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Él fallecimiento del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam

El fallecimiento del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam

Cuando Al-lah Completó la religión y había hombres educados por el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y también la situación del nuevo Estado se había consolidado y la evidencia se había presentado claramente, Al-lah, Exaltado Sea, Hizo que se cumpla sobre Su Profeta una de Sus leyes que recae sobre toda la gente. Al-lah, Exaltado Sea, Dice (lo que en español se interpreta así): {Toda alma probará la muerte. Y el Día del Levantamiento se os pagará cumplidamente la retribución que os corresponda} [Corán 3:185].

El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, empezaba a despedirse de la vida con dichos y hechos que indicaban su partida, de los cuales destaca sus palabras durante la Peregrinación de la despedida: "No sé, puede que no me encuentre con vosotros después de este año". También era costumbre que Gabriel repasara el Corán con él una vez por año solamente, pero en el año de su fallecimiento repasó el Corán con él dos veces. En aquel momento se reveló la aleya del perfeccionamiento de la religión. Al-lah, Exaltado Sea, Dice (lo que en español se interpreta así):
· {Hoy os he completado vuestra Práctica de Adoración, he culminado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado complacido el Islam como Práctica de Adoración}[Corán 5:3].
· {Cuando llegue la victoria de Al-lah y la conquista, y veas a la gente entrar por grupos en la adoración de Al-lah. Glorifica a tu Señor con Su alabanza y pídele perdón. Él siempre acepta a quien a Él se vuelve}[Corán 110:1-3].
Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con él, mencionó que era el consuelo del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Todas estas señales indicaban la cercanía del fallecimiento del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. El lunes 19 del mes de Safar del año 11 después de la Hégira comenzó a enfermar fuertemente. El primer día tuvo un severo dolor de cabeza que le impedía moverse. Se encontraba en casa de la madre de los creyentes, su esposa Maimunah, pero cuando su enfermedad se agravó le pidió ir a curarse en la casa de la madre de los creyentes, su esposa ‘A’isha, que Al-lah Esté complacido con ella, y se lo permitieron.
Entonces se dirigió a la habitación de ‘A’isha, que Al-lah Esté complacido con ella, y en ese momento, apenas podía andar por la enfermedad. Le ayudaron ‘Ali Ibn ’Abi Talib y Al Fadl Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con ambos. Pasó varios días sin que el dolor le abandonase, pero, a pesar de todo, salía a rezar y luego volvía a la cama. Cinco días antes de su fallecimiento se reunió con la gente a pesar de su enfermedad y dio un sermón. Les hizo recordar que su encuentro con él (en la Otra Vida) será en Al Hawd (El Estanque)y que él, desde el lugar donde hablaba, veía su lugar en el Más Allá; les advirtió contra competir por los vicios mundanales, y les recomendó tratar bien a las mujeres. Luego mencionó: “Al-lah Ha dado a un siervo Suyo la oportunidad de optar entre los deleites de este mundo y lo que le tiene reservado para él en la Otra Vida; pero él Ha optado por lo que está junto a Al-lah”. Entonces Abu Bakr empezó a llorar diciendo: “Que nuestros padres y madres sean tu rescate.” A la gente le extrañó el llanto de Abu Bakr, que Al-lah Esté complacido con él. Lo que sucedía es que él ya había entendido las palabras del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ya que quien tiene la oportunidad de optar es el mismo Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Acto seguido, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ensalzó a Abu Bakr, que Al-lah Esté complacido con él, y confirmó su mérito. Para ser justo, llamaba a la gente diciendo: “a quien le deba algún derecho que me lo diga ahora, a quien le deba una deuda que la cobre ahora”; luego volvió a su cama. En ese momento se dirigieron a él un grupo de los Sahabah, mientras él estaba sufriendo; les recomendó tres cosas:
- Los judíos y cristianos debían ser desterrados de Arabia.
- Recomendó que las delegaciones deben ser honradas y atendidas del mismo modo que él lo hacía.
- La movilización del ejército de Usamah.
La enfermedad siguió empeorando hasta que se desmayó, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y cuando despertaba, decía: “que la maldición de Al-lah recaiga sobre los judíos y los cristianos que han hechos de las tumbas de sus profetas lugares de adoración". Luego dijo: "no hagan de mi tumba un ídolo venerado".
Cuando Fatimah veía su dolor, decía: “¡¡que angustia toca a mi padre!!”, así que le dijo: “tu padre dejará de sufrir después de este día”. Debido al empeoramiento de su dolor ordenó a Abu Bakr que rezara como Imán en congregación con la gente en vez de él. Abu Bakr rezó con la gente diecisiete veces en congregación durante la vida del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Un día antes de su muerte liberó a sus esclavos, dio los siete Dinares que poseía como limosna y regaló sus armas a los musulmanes. ‘A’isha, que Al-lah Esté complacido con ella, mencionó que cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se despertaba de su dolor, decía: “¡Oh Al-lah! Hacia ta compañía más elevada, Hacia la compañía más elevada”. En ese momento supo que la muerte estaba cercana, además él invocaba diciendo: “¡Oh Al-lah! Perdóname, Ten misericordia de mí y Úneme al compañero más elevado con aquellos a quienes Has agraciado: los profetas y los veraces, los mártires y los que hacen el bien, esta es la buena compañía”. Al día siguiente abrió las cortinas de su casa; era el tiempo de la oración de la madrugada (Al Fayr), miraba a la gente y sonreía, por lo que la gente pensó que se había curado. Lo último que dijo era: “no abandonéis el rezo, no abandonéis el rezo ni maltratéis a vuestros siervos”.
La mañana del lunes 12 de Rabi‘ Al ’Awal del año 11 de la Hégira falleció el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, poniendo su noble cabeza encima del pecho de la madre de los creyentes, ‘A’isha, que Al-lah Esté complacido con ella, que salió asustada, informando a la gente sobre lo que pasó, lo cual fue completamente chocante. Los grandes Sahabah se asombraron totalmente hasta tal punto que ‘Umar Ibn Al Jattab, que Al-lah Esté complacido con él, amenazó de muerte a cualquiera que dijera que Muhammad había muerto y lo consideró una simple ausencia como la ausencia de Musa (Moisés), la paz sea con él, cuando fue al Sinaí. Los Sahabah no recapacitaron del choque de la noticia hasta que Abu Bakr, que Al-lah Esté complacido con él, entró en la habitación del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le besó. Acto seguido salió diciendo a los Sahabah: “Aquellos de vosotros que adoraban a Muhammad, sepan que Muhammad ha muerto. Aquellos que adoraban a Al-lah, sepan que Él es el Viviente y nunca muere. Al-lah, Exaltado sea, Dice (lo que en español se interpreta así): {Pero Muhammad es sólo un mensajero antes del cual ya hubo otros mensajeros. Si muriese o lo mataran, ¿daríais la espalda? Quien da la espalda, no perjudicará a Al-lah en absoluto. Y Al-lah recompensará a los agradecidos.} [Corán 3:144].”

La gente reaccionó otra vez y volvió a sus cabales, su cuerpo fue lavado por Al ‘Abbas Ibn ’Al Muttalib, ‘Ali Ibn Abi Talib, Al Fadl Ibn ‘Abbas, Qazm Ibn ‘Abbas, Shaqran, el esclavo liberto del Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, Usamah Ibn Zayd, que Al-lah Esté complacido con todos ellos. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, salió de esta vida hacia el beneplácito permanente y la compañía más elevada, después de cumplir su misión e informar el mensaje y aconsejar a la Ummah. Nos ha dejado todo claro. Tenemos que aferrarnos al Corán protegido, a la Noble Sunnah y a la obra de los Califas bien guiados ¡Oh Al-lah! Bendice a Muhammad, Dale la paz, dale la mejor recompensa por su esfuerzo con la Ummah, ¡Oh Señor del Universo! Haz que sea nuestro intercesor.

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