{Y cuando su Señor anunció: “Si Le agradecen, Él incrementará su sustento; y sepan que si lo rechazan, Su castigo será severo”} [Corán 14:7]
El hecho de que Dios prefiera a algunos sobre otros tiene muchos beneficios, y generar un sentimiento de gratitud es ciertamente uno de los principales. El valor de este sentimiento es muchas veces subestimado, mientras que en realidad sirve como el único escape de la interminable y frustrante persecución del materialismo que impacta negativamente en nuestra salud física y mental. Tal como dijo el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “La riqueza no es tener muchas posesiones. En realidad, la verdadera riqueza yace en un corazón satisfecho” (Bujari y Muslim). Un mérito aún mayor de la gratitud es que nos da la complacencia de Dios, y no solo un momento (o toda una vida) de felicidad. Dado que Dios nos concede una inacabable cantidad de bendiciones, es más que justo dedicar cada momento a agradecerle, y es por eso que vivir una vida así (el Islam) es lo que más Le complace y lo que más recompensa eternamente.
Sin embargo, notar el valor de ser agradecido y vivirlo en cuerpo y alma son dos misiones diferentes. En cuanto a la última, pocas cosas pueden ser más efectivas que experimentar dolor o privación en la vida o en la de aquellos que nos rodean. Cualquier persona honesta puede dar testimonio de eso, y eso es la respuesta a los que dicen: “¿Por qué no pudo Dios crear un mal ilusorio en vez de un sufrimiento real?”. Si la vida fuera un drama simulado no lograría su objetivo, porque aunque una imagen vale mil palabras, una experiencia auténtica vale más que mil imágenes.
Por lo tanto, la disparidad entre los multimillonarios y los pobres, los que tienen grandes familias y los huérfanos abandonados, los que pueden moverse y los que están postrados en una cama, no son sino avenidas a través de las cuales se nos concede el don de la gratitud. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Cuando alguno de ustedes mira a los que están mejor en esta vida mundanal, que mire [rápidamente] a los que están por debajo, porque ello es mejor para no desestimar los favores que Dios les ha concedido” (Bujari y Muslim). Todos podemos ser inspirados por este relato profético ya que, aunque podamos notar que hay gente que tiene más bendiciones que nosotros, siempre encontraremos desaventajados en algún asunto u otro. Para los que ven este mundo de forma superficial, esas desventajas son injustas y cuestionables; mientras que aquellos que tienen más confianza en el criterio de Dios que en el suyo propio las ven como un tesoro inconmensurable. De hecho, incluso la gente que enfrenta adversidades y privaciones tienen, en cierto nivel, una mayor razón para estar agradecidas que las que se libran de estas pruebas en la vida, porque su prueba fue simplemente soportar su adversidad, y eso es mucho menos difícil que la prueba, a menudo fallida, de apreciar las propias bendiciones.
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Purificación del alma