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La Hospitalidad (Parte 2)

La Hospitalidad (Parte 2)

Características del anfitrión

El anfitrión no debe menospreciar la poca comida que tenga; debe de ofrecer lo que esté a su alcance, aunque sea solamente medio dátil. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, prohibió menospreciar la comida escasa.
Abu Huraira, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, solía decir: ‘Oh musulmanas, no permitáis que ninguna de vuestras vecinas subestime cualquier obsequio que le haga a sus semejantes, aunque se trate solo de la pata de una oveja.’
También ha sido narrado que Abu Huraira, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Ya’far ibn abi Talib, que Al-lah Este complacido con él, era el mejor de los hombres para con los necesitados: volvía a casa y les ofrecía lo que tuviera. Llegó a llevar recipientes de piel que habían contenido grasa o miel y que ahora estaban vacios para que los abriéramos y pudiéramos comer las sobras.”
Ibn Hibban, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “La persona que razona debe buscar tener invitados y convidarlos aunque sea con poca comida, ya que si no lográramos mantener el favor de Al-lah observando Sus derechos, entonces todo volvería al estado inicial. Las aspiraciones de quien no cumple y su idea de restaurar todo de nada le servirán. No obstante, si se apega a cumplir con los derechos de Al-lah, entonces será recompensado con favores y preferirá recibir su recompensa en el Más Allá, y considerará lo hecho como muy poco. La esencia de la hospitalidad yace en no menospreciar la poca comida que se tenga, en no esconder nada de los invitados, y en ofrecerles lo que tengamos a nuestro alcance, ya que aquel que menosprecie la comida disponible por ser poca estará evitando ofrecerle al invitado lo que tiene. Le preguntaron a Al Awza’i, que Al-lah le Dé Su perdón, qué es la hospitalidad; a lo que dijo: ‘Tener una sonrisa en la cara y hablar con palabras amables.’”
Debemos analizar lo que dijo este Imán: él consideró que la hospitalidad consiste de alegría y de hablar amablemente con los huéspedes. Podemos comparar esto con la actitud de la gente en la actualidad, pues la mayoría creen que la hospitalidad es simplemente ofrecer una gran cantidad de comida. Vemos como hay gente que prefiere no ofrecer nada de comer a sus invitados porque no tienen carne que ofrecer. Aquel que ofrezca su hospitalidad por amor a Al-lah debe convidar la comida que tenga a la mano y no asumir una carga que sobrepase sus límites.
La hospitalidad que difiere de lo antes mencionado no es solamente aceptable, sino incluso loable. Cuando se nos informó sobre Abraham, la paz sea con él, y cómo recibía a sus huéspedes, Al-lah Todopoderoso nos Dijo (lo que se interpreta en español): {Y rápidamente se fue a preparar con su familia el mejor de sus terneros.} [Corán 51:26] En otra aleya, Al-lah Todopoderoso Dice (lo que se interpreta en español): “Y no tardó en traer un ternero asado.” [Corán 11:69]
Ha sido narrado que Abu Huraira, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Un día –o una noche- el Mensajero de Al-lah, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, salió de su casa y se encontró a Abu Baker y a Omar, que Al-lah Esté complacido con ellos. Entonces les preguntó: ‘¿Por qué estáis fuera de vuestro hogar a estas horas?’ Dijeron: ‘Porque tenemos hambre, oh Mensajero de Al-lah.’ Él, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, respondió: ‘Por Aquel en Cuyas manos está mi alma, aquello que os hizo salir es lo mismo que me ha hecho salir a mí. ¡Poneos de pie!’ Se levantaron y lo siguieron. Los tres llegaron hasta el hogar de un hombre de Al Ansar, pero este no se encontraba en casa. Al verlos llegar, la esposa del hombre dijo: ‘Bienvenidos, bienvenidos.’ El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, le preguntó: ‘¿En dónde está tu marido?’ Y ella explicó: ‘Fue a traer agua fresca.’ Cuando el hombre volvió y vio al Mensajero, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y a sus acompañantes dijo: ‘Alabado Sea Al-lah, hoy no hay quien tenga a huéspedes más honorables de los que yo tengo.’ Enseguida salió y regresó trayéndoles dátiles maduros, dátiles secos y dátiles frescos; y les dijo: ‘Comed, comed.’ Después tomó un cuchillo grande (para sacrificar a una cabra o una oveja); al ver esto, el Mensajero, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, le dijo: ‘No vayas a matar a un animal que dé leche.’ El hombre sacrificó entonces una oveja.
El ser hospitalario a la perfección implica alegrarse de la llegada de huéspedes, mostrar placer, intercambiar cumplidos con los invitados, agradecerles su visita, servirlos, demostrarles que está dispuestos a ser hospitalarios, y sonreír. Se dice que sonreírle a un invitado es aun mejor que convidarle de comer.
Ibn Hibban, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “La hospitalidad incluye hablar con amabilidad, estar alegres y servir a los invitados. Servir a los invitados no significa que el anfitrión se degrade, y aquel que trate de que el invitado sea quien le sirve o que le quiera cobrar la hospitalidad pierde su nobleza al hacerlo.”
Los nobles y los líderes se apegan a tal derecho, de manera que muestran interés en sus invitados, elevando así su rango. Un enfoque afable para con los invitados implica decirles cumplidos hermosos, ser generosos, divertirlos y recibirlos con alegría. Todos estos aspectos son parte de la hospitalidad y denotan una generosidad perfecta.
Se dice que “la hospitalidad perfecta es alegrarse al ver a los invitados y hablar por largo rato cuando los convidamos a la mesa.”
Si tenemos más de un invitado debemos de hablar directamente con cada uno de ellos y sin secretearnos de los demás. Tampoco debemos de dar preferencia a ninguno de los huéspedes al entretenerlos, sino que debemos tratar de que todos se sientan igualmente complacidos. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, era la persona más hospitalaria: solía ofrecer a cada uno de sus huéspedes la hospitalidad debida, de tal manera que todos los huéspedes pensaban que eran el invitado favorito del Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam.
Asimismo, queridos hermanos, debemos tener en cuenta que fruncir el ceño, mostrar molestia, entrar y salir innecesariamente, y/o gritar con enojo a los niños o los sirvientes en presencia de invitados es prueba de mezquindad. Y de hecho, es preferible morir que aceptar la invitación de alguien mezquino.
¡Qué Al-lah Todopoderoso nos Conceda generosidad y rostros sonrientes!

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