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Éducar y disfrutar: una forma divertida de enseñar el Salah a tus hijos

Educar y disfrutar: una forma divertida de enseñar el Salah a tus hijos

 

¿Alguna vez te has preguntado sobre cómo comenzarás a enseñar a rezar a tus pequeños? No solo que aprendan de imitar a los adultos, sino iniciar seriamente el proceso de enseñanza de la oración.
 
Esto puede ser frustrante porque tú deseas que tus hijos aprendan lo correcto y, al mismo tiempo, deseas que tus hijos no solo aprendan cómo hacer la oración, sino que también aprenden a amarla. Enseñar la oración puede ser todo un desafío, pero no tiene por qué ser algo desagradable.
 
Papá y mamá, nosotros tenemos la solución para ayudarte a enseñar a tus hijos el Salah de una forma divertida. Bien, se trata de un sistema de láminas para colorear por números con recompensas, por así decirlo. Y, ¿a qué niño no le gusta colorear o ser recompensado por su buena conducta? ¿Parece un plan efectivo? Bien, ¡comencemos nuestra aventura!
 
Aquí tendremos un programa de 5 pasos, una representación de las 5 oraciones diarias. En cada paso nos preparamos, establecemos metas alcanzables y damos recompensas razonables por un trabajo bien hecho. Encontrarás útil nuestro grafico, “el árbol del Salah”, el cual te ayudará y a tu hijo a tener registros diarios del progreso y logros, y que puedes colocar en exposición en la puerta de tu heladera. Debes permitirle a tu hijo o hija sentirse orgulloso/a de sus logros por realizar la Salah en su tiempo y por haber realizado la buena acción del día.
 
Paso 1:
Toma nuestro versátil “Árbol del Salah” y haz varias copias. De hecho, tómate la libertad de hacer algunas hasta para los hijos de tus amigos musulmanes, tus vecinos y los niños de tu masyid (mezquita) local. Eso fue fácil, ¿no es así? Bueno, ahora toma un profundo respiro… y empecemos inmediatamente con lo más complejo.
 
Paso 2:
Antes de empezar cualquier tipo de programa familiar organizado o actividad educacional, es siempre bueno sentarte con tus hijos y conversar al respecto. Discútelo, explícalo (lo cual podrás hacer después de finalizar el Paso 5) y asegúrate de que toda la familia se involucrará y apoyará. Recuerda, esta es una experiencia de aprendizaje familiar y un proyecto, de cierta manera. Necesitarás que todos estén apoyando a tus hijos, dándoles ánimos y reconociendo sus logros diarios (colocados en la heladera, por supuesto) para ayudar a tus pequeños a entender que se trata de algo importante. Y, lógicamente, que si se esfuerzan por hacer las cosas bien serán recompensados. Esta es la esencia de nuestra religión, y es muy importante que hasta los niños pequeños lo entiendan. Buen comportamiento = recompensa. Mal comportamiento = no habrá dulces para ti. Ahora que todos estamos hablando el mismo idioma, continuemos con el Paso número 3.
 
Paso 3:
Esta es la etapa crítica. Esto es lo verdadero, donde empieza realmente el proceso de aprendizaje. Recuerda, dependiendo de tu actitud tu hijo puede aprender a amar la Salah o, Al-lah nos Libre, acabar no dependiendo de tu método de enseñanza y actitud general hacia todo este proceso. PIENSA POSITIVAMENTE, SÉ POSITIVA. Bajando mi tono, una vez más, siéntete libre de repetir después de mí (en tu mente o en papel, como mejor te funcione): “Piensa positivamente, sé positiva”.
 
También, es importante que no pases horas en este proceso. Así mismo, como leíste, dije que NO gastes horas. No debes pasar más de una hora diariamente enseñándole el Salah. Ten en mente que le estás enseñando a un niño y no a un adulto, y que los niños pequeños no tienen largos periodos de atención. Más importante aún, los niños necesitan tiempo libre, tiempo de juego, tiempo para comer levemente y hasta para comportarse simplemente infantiles. No HAGAS del Salah o de aprender el Salah una rutina o tarea. El Salah es algo que debemos amar, ser el primero en hacer wudu, en apurarse para ocupar la primera línea y estar listo. Nuevamente, no es una tarea doméstica o una rutina, es algo que atesoraremos por siempre con bellos recuerdos.
 
Paso 4:
Ahora que estás preparada/o mentalmente, prepárate físicamente. Las distracciones como la televisión, la música, las mascotas permitidas, etc., mientras tu hijo está aprendiendo, perjudicarán y robarán tiempo de tu corto periodo diario para educar. Asegúrate de que tendrás su total atención, aunque sea momentáneamente, mientras les explicas los varios pasos.
 
Es también una buena idea crear algunos gráficos sobre las diferentes posiciones del Salah, para que el niño pueda reconocerlas cada una por su nombre. Crea también tablas gráficas (con dibujos) sobre los diferentes Salah.
 
Por ejemplo, Fayer mostrará que son dos rak’as. Puedes hasta hacer gráficas o tarjetas ilustrativas para enseñarles Al-Fatihah, la primera Surah, para empezar el proceso de aprendizaje si lo ves necesario... haz lo que funciona mejor con tus hijos y tu familia. Que no te asuste ponerte creativa con tus herramientas de enseñanza o si las necesitas, actualmente existen muchos y muy útiles videos sobre cómo enseñar a los niños a rezar. El punto es transmitir el mensaje y toda la información. Recuerda cuando tú aprendiste a realizar el Salah y qué funcionó mejor para ti en aquel tiempo, y trata de implementar algunas de esas técnicas.
 
Paso 5:
Sé consistente. Nuestro “Árbol del Salah” muestra que también hay una celda para cada buena acción de cada día de la semana. Sé consistente en recompensar esas buenas acciones, y haz que el niño comprenda que así será cuando crezca, y que Al-lah Tiene la mejor recompensa para nosotros en la otra vida si hacemos buenas acciones y realizamos nuestro Salah desde pequeños y continuamos de adultos. Ayudar a tu hijo a comprender este concepto le enseñará que, sin importar la edad, todos tenemos la responsabilidad de hacer buenas acciones cada día, además de realizar nuestro Salah a tiempo.
 
Puede ser que te preguntes: “¿Qué tipo de recompensa?” Recompénsalos con algo razonable, teniendo en cuenta que esta es una recompensa diaria. Nada de dulces… puedes guardar esos tipos especiales de recompensas para el fin de semana o los viernes. En lugar de recompensas comestibles, prueba algo como: “Si realizamos nuestro Salah correctamente el día de hoy, mañana iremos al parque a jugar”. Los tiempos de juego son grandes motivadores. Te aconsejo fervientemente que NO utilices dinero o regalos como recompensas para aprender el Salah. Esto puede salirse fácilmente de control y el mensaje es incorrecto. Los niños deben amar hacer el Salah por todas las razones correctas, no porque su ganancia dependa de ello.
 

Una vez más, existen lineamientos simples y generales; solo tú puedes trazar un plan concreto que funcione mejor para tus hijos y tu vida familiar. Recuerda que el punto es educar y disfrutar. Sí, incluso enseñar el Salah, para ti como padre, debe ser un proceso divertido. Diviértete con él, estás enseñando un compromiso para toda la vida, no un capricho momentáneo. Enseña a tus hijos que el Salah es más que una simple acción diaria, sino que es nuestro diario descanso.

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