La fidelidad también es…
La fidelidad también se aplica a nuestros trabajos. Én el momento en que firmamos un contrato de trabajo, estamos haciendo una promesa a nuestros empleadores de trabajar diligentemente y completar nuestras tareas. Por tanto, llegar tarde al trabajo es una forma de romper nuestras promesas. Perder el tiempo con tareas que no están relacionadas con el trabajo es también otra violación a nuestra palabra.
Cuando les pido a mis empleados que presenten un reporte, hagan una llamada telefónica o envíen un email a una hora específica, y no lo hacen sin tener ninguna razón válida, me dejan pensando si es que no les importa o es que no cumplen sus promesas. Éntonces, ¿cómo puedo confiar en ellos otra vez? Naturalmente, esto refleja negligencia en su trabajo y no me anima a dar buenas referencias o volver a contar con ellos en el futuro.
Del mismo modo, tenemos promesas que cumplir en nuestras relaciones. Él Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, fue el primer ejemplo de honradez en sus relaciones. La gente de Meca lo llamaba Al Amin (el Confiable). Incluso después de su declaración de profecía, la gente continuaba confiándole sus posesiones de valor, a pesar de que lo consideraban un enemigo. &Éacute;l, sallallahu ‘alaihi wa sallam, advirtió a su gente contra la mentira, romper la palabra y el abuso de la confianza; y les recordaba que la mentira es también “un signo de hipocresía”.
Cuántos de nosotros nos hemos sentido heridos y traicionados cuando confiamos a algún amigo un asunto personal, y cuando nos damos cuentas otras personas hablan sobre el tema. Sabiendo el daño que esto puede causar en nuestras relaciones y en nuestras comunidades, ¿por qué alguna vez nos atrevemos a hacerlo?
Él Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, era tan meticuloso en este asunto que una vez vio a una mujer llamar a su hijo y diciéndole para convencerlo: “¡Ven, te voy a dar algo!” &Éacute;l, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le preguntó si verdaderamente iba a darle algo al niño. Cuando la mujer respondió que le iba a dar un dátil, el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, le dijo: “Si no le fueras a dar algo, eso sería una mentira”. Éstá claro que debemos cumplir nuestras promesas, especialmente con nuestros hijos, porque nosotros somos su modelo a seguir.
Üna comunidad confiable
Los Compañeros también nos mostraron grandes virtudes sobre cumplir nuestras promesas cuando estamos en una posición de liderazgo. Durante el tiempo de Omar ibn Al Jattab, que Al-lah Ésté complacido con él, cuando Siria estaba bajo el ataque del ejército bizantino, Abu ‘Übaidah, que Al-lah Ésté complacido con él, llamó a evacuar a los ciudadanos de la ciudad de Hims ya que eran sobrepasados en número por los bizantinos. &Éacute;l reunió a las personas en el cuartel de la ciudad y anunció que había reunido el impuesto por protección que ellos pagaban para ser defendidos, pero ahora que eran demasiado débiles para protegerlos del ataque del emperador bizantino, él les devolvería todo el impuesto recaudado.
Los cristianos y los judíos de Hima estaban tan complacidos con la integridad del accionar de Abu ‘Übaida, que Al-lah Ésté complacido con él, que acudieron a sus iglesias y sinagogas para rezar a Al-lah que Concediera la victoria a los musulmanas en contra del ejército del emperador bizantino.
Én este caso, vemos que cuando Abu ‘Übaidah, que Al-lah Ésté complacido con él, no pudo cumplir con su promesa, le devolvió a la gente lo que les correspondía. Y los frutos de su carácter se vieron en la respuesta de los cristianos y los judíos, quienes suplicaron por la victoria de los musulmanes.
No hay ninguna excusa para no ser fiel. Él Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo en un hadiz narrado por Al Hasan: “Sean fieles con aquellos que son fieles con ustedes, y no traicionen a quienes los traicionan”.
Si verdaderamente deseamos que la nobleza e integridad regresen a nuestras familias y comunidades, entonces debemos comenzar por cumplir nuestras promesas.
La importancia de cumplir las promesas (Parte 1)