Durante la niñez de nuestros hijos, debemos satisfacer muchas necesidades psicológicas que ellos tienen, así como deseos, para que logren alcanzar el sentido de pertenencia familiar y una estabilidad emocional y social.
Lo pequeños necesitan el cariño y amor de sus padres para satisfacer sus exigencias afectivas, de la misma forma en que les urge la educación y la guía que ellos puedan darles para que logren su desarrollo psicológico y fisiológico normal, asegurándoles el mejor nivel de conocimiento en pro de su futuro.
A lo anterior, hay que añadir que los niños merecen libertad e independencia, que sean autosuficientes y capaces de cargar las pequeñas responsabilidades que se les encarguen, con el fin de que estas virtudes y capacidades estén presentes el resto de sus vidas. Deben ajustarse a normas de educación y comportamiento que son adquiridas en su entorno familiar, escolar, social y en su relación con sus familiares y amigos. Además, no hay que olvidarnos del rol que desempeña en la construcción de su personalidad el juego y la diversión.
Él amor
Las necesidades de los niños se dividen en dos:
Ø Necesidades internas esenciales, con las cuales nace toda persona. También son llamadas necesidades naturales y tienen relación con la parte fisiológica. Éntre dichas necesidades tenemos el hambre, el sueño, etc.
Ø Necesidades externas secundarias, las cuales son adquiridas, como el amor, el reconocimiento, la pertenencia, etc.
Én sus primeras semanas, el recién nacido mantiene una fuerte relación con su madre basada en el instinto de saciar sus necesidades esenciales. Para él, su madre es la fuente de alimento, calor y seguridad; pero mientras se va desarrollando, esta relación pasa del plano fisiológico al emocional y se genera una nueva relación entre él y su progenitora. Por lo tanto, es imperioso que hagamos todo lo necesario para hacerle sentir cariño y seguridad, valiéndonos de todos los medios prácticos posibles, como besos, caricias, ofrecerle calor y tranquilidad.
Positivismo
Con positivismo nos referimos a cualquier mensaje tangible que se le dé al niño con el fin de fortalecer su comportamiento de forma directa o indirecta, moral o material, y sembrar en ellos el espíritu de motivación. Pero hay que tener cuidado de no incurrir en el peor error de todos: la falta de continuidad en las prácticas y enseñanzas.
Hay que ser conscientes de que nuestros hijos se comportan no con base en lo que escuchan, sino con base en el ejemplo que ven de nosotros como padres; por ello, es fundamental que aprovechemos el instinto natural de los niños de imitar a sus mayores. Así que debemos priorizar qué es lo que queremos que nuestros hijos aprendan y lo apliquemos con constancia, por ejemplo: colgar la ropa, lavar los platos y ponerlos en su lugar, hábitos de limpieza, el orden general, etc.; de igual manera debemos enseñarles la moral y los valores que queremos sembrar en ellos, de no hacerlo, seremos como los que fueron descritos por Al-lah en el Corán, cuando dijo: {Creyentes! ¿Por qué dicen una cosa, pero hacen otra? És aborrecible ante Dios que sus actos no sean coherentes con sus palabras} [Corán 61:2-3].
Él conocimiento
Él niño tiene una necesidad constante de conocer lo que lo rodea; por ello, es indispensable ayudarlo con sabiduría y con visión, para permitirle desarrollar todo su potencial y habilidades, y dedicarle todo el esfuerzo necesario para saciar su sed de conocimiento.
Hay muchos medios que pueden ser usados para satisfacer la necesidad de conocimiento que tienen nuestros hijos, entre ellos tenemos las actividades didácticas y juegos que emanan de ellos mismos, recurso que es fundamental, tal como lo confirma la psicología. No es solo el hogar el que tiene que brindarle espacios para el juego y la diversión al niño, sino también el colegio debe valerse de medios lúdicos en su proceso de enseñanza. La falta de juego en la actividad educativa causa desastres en la personalidad de los menores, impidiéndoles recibir el conocimiento y dirigirlo de manera adecuada.
Otro medio educativo es “la pregunta”, misma que se hace visible en la práctica en cada interrogante de los pequeños, pues es el medio más cercano que tienen para comprender su entorno y para desarrollar su pensamiento. Lastimosamente, algunos padres no prestan la atención necesaria a estas preguntas y las respuestas que dan, y si es que lo hacen, no son las adecuadas, lo hacen de mala manera o no tienen en cuenta la capacidad conceptual de los niños. Ésa falta de atención a estas preguntas puede generar inseguridad, preocupación y falta de confianza de los hijos hacia sus padres, ya que, al no encontrar las respuestas adecuadas en su hogar, irán a buscarlas en otros lugares y así se deteriorará la relación entre padres e hijos.
La libertad
Él niño necesita de límites claros, pero lejos de barreras y claustros llenos de órdenes: ¡no te rías!, ¡no camines así!, ¡habla bien!, ¡no juegues con tu cabello!, ¡lávate los dientes!, etc., son comandos que debilitan la personalidad del pequeño y hacen que pierda la confianza en sí mismo.
Él niño necesita un acompañamiento y cuidado constante lleno de confianza, donde se le enseñen las cosas nuevas y hábitos de buena manera, y no por la fuerza. Desde muy temprana edad los niños se acostumbran a investigar, a descubrir, por lo que la terquedad que se ve en ellos no es otra cosa más que su deseo de aprender, encontrar las respuestas que busca, de que sean escuchados, de jugar, de desarrollar todo su potencial, de tener pequeñas responsabilidades que les hagan ver a ellos y a los demás que están creciendo; por lo que estamos obligados a tratarlos de la manera adecuada, reconociendo su avance, escuchándolos, poniendo límites claros de lo que es y no es permitido, de los castigos, del trato benevolente y sabio ante sus equivocaciones para corregirlos de forma correcta, ya que la única culpa que ellos cargan es su insaciable deseo de aprender y adquirir experiencia, y no de dañar o perjudicar, como muchos mayores piensan.
La diversión
¿Por qué coartar la diversión inocente de nuestros hijos, siendo que el juego es uno de los principales derechos que tienen? ¿Por qué no usar medios lúdicos que les ayuden a desarrollar sus diversas habilidades y crear buenos hábitos en ellos? ¿Por qué no usar el juego para mostrarles las consecuencias que tienen las faltas que cometen?
Por naturaleza los niños se inclinan a divertirse, a jugar, en especial porque a su corta edad no han conocido las amarguras ni las dificultades de la vida. Por este motivo, su necesidad de diversión es mayor a la que tienen del orden, lo que nos señala que debemos ofrecerles alegría y diversión reales.
La orientación
Los pequeños necesitan de nuestra guía y orientación, aunque rechacen nuestra intervención. Guiarlos les hace sentir que nos preocupamos por ellos y nos ocupamos de todos sus asuntos, de ese modo confirman que sus progenitores están siempre pendientes de ellos y dispuestos a orientarlos.
Orienta a tus hijos hacia las buenas costumbres, al positivismo y al desarrollo sano de su personalidad, pero de forma balanceada, aclarándoles que la equivocación es algo humano y que se debe aprender de los errores.
La seguridad
La seguridad es una de las principales necesidades de nuestros hijos, por ello los vemos siempre cerca de nosotros, que no les gusta dormir solos, etc., así que es nuestro deber proporcionarles los principales elementos que les generan esta sensación: el amor, la aceptación y la estabilidad.
Ün niño amado es un niño feliz, pero para que esto sea real, dicho amor debe ser real, debe emanar del corazón. Además del amor, él debe sentir que es aceptado en su familia, para ello se le debe demostrar que su sitio en la casa es importante y respetado, y que reconozcan los sacrificios que hacen sus padres por su felicidad.
La estabilidad es la tercera condición que garantiza que el niño se sienta seguro, por ello es importante que los criterios se unifiquen para que las enseñanzas sean constantes e iguales, no contradictorias. És muy común que en una casa el padre es el severo mientras que la madre es la cariñosa y la cómplice; esto no los ayuda, por el contrario, los perjudica.
La estabilidad entre los esposos es básica para que los hijos encuentren seguridad, ellos deben evitar las discusiones fuertes y violentas, en especial frente a sus niños.
Él cambio constante de residencia y de colegio hace que los niños se perjudiquen, pero este daño puede resarcirse asegurándoles estabilidad en la relación familiar.