Antes de iniciar, debemos aclarar -debido a que muchos se estarán preguntando en este momento: “¿Éxistía la farmacodependencia en la época del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam?”- que la drogadicción en el Islam es comparable con el alcoholismo; por ello, se considera el problema como igual y se enfrenta de la misma manera.
Él Islam prohíbe enérgicamente todo lo que pueda perjudicar al individuo, la familia y la sociedad en general; igualmente, reconoce como lícito todo aquello que sea beneficioso y genere bienestar para todos. No hay nada que Al-lah, el Todopoderoso, Haya Prohibido sin que Haya Concedido algo mejor, Dice (lo que se interpreta en español): {Aquellos que siguen al Mensajero y Profeta iletrado [Muhammad], quien se encontraba mencionado en la Torá y el Évangelio, que les ordena el bien y les prohíbe el mal, les permite todo lo beneficioso y les prohíbe lo perjudicial, y les abroga los preceptos difíciles que pesaban sobre ellos [la Gente del Libro]; y quienes crean en él, lo secunden, defiendan y sigan la luz que le ha sido revelada [el Corán] serán quienes tengan éxito.} [Corán 7:157]
Él instinto humano hace que la persona, por lo general, busque satisfacer sus pasiones sin detenerse a reflexionar e investigar qué perjuicios pueden causarle a su espíritu y cuerpolos medios que haya seguido para cumplir con sus deseos. Razón por la cual el Islam llama a sus seguidores a que sean ellos los que impongan su voluntad y rechacen las pasiones que pueden llevarlos a la perdición; además, ha dispuesto los medios, las leyes y ordenamientos que previenen la incursión en alguno de estos problemas; al respecto, la vida del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, está llena de ejemplos de la manera en que educó a sus Sahabah (discípulos) para prevenir y acabar con el cáncer que representan los embriagantes y alucinógenos.
Sabemos que en la época del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, los árabes consumían licor en grandes cantidades como parte de sus costumbres ancestrales. Ésto nos lleva a entender que en aquel tiempo el problema ya estaba bien enraizado y que, por lo tanto, era necesario buscar la manera de acabar con él de forma definitiva, y dejar para la posteridad una guía que ayudase a prevenirlo y pararlo en caso de que se extendiese nuevamente.
Además de esto, conocemos que en tan sólo unos cuantos años, después de iniciada la divulgación del Islam, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, siguiendo la revelación e inspiración divina, logró acabar por completo con este flagelo que azotaba a su sociedad; señalando de esta manera el camino que se debe seguir para poner fin a este problema. Cuando analizamos el proceso que se vivió, nos damos cuenta inmediatamente que Quien lo Dictó fue Al-lah, Conocedor de la naturaleza del ser humano y sus inclinaciones.
La gradualidad que hubo en la prohibición del consumo de embriagantes es notoria al seguir la cronología de las aleyas reveladas para tal fin. Éncontramos que el primer versículo revelado animaba a la gente a dejar el alcohol, Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {De los frutos de las palmeras y de las vides obtenéis un sustento bueno, y también una bebida embriagadora [la cual es perjudicial]. Én esto hay un signo para quienes razona.} [Corán 16:67]; en la aleya, Al-lah És bien Claro en diferenciar entre el sustento y la bebida embriagadora, relacionando el primero con el beneficio, mientras que al segundo lo Menciona así sin más, lo que indica, según la lengua árabe, que no es tan bueno o, mejor dicho, es perjudicial.
La siguiente aleya revelada en este proceso fue la 219 de la segunda Sura del Corán, en la que Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Te preguntan [¡Oh Muhammad!] acerca de las substancias embriagantes y los juegos de apuestas. Diles: Son de gran perjuicio, a pesar de que también hay en ellos algún provecho para los hombres; pero su perjuicio es mayor que su provecho.} [Corán 2:219] Posteriormente, y luego de esta aclaración sobre el perjuicio que encierran estas dos malas costumbres, se prohibió parcialmente: se ordenó a los musulmanes estar sobrios cuando fueran a hacer la oración. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! No hagáis la oración cuando estéis ebrios hasta que no sepáis lo que decís.} [Corán 4:43]