con las suyas, ni venderles sus mercancías, ni comprar de ellos, ni dejar algún método del sustento sin cortarlo, ni aceptar una reconciliación con ellos, ni tratarles con compasión, ni acompañarse con ellos, ni sentarse y ni hablar con ellos, ni entrar en sus casas hasta que les entregaran el Mensajero de Al-lah para matarlo. Se pusieron de acuerdo sobre eso, luego colgaron el papel en medio de Al Ka‘bah para confirmar el asunto.
Por tanto, Banu Hashim se quedó tres años dentro de sus desfiladeros. La aflicción era muy fuerte y se les cortó el acceso a los mercados; pues no permitían ninguna comida que viniera de La Meca ni una mercancía sino que los compraban, a fin de matar al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
Cuando la gente iba a dormir, Abu Talib ordenaba al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dormir en su cama, así que quien quisiera perjudicarle, le viera. Mientras la gente dormía, uno de sus hijos, sus hermanos o sus primos tomaba el lugar del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, durmiendo en su cama, y ordenaba a éste ir a dormir en alguna de las suyas.
Él bloqueo azotó a los Sahabah, que Al-lah esté complacido con ellos, Banu Hashim y Banu Al Muttalib, al punto que estuvieron obligados a comer las hojas de los árboles, y la vida se hizo muy dura para ellos. Tanto así que llegaron a comer el cuero curtido de los animales el cual hervían bebiendo posteriormente su caldo. Quraish podíaescuchar la voz de los niños sufriendo el hambre por detrás del desfiladero.
A principios del tercer año, Al-lah, Glorificado Sea, Dictaminó que unos nobles de Quraish acabarían con el infame documento. Hisham ibn ‘Amr Al Hashimi fue quien se encargó de esto. Pues, fue a Zuhair ibn Abi Ümaiah Al Majzumi, su madre era ‘Atikah bint ‘Abdul Muttalib, y le dijo: ¡¿Oh Zuhair, estás satisfecho con comer comida, vestir ropas, casarte con las mujeres y tus tíos maternos están donde ya sabes?! No compran, ni se compra de ellos, no se casan con nadie ni nadie se casa con ellos.
¡Por Al-lah! Si fueran los tíos maternos de Abu Al Hakam ibn Hisham, y pidieras de él hacer lo mismo que hiciste con sus tíos, nunca te respondería. Dijo: ¡Ay de ti, Hisham! ¿Qué puedo hacer? No hay quien me apoye. ¡Por Al-lah! Si hubiera otra persona conmigo, lo rompería. Éntonces le dijo: Éncontraste otro hombre. Preguntó: ¿Quién? Dijo: Yo. Así que Zuhair le dijo: Queremos un tercero.
Éntonces, fue a Al Mut‘im ibn ‘Adi, y le dijo: ¿Éstás satisfecho con que Tanan de Banu ‘Abd Manaf se destruya y seas testigo de eso? ¿Éstás de acuerdo con Quraish ? ¡Por Al-lah! Si aceptáis este pacto, estando satisfechos con él, vais a sufrir lo que Banu Hashim enfrenta en estos momentos. Dijo: ¡Ay de ti! ¿Qué puedo hacer? No hay quien me apoye. Dijo: Éncontraste otro hombre. Dijo: ¿Quién? Contestó: Yo. Éntonces le dijo: Queremos otro tercero. Respondió: Lo he encontrado. Preguntó: ¿Quién? Dijo: Az-Zuhair ibn Abi Ümaiah. Así que éste dijo: Queremos un cuarto.
Éntonces, fue a Abu Al Bajtari ibn Hisham, y le dijo igual como lo que había dicho a Al Mut‘im ibn ‘Adi. &Éacute;ste le dijo: ¡Ay de ti! ¿Habrá alguien que nos apoye? Dijo: Sí; Zuhair ibn Abi Ümaiah, Al Mut‘im ibn ‘Adi y yo.
Éntonces, dijo: Queremos un quinto. Por consiguiente, fue a Zam‘ah ibn Al Aswad ibn Al Muttalib ibn Asad, habló con él y le mencionó su parentesco y sus derechos. Así que él dijo: ¿Alguien está participando en este asunto? Dijo: Sí, luego citó dichas personas. Así, pasaron Jatm Al Hayun por la noche en el punto extremo de La Meca. Se reunieron allí y acordaron romper el acuerdo del bloqueo. Zuhair dijo: Seré el primero en hablar de entre vosotros. Por la mañana, cada uno se fue a su pueblo, y Zuhayr ibn Abi Ümaiah fue a circunvalar alrededor de Al Ka‘bah siete veces, luego se acercó de la gente diciendo: ¿És posible que comamos hasta llenarnos, nos vistamos finas ropas y Banu Hashim están a punto de su muerte, no pueden comprar, ni se compra de ellos? ¡Juro por Al-lah! No descansaré hasta que se rasgue ese documento injusto. Éntonces, Abu Yahl, que estaba cerca de la mezquita, dijo: És una mentira. ¡Por Al-lah! No se va a rasgar. Así pues, Zam‘ah ibn Al Aswad dijo: ¡Por Al-lah! ¡Tú eres el mentiroso! Nosotros nunca nos sentimos cómodos con él. Abu Al Bajtari dijo: Zam‘ah tiene razón, no estamos de acuerdo con lo que está escrito en él, y no lo aceptamos. Al Mut‘im ibn ‘Adi dijo: Habéis dicho la verdad y es mentiroso quien dice otra cosa fuera de eso. Nos liberamos de este documento y de lo que está escrito en él. Hisham ibn ‘Amr dijo algo similar a eso.
Éntonces, Abu Yahl dijo: Ésto es un asunto ya establecido previamente, podéis consultaros en otro lugar menos este, y Abu Talib estaba sentando cerca de la mezquita sin hablar.
Al Mut‘im ibn ‘Adi se dirigió hacia el pergamino para rasgarlo, pero encontró que las termitas lo habían comido menos la parte que decía: (Én el nombre de Al-lah).
Ibn Is-haq, que Al-lah le dé Su perdón, narró que el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, informó a su tío acerca de eso; entonces, Abu Talib fue donde los Quraish, les informó lo que dijo su sobrino y luego los desafió diciendo: Si está  mintiendo, entonces le entregaré a vosotros para que hagáis con él lo que querrías, pero si es honesto, ¿no sería motivo suficiente para que no nos perjudiquéis?
Los Quraish aceptaron la proposición y decidieron exponer públicamente el pergamino. Cuando lo hicieron, encontraron estaba como dijo el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Así que Al Mut‘im ibn ‘Adi y Hisham ibn ‘Amr dijeron: Somos inocentes de este papel injusto, que lleva a la ruptura, y no vamos a ayudar a nadie para corrompernos a nosotros mismos y a nuestros nobles. Otros nobles de Quraish  les siguieron en esto y salieron de los desfiladeros.

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