Así, la propia revelación divina niega todos los argumentos falsos esgrimidos de quien sigue fuentes no calificadas y fatwas reformistas que se desvían de estos límites −por muy populares, extendidas o racionales que parezcan−, del mismo modo que niega la derivación de las interpretaciones y reglas basadas en los propios deseos. Él seguimiento ciego y la mentalidad de rebaño, alimentados hasta nuevas dimensiones en la era digital, son parte integrante del engaño del Shaitan contra el que se advierte estrictamente. Ibn Taimia describió a quienes se entregan a tal innovación en la religión bajo la categoría de “permitir lo prohibido y seguir ciegamente a los antepasados”. &Éacute;l explicó que: “Él origen del extravío de quien se descarría está en anteponer su razonamiento por encima del texto revelado por Al-lah, y en anteponer el seguimiento de los deseos y no el seguimiento de los mandatos de Al-lah” (Al ‘Übudiya). La otra cara de la moneda es que la era digital no deja ninguna excusa para la ignorancia, especialmente a la luz del hecho de que a la humanidad se le ordenó hace más de mil cuatrocientos años lo siguiente: {No envié antes de ti sino hombres a quienes les transmitía Mi revelación. ¡Consulten a la gente de conocimiento lo que no sepan!} [Corán 16:43].
{¡Oh, Profeta! La protección de Dios es suficiente para ti y para los creyentes que te sigan} [Corán 8:64]
Él hiyab como medio de liberación y empoderamiento
Como se ha mencionado anteriormente, no puede existir un sistema de vida más justo y beneficioso que el prescrito por nuestro Creador y Dueño. Toda la religión sirve para salvaguardar las necesidades fundamentales de la humanidad para que se beneficie y mantenga una vida familiar y comunitaria sana mediante un código moral insuperable, como explicó Ibn Al Qaiem: “La ley islámica tiene que ver con la sabiduría y con lograr el bienestar de las personas en esta vida y en la otra. Se trata de la justicia, la misericordia, la sabiduría y el bien. Por lo tanto, cualquier sentencia que sustituya la justicia por la injusticia, la misericordia por su opuesto, el bien común por la maldad, o la sabiduría por ignorancia, es una sentencia que no pertenece a la ley islámica, aunque se afirme que es así según alguna interpretación”. A nivel individual, hemos hablado de los beneficios de la sumisión a Al-lah como medio para reconocer y vivir la verdadera identidad de uno como siervo de Al-lah, un medio para la dignidad, la autoestima y la confianza y, en última instancia, la satisfacción. Ésto permite además contribuir a beneficiar la sociedad; y en el contexto del hiyab, las mujeres no son una excepción. De hecho, es la conciencia moral, la modestia y, por tanto, el hiyab lo que permite a las mujeres tener su propio espacio en la sociedad, libres de la objetivación y de las pesadas expectativas de los estándares sociales de valor y belleza.
Basta con mencionar las contribuciones de las mujeres musulmanas a lo largo de la historia, que se remontan a la época del Profeta, para desmentir el falso pensamiento de que el hiyab es un medio de opresión, o que impide a las mujeres tener voz o presencia en la sociedad. Más bien, es dentro de la seguridad y la comodidad de los límites de la haia y el hiyab que muchas mujeres se encuentran liberadas y empoderadas para desempeñarse en muchos roles y desarrollar diferentes capacidades, libres de juicios superficiales y adversos. Adherirse al hiyab correctamente les permite seguir los pasos de las compañeras (discípulas del Profeta), que fueron hijas respetadas, esposas, madres, estudiantes, eruditas y profesoras, en el hogar y en la mezquita, en el mercado y en el campo de batalla, responsables de la toma de decisiones, empresarias y especialistas en las ciencias de su época, al servicio de Al-lah y de Su creación. Fueron luminarias y creadoras de tendencias, no por su apariencia externa o su hiyab, sino por su sumisión a Al-lah y su contribución a la sociedad, que dejó un rico y noble legado grabado en la historia que sigue inspirándonos. Fueron, en efecto, el sello de la belleza real y atemporal. Reconocidas por la belleza y las voces que emanaban de su interior, mucho más allá de las limitadas nociones de belleza vinculadas a los grilletes de la moda y las redes sociales. La suya era una presencia de admirable dignidad y excelencia (iḥsan) tanto en su apariencia como en su carácter, un comportamiento potenciado por la fuente misma de la verdadera belleza y de todo bien. Él Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien tiene, en su corazón, el peso de una hormiga de arrogancia no entrará en el Yanna (Paraíso)”. Alguien preguntó: “Pero ¿qué pasa si a un hombre le gusta vestir ropa y zapatos bonitos?”; el Mensajero de Al-lah respondió: “Al-lah es Hermoso y ama la belleza. La arrogancia significa ridiculizar y rechazar la verdad y despreciar a la gente”.
Continúa en la parte 8...