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La obediencia a Al-lah II

La obediencia a Al-lah II

 

No es una sorpresa que Jaulah gozara de tan alta reputación entre los Sahabah, quienes fueron sus contemporáneos y conocían sus virtudes, y por encima de todos ellos se encontraba ‘Umar Ibn Al Jattab, que Al-lahe Esté complacido con él. En cierta ocasión, ella lo encontró afuera de la mezquita cuando estaba junto a Al Yarud Al ‘Abdi. ‘Umar, quien ya era Califa en ese tiempo, la saludó y ella le dijo: "¡Oh, ‘Umar! Te recuerdo desde cuando eras llamado ‘Umair en el mercado de ‘Ukadh, y cuidabas los corderos con tu bastón. Teme a Al-lah en tu puesto como Califa para cuidar al pueblo, y sabe que quien teme la amenaza del castigo en la vida futura, se da cuenta de que no es algo muy lejano. Y quien teme a la muerte, teme perder alguna oportunidad en esta vida". Al Yarud dijo: "¡Mujer, tú le has hablado con demasiada severidad al Amir de los creyentes!" ‘Umar le dijo: "Déjala en paz. ¿Acaso no sabes que ella es Jaulah, cuyas palabras son escuchadas por Al-lah desde arriba de los siete cielos? ¡Por Al-lah! Que ‘Umar debe entonces, con más razón, escucharla".
 
Ibn Kazir menciona en su Tafsir, que cierta vez un hombre le dijo a ‘Umar, mientras veía cómo estaba dando una calurosa bienvenida a Jaulah y la escuchaba hablar: "¿Dejaste a un hombre de Quraish para venir con esta anciana mujer?" A lo que ‘Umar replicó: "¡Ay de ti! ¿Sabes acaso quién es?" El hombre contestó: "No". ‘Umar le dijo: "Esta es una mujer cuyas quejas son escuchadas por Al-lah por encima de los siete cielos, ella es Jaulah Bint Za‘labah. ¡Por Al-lah! Si ella no quisiera abandonarme hasta que caiga la noche, no le diría que se vaya hasta tanto obtenga lo que vino a buscar, a menos que llegue el momento de la oración. En tal caso, rezaría y luego regresaría a ella, hasta que obtenga lo que vino a buscar".
 
La fiel mujer musulmana no actúa en contra de los mandatos de Al-lah
 
{Un verdadero creyente o a una verdadera creyente no deben, cuando Al-lah y Su Mensajero hayan dictaminado un asunto, actuar en forma contraria; y sabed que quien desobedezca a Al-lah y a Su Mensajero se habrá desviado evidentemente.} [33:36]
 
La obediencia a Al-lah y a Su Mensajero es mucho más importante que los propios caprichos y deseos de una persona, ya que viene antes del placer y de la elección individual. Zainab Bint Yahsh, que Al-lah Esté complacido con ella, estableció el mejor ejemplo de obediencia a los mandatos de Al-lah, Glorificado sea, y Su Mensajero, cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le pidió que se casara con su esclavo liberto e hijo adoptivo, Zaid Ibn Harizah. Este casamiento logró dos propósitos legislativos:
1.      Alcanzar la igualdad total entre la gente: La hermosa mujer de la tribu de Quraish, una de las hijas nobles de ‘Abd Ash Shams y prima del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se casó con un esclavo liberto. Los esclavos libertos eran la clase baja de la población. En realidad, las diferencias entre clases eran tan grandes y profundas, que nada podía abolirlas, excepto un acto público decisivo por parte del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, al que la comunidad musulmana habría de tomar como ejemplo para que esas barreras fueran derribadas y la gente no sea vista como superior o inferior, salvo en términos de su nivel de virtud y piedad.
2.      Abolir la costumbre de la adopción, la cual estaba extendida en la época preislámica. De allí que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se casó con Zainab, después de haberse divorciado de su hijo adoptivo Zaid, para demostrar en términos prácticos, que si Zaid hubiera sido su verdadero hijo, Al-lah no le habría ordenado en el Corán que se casara con Zainab.
 
La elección recayó en Zainab, la prima del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a fin de lograr estos dos objetivos legislativos dentro del ambiente de la familia del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y para que la gente pueda aceptarlos en obediencia al mandato de Al-lah, el Todopoderoso, y Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Cuando él la escogió para ser la esposa de Zaid Ibn Harizah, a ella no le agradó la idea, y dijo: "¡Oh, Mensajero de Al-lah! Nunca me casaré con él, pues soy una noble de la tribu de ‘Abd Ash-Shams". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le respondió con calma, pero firmemente: "Tienes que casarte con él". Mientras estaban discutiendo el asunto, Al-lah reveló a Su Mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo siguiente: {Un verdadero creyente o a una verdadera creyente no deben, cuando Al-lah y Su Mensajero hayan dictaminado un asunto, actuar en forma contraria; y sabed que quien desobedezca a Al-lah y a Su Mensajero se habrá desviado evidentemente.}[Corán 33:36].  Entonces, Zainab aceptó la orden de Al-lah y Su Mensajero, y dijo: "No desobedeceré a Al-lah ni a Su Mensajero, y me entregaré en matrimonio a él".
 
Posteriormente, las diferencias entre Zainab y Zaid los condujeron al divorcio. Cuando Zainab completó su ‘Iddah, Al-lah, Exaltado sea, reveló la siguiente aleya: {Y recuerda [¡Oh, Muhammad!] cuando dijiste [a Zaid Ibn Harizah] a quien Al-lah había agraciado [con el Islam] y tú habías favorecido [liberándolo de la esclavitud]: Quédate con tu esposa, y teme a Al-lah; ocultaste así lo que Al-lah haría manifiesto porque temiste a lo que diría la gente, pero Al-lah es más digno de ser temido. Cuando Zaid termine con el vínculo conyugal [y su ex esposa haya concluido con el tiempo de espera luego del divorcio], te la concederemos en matrimonio para que los creyentes no tengan ningún impedimento en casarse con las ex esposas de sus hijos adoptivos si es que éstos deciden separarse de ellas, y sabed que esto es un precepto de Al-lah que debe ser acatado.} [Corán 33:37]
 
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, recitó esta aleya sonriendo, luego dijo: "¿Quién irá hacia Zainab y le comunicará las buenas nuevas? Pues Al-lah ha dispuesto mi casamiento con ella desde el cielo".
  

Fue como si Al-lah, Glorificado sea, hubiera premiado a Zainab por su absoluta obediencia a Él y a Su Mensajero. Ella había aceptado la decisión de casarse con Zaid, y luego se convirtió en la esposa del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, por el mandato de Al-lah en una aleya que los musulmanes siempre recitarán cuando rindan culto a Al-lah, ya que seguirán recitando el Corán hasta el final de los tiempos. Este honor le fue conferido solamente a Zainab, quien fue la única de entre las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que recibió tal gracia. Ella estuvo orgullosa del favor de Al-lah hacia ella, y acostumbraba a ufanarse ante las otras esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, diciendo: "Vuestras familias arreglaron vuestros matrimonios, pero Al-lah dispuso mi casamiento desde arriba de los siete cielos".

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