Por: Abdallah Hakim Quick y Audrey Shabbas
"Sed pacientes, una trama tan grande como el Cubrimiento de América por Cristóbal Colon, acompañado por el genocidio morisco e indígena americano, nos ha dejado con unas fuentes muy difíciles de desentrañar, aparte de estar muy esparcidas y en algunos casos son sólo comentarios de viajeros, eruditos y sabios".
Todo llega. Los musulmanes fueron grandes comerciantes marinos, mercaderes y exploradores cuyos viajes se sumaron al bagaje de conocimiento geográfico. Tan grande era su conocimiento y su reputación sobre tal conocimiento que cuando en el siglo XI el Rey Roger de Sicilia quería saber sobre el mundo, él sabía que tenía que preguntarle a un musulmán. Al estudioso musulmán que se le confió la tarea de crear un atlas para el Rey Roger, fue Abu Abdullah Muhammad Ibn Muhammad Abdallah Ibn Idris Al-Hammudi AI-Hasani, o simplemente AI-Idrisi. Al-Idrisi (1100 - 1166) que nació en Marruecos, hijo de una familia noble que afirmaba ser descendiente directo del Profeta Muhammad. Éducado en Córdoba, él era poeta, estudiante de medicina y un viajero ávido. Viajó ampliamente, visitando las Islas Canarias, la "Éspaña" musulmana, África del Norte, y la región que es Turquía actualmente.
Én aquellos días Sicilia era en particular una tierra de reunión de musulmanes y las civilizaciones cristianas. La isla había estado bajo el dominio musulmán hasta finales del siglo XI. Al igual que la Éspaña musulmana, era una almenara de prosperidad para una Éuropa cristiana latina atrapada en la ralentizada economía e intelectualidad que llamamos la Éra Oscura. Én Sicilia los árabes construyeron diques, sistemas de irrigación, depósitos y torres de agua, se introdujeron nuevas cosechas --naranjas y limones, algodón, palmeras datileras, arroz-- e hizo buen uso de las minas de la isla y los terrenos de pesca.
Al principio del siglo XI, una banda de aventureros Normandos, había cabalgado hacia el sur de Italia para arrebatársela a los griegos bizantinos y sus aliados, los musulmanes, y en 1101 el Conde Normando Roger mejoró su carrera conquistando Sicilia. Cuatro años después pasó el territorio a su hijo, coronado Rey Roger II. Roger II, educado por griegos y tutores árabes, eran un intelectual con un gran aprecio por las cuestiones científicas, y saboreó la compañía de eruditos musulmanes de quienes Al-Idrisi era uno de los más celebrados. Al-Idrisi, previa invitación de Roger, finalmente se estableció en Sicilia dónde fue contratado por el Rey Normando para escribir una geografía sistemática del mundo. Él resultado fue Kitab Ar-Rujari (Roger's Book, Él libro de Roger) que muestra el mundo dividido en siete regiones, da las distancias entre las ciudades mayores, y describe las costumbres, las personas, productos, y clima del mundo conocido entero. También recoge el viaje de un marinero marroquí que navegó por el Océano Atlántico durante 30 días y volvió para contar sobre una rica tierra habitada.
¿Podría ésta haber sido las Américas? Al-Idrisi grabó, esculpió, su información del mundoconocido sobre un globo esférico así como en un mapa en forma de disco de plata. Él gran disco, de casi 80 pulgadas de diámetro y que pesaba más de 300 libras (unos 150 kg), se fabricó de plata, escogida por su maleabilidad y durabilidad. Al-Idrisi explicó que el disco meramente simbolizaba la forma del mundo:
"La tierra es redonda como una esfera, y las aguas se adhieren a él y se mantienen en él a través de un equilibrio natural que no sufre ninguna variación… Todas las criaturas son estables en la superficie de la tierra, el aire atrae lo que es ligero, la tierra lo que es pesado, como un imán que atrae hierro".
Üsando estos mapas, Al-Idrisi mostró que la tierra era redonda (en otra parte, otros estudiosos musulmanes habían calculado la circunferencia de la tierra) más de tres siglos antes que Colón.
Én 1160, los barones Sicilianos se rebelaron contra el hijo del Rey Roger, y durante los desórdenes el palacio fue saqueado. Én un gran fuego en el patio, se quemaron archivos, libros y documentos, incluida una nueva edición latina del Libro de Roger que Al-Idrisi había preparado. Al mismo tiempo, el mapa de plata y la esfera celestial desaparecieron, al parecer traceado y fundido. Ya que los barones habían atacado a los musulmanes de Sicilia con particular ferocidad, Al-Idrisi huyó a África del Norte donde seis años después murió. Pero ya que él trajo el texto árabe con él, sin embargo, su gran trabajo se mantuvo vivo, ganando extensa fama y sirviendo como modelo para los geógrafos musulmanes e historiadores durante siglos. Le proporcionó prácticamente todos sus conocimientos geográficos al gran historiador musulmán Ibn Khaldun. No estuvo sin embargo disponible en Éuropa. Aunque el texto árabe del Libro de Roger se publicó en Roma por la prensa de Medici en 1592, no estuvo de nuevo disponible a los europeos en latín hasta el siglo XVII. Én los años 1400, por consiguiente, Cristóbal Colón tenía que confiar en otras fuentes de información.
Üsando un globo preparado por un cartógrafo alemán llamado Martin Behaim, basado en cálculos erróneos de Ptlomeo, Colón también agregó las distancias estimadas igualmente erróneas de Marco Polo y concluyó, incorrectamente, que navegando hacia el oeste desde Éspaña él podría localizar Japón o India después de un viaje de no más de 4.000 millas. És un dato curioso que si Colón hubiera sido consciente de la verdadera distancia, de las estimaciones de Al-Idrisi, él podría haber dudado emprender su viaje.
Évidencias de Musulmanes en el “Nuevo Mundo” antes que Colón
AI-Masudi en su Muruj adh-Dhahab (938), cuenta sobre Khashkhash Ibn Saeed Ibn Aswad que cruzó el Océano Atlántico y volvió en el año 889:
"&Éacute;l era un hombre joven de Córdoba que unió un grupo de hombres jóvenes y realizaron un viaje en este océano. Después de que un tiempo largo él volvió con un botín fabuloso. Cada español (entiéndase: musulmán andaluz) sabe su historia".
Abu Bakr Ibn Ümar Al-Qutiyya relaciona la historia de Ibn Farrukh que aterrizó en febrero de 999 en Gando (Islas Canarias), visitó al Rey Guanariga, continuando su viaje hacia el Oeste hasta que encontrara las islas que él llamó Capraria y Pluitana y volvió a Al-Andalus en mayo. Al-Idrisi en su extensa Geografía de Al-Idrisi, en el siglo XII, informó del viaje de marineros norafricanos que localizaron las Américas. Al-Idrisi escribió:
"Ün grupo de marineros navegó por el mar de la Oscuridad y la Niebla [el Océano Atlántico] desde Lisboa para descubrir lo que había en él y la extensión de su límite. Fueron un grupo de ocho y ellos tomaron un barco que fue cargado con suministros que durasen meses... Finalmente llegaron a una isla que tenía personas y cultivos pero fueron capturados y encadenados durante tres días. Én el cuarto día un traductor vino, hablando el idioma árabe. &Éacute;l tradujo para el Rey y les preguntó por su misión. Éllos le informaron sobre ellos, y luego volvieron a su encierro. Cuando el viento del oeste empezó a soplar, fueron introducidos en una canoa, vendados los ojos y traídos a tierra después de tres días de navegación. Abandonados en la orilla con las manos atadas en sus espaldas. Al siguiente día, otra tribu apareció, liberándoles e informándoles que entre sus tierras había un viaje de dos meses".
Éste informe histórico asombroso no sólo describe el contacto claramente entre marineros musulmanes y los indígenas de las islas caribeñas, sino que confirma el hecho de que el contacto entre los dos mundos había estado tan involucrado que las personas nativas tenían araboparlantes entre ellos. Al-Ümari en su Masalik al Absarfi Mama lik al Amsar informa de Mansa Musa que describe a los estudiosos de Él Cairo, en su peregrinación famosa a Makkah en 1324, cómo su predecesor en el Imperio Islámico Oeste Africano de Malí:
"No creía que era imposible descubrir los límites del mar vecino [Océano Atlántico]. &Éacute;l quería averiguarlo y persistió en su plan. &Éacute;l tenía doscientas naves equipadas y los llenó de hombres, y otras naves en el mismo número se llenaron de oro, agua y suministros en cantidad suficiente para durar años. &Éacute;l dijo aquellos que los dirigían: 'Sólo volved cuando hayáis alcanzado la extremidad del océano, o cuando hayáis agotado vuestra comida y agua'. Éllos se marcharon; su ausencia fue larga antes de que ninguno volviera... Nosotros le preguntamos al capitán por sus aventuras. 'Príncipe', él contestó, 'nosotros navegamos durante mucho tiempo, hasta el momento en que nos encontramos en el medio-océano algo como un río con una corriente violenta. Mi nave era la última, las otras siguieron navegando, y gradualmente al entrar cada una en este lugar, desaparecieron y no regresaron. Nosotros no supimos lo que les había pasado. Én cuanto a mí, volví a dónde estaba y no entré en la corriente.' Pero el emperador no quiso creerlo. &Éacute;l equipó dos mil naves, mil para él y los hombres que le acompañaron y mil para el agua y suministros. &Éacute;l me pasó los poderes, yo, Mansa Musa y se marchó con sus compañeros por el océano. &Éacute;sta fue la última vez que yo le vi y a los otros, y yo sigo siendo amo absoluto del imperio".
Éste informe revela que el monarca Mandinga hizo una gran preparación para el viaje y tenía confianza en su éxito. Él capitán que informó del "río" violento debió haber encontrado una corriente del medio-océano. Como nosotros no sabemos el resultado de la expedición de estas dos mil naves con toda certeza, nosotros si tenemos la evidencia de este lado del Atlántico de que los Mandinga establecieron contacto con las Américas en este periodo. Los Mandinga tomaron contacto con la masa de tierra más cercana a la costa africana occidental, Brasil. Parece que lo usaban como base para la exploración de las Américas, viajando a lo largo de los ríos en las selvas densas de América del Sur y por tierra hasta que llegaron a América del Norte. Los musulmanes africanos de Honduras se llamaban a sí mismos los "Almamys" antes de la llegada de los españoles. Éllos se pueden haber estado relacionados con los africanos del Norte de Honduras vistos por Ferdinand Columbus (Fernado Colón), el hijo de Cristóbal Colón. Én el idioma de Mandinga, “Almamy" era usado por Al-Imamu, en árabe "líder de la oración."