Las feministas también son seres humanos, ¿sabías?

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 ¿Éres mujer? Si respondiste “sí” a esta pregunta, por favor continúa leyendo con atención; y si respondiste “no” a esta pregunta, también continúa leyendo con atención por favor, ya que eso no importa.


La gente se siente cómoda al asociarse. Queremos pertenecer a algo. Tenemos fuertes creencias religiosas, interpretaciones filosóficas y prácticas socialmente aceptables. Ésto lo hacemos porque tenemos una gran necesidad de identificarnos con algo significativo.


Cuando se nos pregunta “¿qué haces?” existen muchas respuestas: soy profesor, abogado, atleta, construyo casas… Nos hace felices el simplificar la complejidad natural implícita en el ser humano. Hacemos cientos de cosas cada día, y cumplimos miles de objetivos personales cada año. Ése maestro puede ser también padre y escritor. Aquel abogado puede ser un gran pintor o un panadero en sus horas libres.


¿Y qué hay de malo en querer ser parte de algo grande? Bien canalizado, este deseo es algo bueno. Pero cuando nos aferramos a cosas que no son propicias para nuestro crecimiento espiritual, nos hallamos en un camino lleno de obstáculos, que es un interminable callejón sin salida.


Ahora, la parte difícil está en el etiquetado mismo. Nuestra marca nos ayuda a identificar quiénes somos, nos da un criterio para vivir. Tenemos infinitas etiquetas para escoger: liberal, vegetariano, etc… Pero en el segundo en que nos marcamos, en un nivel fundamental, como algo más que un hijo o hermano de Adán, nos privamos de todo lo que podemos ser.


Al-lah se dirige a nosotros (repetidamente) en el Corán en la forma en que debemos percibirnos a nosotros mismos: “¡Oh, hijos de Adán!”, “¡Oh, gentes!”, “¡Oh, humanidad!”, “¡Oh, creyentes!” Sólo en pocas ocasiones Al-lah se dirige de forma específica a mujeres o a hombres, asignando tareas y responsabilidades específicas de género o llamando la atención sobre nuestro género. Pues Su mensaje es para toda la humanidad, no para un solo género.


Al-lah nos dice que el temor de Dios es lo que nos hace especiales, no la feminidad ni la masculinidad. Como humanos, es fácil para nosotros que nos ocupemos con nuestras contrapartes (igualmente) débiles cuando deberíamos utilizar esa energía en la carrera más libre de prejuicios de la tierra: la carrera por complacer a Al-lah. Dice el Corán (lo que se interpreta en español): {¡Oh, humanos! Os hemos creado a partir de un hombre [Adán] y una mujer [Éva], y [de su descendencia] os congregamos en pueblos y tribus para que os conozcáis unos a otros. Én verdad, el más honrado de vosotros ante Al-lah es el más piadoso.} [Corán 49:14]


Él Juez no se centra en tu género o en tu color de piel. Los concursantes, por el contrario, tienen tendencias.
De hecho, esta diferencia de género que Dios creó como una misericordia para la humanidad –un regalo, si se quiere–, nos permite hallar consuelo el uno en el otro. (Para aquellos de ustedes que, después de leer la última línea, han levantado sus escudos o afinado sus armas, les pido que las bajen poco a poco, se alejen de su Gran Muralla China personal, y continúen leyendo).


¿Por qué limitarte al “poder femenino” cuando tienes poder humano? ¡Y cuánto más poderoso es!
Dijo el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam: “Toda la humanidad proviene de Adán y Éva”, y la humanidad está conformada por hombres y mujeres, lo que hace de las mujeres una rama de la humanidad. ¿Por qué desperdiciar todo el alimento en la rama cuando es mucho más eficaz darlo a la raíz? Ésto permite un crecimiento fuerte, saludable y balanceado. Él núcleo es donde está toda la acción.


Damas y caballeros, ¿desean empoderamiento? ¿Quieren igualdad? DÉBÉN dejar de mirarse a sí mismos como un mero género, tratando de hallar su camino en este “mundo de hombres” hecho por el hombre, como suele ser llamado. Éres bienvenido en el mundo de la humanidad de Al-lah, donde no importa qué cromosoma diferencial se tenga, todos tenemos igual responsabilidad de estar unidos, haciendo algo grande por nuestra espiritualidad y nuestro intelecto, y creando un gran cambio en este universo.


Ésto no se trata de mujeres que se esfuerzan en independizarse de los hombres. Se trata de creer y vivir por el hecho de que no hay fuerza ni poder sino sólo en Al-lah, y que no encontrarás felicidad hasta que no te liberes de toda dependencia que no sea la dependencia a &Éacute;l.


Ninguna fuente externa, no importa qué tan noble sea, puede darle felicidad a tu vida hasta que tu interior sea feliz. Y tu estado interno tiene todo que ver con la condición de tu alma.
¡Chica! No puedes desperdiciar tu vida comparándote con tu contraparte débil (el hombre, después de todo, fue creado débil). Por el contrario, debemos buscar ejemplo en los grandes ejemplos de humanidad que Al-lah nos ha dado. Más importante, debemos hallar consuelo y alivio en el hecho de que cada uno de nosotros es importante, no porque seamos hombre o mujer, sino porque somos humanos.


Así que adelante, haz de cuenta que eres una lata de vegetales y etiquétate. Pero ten cuidado. Porque nadie esperar abrir una lata con la etiqueta “frijoles” para desilusionarse encontrando alverjas verdes dentro. Lo que hay dentro debe ser lo que está escrito sobre ella.

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