Las personas justas pueden dar consejos de gran utilidad. Raya’ ibn Haiwah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, hizo algo que permanecerá en el registro de sus buenas acciones, y la historia da testimonio de ello: Sugirió a Sulaimán ibn ‘Abdul Malik, cuando estaba en su lecho de muerte, que nombrara a Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, como califa después de él. Sulaimán tenía en mente a otra persona, pero debido a las palabras de Raya’ ibn Haiwah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, quien le recordó que Al-lah le preguntaría a quién le había confiado el liderazgo después de su muerte y a quién había nombrado, y que le recordó tener temor de Al-lah y considerar qué era lo mejor para la nación musulmana. Raya’ ibn Haiwah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, siguió hablándole sobre esto hasta que Sulaimán le preguntó: “¿A quién sugieres para este puesto?” De modo que él, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, respondió: “Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz”, y por ello lo nombró.
Todas las alabanzas le pertenecen a Al-lah; testifico que no hay nadie merecedor de adoración excepto Al-lah, y que Muhammad es Su siervo y Mensajero; que Al-lah lo bendiga y exalte su nombre, así como a su familia y a todos sus compañeros.
Cuando Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, fue informado por la gente que era el nuevo califa, él, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, no pudo hablar hasta que Raya’ ibn Haiwah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, se le acercó y le dio el juramento de fidelidad como nuevo califa, luego toda la gente hizo lo mismo; entonces él se levantó y se dirigió a la gente con grandes palabras, diciendo: “No me impondré sobre ustedes, sino más bien implementaré la misión del califa anterior; no me verán como un innovador, sino como un imitador del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam”. Fue a partir de ese momento que él cambió por completo; le fueron llevados los animales asignados para ser montados por el califa, decorados con oro, pero él se negó a montar en ellos debido a la grandeza de la responsabilidad que acababa de asumir, así que ordenó que esos animales fueran enviados a otras ciudades musulmanas, que fueran vendidos y que el dinero producto de su venta fuera distribuido entre los musulmanes necesitados, y dijo: “Mi burro es suficiente para mí”.
&Éacute;l, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, comenzó a organizarse a sí mismo para rendir cuentas desde el comienzo, y así es exactamente como debe ser la gente con autoridad, pues no deben convertirse en tiranos y opresores cuando se les dan puestos importantes e influyentes, sino que deben humillarse ante Al-lah, Glorificado sea.
Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, anunció a la gente: “Sólo los eruditos deben venir a mí y aquellos que deseen aconsejarme, así como aquellos que tengan una necesidad o problemas que deban ser resueltos”. Así, aquellos que deseaban ganancias mundanas renunciaron a la posibilidad de obtener cualquier cosa de él, y los hipócritas se retiraron. Sin ellos, él se rodeó sólo de eruditos y justos. Su califato duró apenas dos años y cinco meses, pero la gente en toda la nación musulmana sintió el impacto positivo que él causó, incluso los beduinos en el desierto fueron testigos de esto.
&Éacute;l se dirigió a su esposa cuando se convirtió en califa y le dijo: “Se me ha otorgado el puesto de califa de los musulmanes, y espero la recompensa de Al-lah y una buena vida en el más allá, por ello dono tu oro y joyas al tesoro de los musulmanes; pero si deseas esta vida, regresa a casa de tu familia (es decir, te doy el divorcio)”. Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo esto pues sabía que su padre, su hermano y su madre le habían regalado estas cosas, que provenían del tesoro de los musulmanes, y que ella, por tanto, no tenía derecho a ellas, por lo que ella estuvo de acuerdo con su decisión, ya que estaba afectada por el cambio de su esposo piadoso y le dijo: “Juro por Al-lah que viviré de la forma que consideres que sea la mejor para mí, y moriré en ese camino”, y luego le entregó todo a él.
Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dejó el castillo del califa y vivió en una habitación con el fin de estar cerca de la gente, en especial de los pobres. Sus ropas se hicieron más ásperas, la calidad de su comida se deterioró, sus cabalgaduras cambiaron a unas de calibre mucho menor. De hecho, se convirtió en todo lo opuesto de lo que la gente creía que se iba a convertir, y comenzó de inmediato a reformar la comunidad. Él asunto de su cambio de estilo de vida no fue, sin embargo, tan importante como su habilidad para cambiar la comunidad musulmana, para regresarla a como era durante la época de los primeros cuatro califas.
Cómo ocurrió este gran cambio durante la época de Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, y cómo tuvo éxito en lograrlo, es lo que veremos en los próximos artículos de esta serie si Al-lah quiere.
La vida de Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz (Parte 1)