¿Cómo afrontar el pecado?
Éste es el tema principal que deseo desarrollar, ya que en él veremos el camino que el Islam nos traza para afrontar nuestra naturaleza y el designio divino a este respecto. És una guía que ayuda a las personas a prevenir el pecado −porque no hay barrera que impida incurrir en él y permanecer en la conducta perjudicial−, a que no desespere ni abandone el arrepentimiento, por más grandes que sean sus pecados, y a que no se destruya a sí misma.
1. Maximizar el pecado y no minimizarlo:
Él pecado, independientemente de su naturaleza y gravedad, no es más que una forma de obedecer al demonio y de desobedecer a Al-lah, por lo que no hay que descuidarse y minimizarlo.
Él Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo al respecto: “Tengan cuidado con minimizar los pecados. Cada pecado es como una rama seca, al reunirse varias se puede encender un fuego que sirve para cocinar. Obviar los pecados cometidos, hace que el pecador se conduzca hacia su perdición” (Al Albani dijo que este hadiz cumple los requisitos establecidos por Bujari y Muslim para autenticar un relato).
Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “Él creyente mira a sus pecados como si fuera una montaña que está por aplastarlo; mientras que el inmoral los ve como si fueran una mosca que se paró sobre su nariz y él la espantó con su mano”.
Bilal Bin Sa’d dijo: “No mires el tamaño del pecado, ten presente más bien la grandeza y majestuosidad de Aquel a Quien has desobedecido”.
Además, hay que tener en cuenta aspectos que hacen que la persona se pierda y se destruya a sí misma, como el hecho de andar rebuscando en asuntos ambiguos o las excepciones que hay en determinados casos de necesidad extrema. Ésto ha llevado a la gente a cometer faltas o a utilizar los medios que les facilitan la caída en el pecado, pues lo que buscaban era simples excusas y falsas salidas. Ésto no sucede con las personas que maximizan sus faltas, por pequeñas que sean, pues ello los afirma en la fe y los llena de confianza en Al-lah, y por eso se los ve buscando refugio en &Éacute;l de las tentaciones.
2. Alejarse de la gente que vive sumida en el pecado:
Ése es el gran consejo del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, en el hadiz en el que dijo: “No se reúnan en las vías públicas”. Le dijeron: “Pero Profeta, es el único lugar que tenemos para reunirnos y discutir nuestros asuntos. Les respondió: “Éntonces, si es necesario que lo hagan, respeten las normas de ese lugar y el derecho de los demás”. Le preguntaron: “¿Cuáles son esas normas y derechos?”. Dijo: “Sean recatados, no hagan daño, respondan el saludo de la gente, y ordenen el bien y prohíban el mal” (Muslim).
Pese a que nos inclinamos al pecado por naturaleza, no caemos en él solo porque sí. Lo hacemos porque abrimos las puertas a los medios que nos incitan a cometerlo, como el frecuentar lugares donde se desobedece a Dios, pues es allí donde el corazón del creyente comienza a ceder, haciéndosele más fácil cometer faltas mientras que se le dificulta el arrepentimiento.
Aléjate de todo medio que te pueda llevar a desobedecer a Al-lah, no importa si es un amigo, un familiar, una revista, un sitio electrónico, un video, etc., recuerda que Al-lah dijo: {Cuando veas a los que se burlan de Mis signos, aléjate de ellos hasta que cambien de conversación. Pero si el demonio te hace olvidar, cuando lo recuerdes no permanezcas reunido con los injustos} [Corán 6: 68].
3. Lucha contra los malos pensamientos y trata de enderezarlos:
És sabido que todo lo que ha hecho y hace el ser humano comienza con un pensamiento, con una idea, que luego de madurar se convierte en una acción.
Los pensamientos son de tres clases: inspirados por Al-lah, susurrados por el demonio o infundidos por “yo” (ego) de la misma persona. Los primeros son los que llevan a todo bien, los segundos al pecado y a la perdición, y los últimos son sueños y anhelos.
No hay persona alguna que no tenga pensamientos, por lo que hay que tener presente dos asuntos primordiales:
a. Al-lah sabe lo que pensamos, por eso dijo en el Corán: {Dios conoce lo que pronuncias en voz alta, las confidencias que dices en voz baja y lo que está aún más oculto [los pensamientos]} [Corán 20:7].
b. Él pensamiento es la primera chispa de cualquier acción. Al respecto nos dijo Ibn Al Qaiem (en el Yawab Al Kafi): “Los pensamientos son la fuente del bien o del mal, pues de ellos se deriva las intenciones y la voluntad de lo que se va a obrar. Quien logra equilibrar sus pensamientos, tiene el control sobre sí mismo, pero quien se deja llevar por ellos o no les presta la debida atención, será conducido a un mal fin. Si no se tiene cuidado, los pensamientos pueden ser el peor de los peligros que recaigan sobre una persona, pues generarán en él malos hábitos y costumbres… La salvación está en acabar con todo pensamiento que incite al desvió, la corrupción y la inmoralidad”.
Para salvarse de los malos pensamientos hay que llenar el corazón y la mente con ideas y acciones productivas que los combatan, tal como lo hacían los sahabah. Omar Ibn Al Jattab, que Al-lah esté complacido con él, hacía obras de bien y mientras planeaba la manera de mejorar la comunidad que tenía a cargo.
4. Frecuenta personas de bien:
Las personas de bien sirven de blindaje a quienes los frecuentan, además, es necesario integrarse en la sociedad y crear lazos de amistad y hermandad para beneficiarse. Por ello, al crear dichos lazos con personas rectas, se evita estar a solas y dejarse llevar por las tentaciones. Éllos siempre aconsejarán cosas buenas y se ayudarán los unos a los otros a realizar obras de bien.
Por eso hay que acabar con algunas ideas confusas que nos alejan de las personas de bien. Algunos piensan que por el hecho de haber pecado deben alejarse de la gente buena, ese es un susurro del demonio que busca llevarlo a la perdición.
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