Lecciones del segundo pacto del ‘Aqabah (Parte 1)

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1.       Éste gran pacto, con sus circunstancias, motivos, resultados y realidad histórica, es la conquista más trascendente del Islam (literalmente la conquista de todas las conquistas). Así pues, fue el primer eslabón en la cadena de las conquistas islámicas; la cadena cuyos eslabones se completaron sucesiva y gradualmente, enlazados firmemente a este pacto como punto de partida, desde que se estableció con los compromisos y acuerdos que estipuló el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, con la vanguardia más fuerte de los Ansar de la religión de Al-lah. Ésta vanguardia es la que respetaba más que nadie sus compromisos y acuerdos, así que cumplieron con lo que se comprometieron ante Al-lah, el Todopoderoso, y Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sin importar el costo que esto demandaría.
Las bases de este pacto consistían en creer en la verdad y apoyarla. Sus circunstancias eran: una fuerza que luchaba contra otra mucho mayor, enfrentada contra ella, cuyo valor y peso en el campo de guerra no estaba oculto para los creyentes. Todos ofrecieron hasta lo más valioso que poseían a fin de que la Palabra y la religión de Al-lah prevaleciera por encima de todo arrogante y altivo en la tierra.
2.       Las consecuencias de la verdadera fe y su huella en la educación de las almas se reflejan en la disposición de estas grandes personalidades a sacrificar sus vidas y derramar su sangre por la causa de Al-lah, el Todopoderoso, y Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Su recompensa en esta tierra no es ninguna ganancia, alto cargo, jefatura ni liderazgo, pues ellos ya habían desperdiciado varios años de sus vidas en conflictos internos por el liderazgo y la jefatura. &Éacute;sta es la influencia de la creencia en Al-lah, Alabado Sea, y en la autenticidad de esta religión cuando se arraiga en las almas.
3.       La acertada planificación estratégica está patente en el Pacto de Al ‘Aqabah. Se llevó a cabo en unas circunstancias excesivamente difíciles. Él pacto representaba un grave y atrevido desafío a las fuerzas de Ash-Shirk (idolatría) en aquel tiempo. Por esta razón, el planeamiento profético para su éxito se caracterizaba por la extrema precisión y exactitud, como se demuestra en lo siguiente:
a.       Él carácter secreto del movimiento y el traslado de los participantes en el juramento de fidelidad, para que no se descubriera el asunto. La delegación musulmana del juramento de fidelidad se componía de setenta hombres y dos mujeres que venían con una delegación de Yazrib que llegaban a ser  casi quinientas personas, lo que dificultaba el movimiento y el desplazamiento de aquellos setenta musulmanes. La cita se fijó para el segundo día de At-Tashriq, pasado el primer tercio de la noche, cuando el sueño se habría apoderado de la gente y se habría disminuido el movimiento. Él lugar sería el desfiladero derecho, lejos de la mirada de quien podría despertarse por cualquier necesidad.
b.      La salida organizada del grupo del pacto a la hora y al lugar de la reunión. Salieron a escondidas solos o en parejas.
c.       Mantener en pleno secreto el tiempo y el lugar de la reunión, de tal modo que no se enteraron de su reunión los idólatras, excepto Al ‘Abbas ibn ‘Abdul Muttalib, que Al-lah esté complacido con él, quien acompañó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, para garantizar su seguridad. ‘Ali ibn Abi Talib, que Al-lah esté complacido con él, era quien vigilaba la boca del desfiladero para los musulmanes y, finalmente, Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, quien vigilaba la otra boca del camino para los musulmanes. Nadie de los demás musulmanes ni de los incrédulos supo algo acerca del asunto en absoluto. Además, se ordenó a los que juraban fidelidad que no alzaran la voz ni hablaran mucho tiempo, por si acaso existiera algún espía escuchándolos o vigilando su movimiento.
d.      La cautela y la insistencia en el carácter secreto cuando Satanás reveló el pacto. Pues, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, les ordenó volver a sus tiendas y no decir nada, rechazando apresurarse en empezar el enfrentamiento armado, para el cual las circunstancias aún no estaban listas. Y cuando los Quraish quisieron verificar la noticia, los musulmanes lo camuflaron guardando silencio o provocando una conversación que los distraía del asunto.
e.      Élegir la última noche de Al Hayy, es decir la víspera del día trece de Dhul Hiyyah, el día en el que los peregrinos regresarían a sus hogares al mediodía, para que se disminuyera la oportunidad de que Quraish les bloqueara el camino o les impidiera la vuelta, si se descubriera el asunto del pacto, fue algo predecible y, en efecto, es lo que ocurrió.
4.       Los cincos artículos del pacto estaban tan claros y firmes que no permitían ninguna alteración ni negligencia. Éstos artículos son: escuchar y obedecer en la actividad y la inactividad, gastar por la causa de Al-lah, en el caso de la riqueza y la pobreza, imponer el bien y prohibir el mal, llamar al camino recto de Al-lah sin temer la crítica de nadie y, por último, apoyar al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y protegerlo al emigrar a Medina.
5.       La firmeza y valentía que llevó a  el jefe de los Ansar, Al Bara’ ibn Ma‘rur, que Al-lah esté complacido con él, sin dilación ni vacilación a que jurara su fidelidadal Islam.
Cabe destacar en la historia de Al Bara’, que Al-lah esté complacido con él, que él cuando vino con su pueblo de Yazrib, les dijo: “Tengo una opinión, pero por Al-lah no sé si la vais a aceptar o no”. Le preguntaron: “¿Cuál es esa opinión?”. Respondió: “Opino no dar mi espalda a este edificio –refiriéndose a Al Ka‘bah– y rezar dirigiéndome a ella”. Éntonces le dijeron: “Juramos por Al-lah que no nos hemos informado de que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, rece sino dirigiéndose a Al Masyid Al Aqsa (Mezquita de Al Aqsa) en Ash-Sham, y no queremos contradecirle”. Por consiguiente, cuando llegaba el tiempo de la oración, ellos rezaban dirigiéndose a Al Masyid Al Aqsa en Ash-Sham, mientras que él realizaba la oración en dirección a Al Ka‘bah.
Siguieron así hasta que fueron a La Meca y conocieron al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, mientras estaba sentado con su tío, Al ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, en Al Masyid Al Haram. Éntonces, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, preguntó a Al ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él: “Abu Al Fadl, ¿conoces a estos dos hombres?”. Respondió: “Sí, éste es Al Bara’ ibn Ma‘rur, señor de su pueblo, y el otro es Ka‘b ibn Malik”. Él Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, preguntó: “¿Él poeta?”. Le respondió: “Sí”.
Éntonces, Al Bara’, que Al-lah esté complacido con él, le contó lo que hizo durante el viaje, esto es rezar en dirección a Al Ka‘bah y le preguntó: “¿Qué opinas, Mensajero de Al-lah?”. Él Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le respondió: “Tenías una Qiblah. Dirígete a ella”.
Ka‘b, que Al-lah esté complacido con él, relató: “Én consecuencia, Al Bara’ volvió a rezar hacia Al Qiblah del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y rezó con nosotros hacia Ash-Sham. Y cuando estaba en la agonía, ordenó a su familia ponerlo en dirección a Al Ka‘bah y murió en Safar, un mes antes de la llegada del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a Medina. Además, dejó en su testamento el tercio de sus bienes para el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quien lo aceptó y lo devolvió al hijo del difunto. Así, fue el primero que donó el tercio de sus bienes en su testamento”.
Én estos datos, nos llama la atención lo siguiente:
a.       La disciplina de los musulmanes y su adherencia a la conducta de su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, así como su obediencia a sus órdenes. Cualquier opinión que contradiga esto, sea quien sea quien la hace, se considera rechazada. &Éacute;sta es una de las prioridades de Al Fiqh (la jurisprudencia) en la religión de Al-lah, Énsalzado Sea, y ellos la aplicaban aunque todavía estaban al principio del camino.
b.      La autoridad ya no correspondía a nadie salvo al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Reverenciar y respetar a cualquier persona debe partir como reflejo de su conducta y aferramiento a las órdenes del Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam. De este modo, las tradiciones de Al Yahiliah empezaron a eliminarse poco a poco para que los valores de fe las sustituyeran. Así pues, éstos son los verdaderos criterios según los cuales se puede juzgar a la gente en vista de la categoría y del grado.
6.       La franqueza de Abu Al Haizam ibn At-Taihan, que Al-lah esté complacido con él, quien le expresó al Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, su inquietud respecto a qué pasaría una vez los musulmanes vencieran y el Islam se estableciera. Ésta interrogación nos indica la sublime libertad a la cual Al-lah, el Altísimo, Ha elevado a la gente mediante el Islam; el hombre expresó lo que pensaba con plena libertad, y la respuesta Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue maravillosa, pues señaló en ella que él se sentía parte de ellos y que ellos eran parte de él.

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