Las enseñanzas que nos brinda la historia de Musa, la paz sea con él
a) El poder inmenso de Al-lah. La historia de Musa, la paz sea con él, nos muestra muchos ejemplos del gran poder de Al-lah y de Su control absoluto sobre Su creación; como las plagas que envió a Egipto y el asombroso milagro de la división del mar Rojo.
b) Al-lah siempre protege a Sus siervos. Cuando Musa, la paz sea con él, era sólo un bebé, Al-lah lo protegió de la maldad del Faraón evitando que fuera asesinado. Al-lah también protegió a los creyentes de las plagas que envió a Egipto y los liberó de la esclavitud, sacándolos sanos, salvos y victoriosos de ese país, a pesar de que el Faraón hizo todo lo posible por evitarlo.
c) La idolatría siempre ha sido dañina. La historia de la humanidad nos ha demostrado que la idolatría es sinónimo de tiranía y abuso. Por ejemplo, el Faraón era idólatra, y era muy cruel y abusivo con la gente, en especial con los creyentes en Al-lah, a quienes mantenía como esclavos.
d) Para alcanzar el éxito hay que esforzarse y encomendarse a Al-lah. Para alcanzar nuestros objetivos, no solamente tenemos que pedírselo a Al-lah; sino que debemos esforzarnos por alcanzarlos. Al-lah recompensa todo esfuerzo que hagamos.
e) Los Profetas de Al-lah son seres humanos normales, a los que Al-lah distinguió con Su Mensaje y a los cuales respaldó con milagros.
f) El verdadero creyente no duda en cumplir con la ley de Al-lah. A pesar de que la misión que Al-lah le encomendó a Musa, la paz sea con él, era difícil y peligrosa, él obedeció inmediatamente; como vemos en el episodio del arbusto en llamas, donde Al-lah le ordenó que regresara a Egipto y Musa no dudó, ni por un instante, en obedecerlo.
g) Todos los Profetas de Al-lah eran musulmanes. Es decir, que habían sometido sus voluntades y deseos a la Voluntad de Al-lah. Ninguno de ellos desobedecía a Al-lah, sino que cumplían Su Palabra al pie de la letra.
h) Los Profetas se constituyen en el prototipo del creyente ideal y son un ejemplo para toda la humanidad. Desde el punto de vista islámico, se considera a los Profetas como seres humanos muy virtuosos, incapaces de desobedecer a Al-lah. Por esto, los musulmanes rechazan cualquier tipo de relato donde se intente mostrar a los Profetas en situaciones degradantes o indignas, como las mencionadas en algunos libros, considerados sagrados, anteriores al Corán.
i) El creyente debe buscar la perfección y la constancia en toda tarea que realice. Vemos esto claramente cuando Musa, la paz sea con él, le pidió a Al-lah que su hermano Harun (Arón), la paz sea con él, lo acompañara para hablar con el Faraón, ya que Musa tenía dificultades al hablar. El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Las acciones del creyente que más le complacen a Al-lah, son aquellas realizadas de la mejor manera y en forma constante o continua”.
j) Satanás y sus seguidores no tienen poder real sobre los siervos sinceros de Al-lah. Así, vemos que la magia, y los magos o brujos, no tienen un poder verdadero ante el designio de Al-lah. Como observamos en el caso de Musa, la paz sea con él, quien derrotó a los magos del Faraón.
k) Los más grandes tiranos de la humanidad han sido todos esclavos de sus propias pasiones y vanidades. La historia humana está llena de ejemplos de muchos tiranos que, llevados por sus propias ambiciones de poder, hicieron cosas terribles contra sus pueblos; como es el caso del Faraón, que no le importó que su gente sufriera mucho con las plagas con tal de hacer lo que quería y no ceder en su orgullo.
l) La persona debe ser sincera consigo misma en su búsqueda de Al-lah. La sociedad en la que crecemos nos enseña muchos valores negativos, los cuales podemos llegar a creer correctos debido a que la mayoría de la gente los practica; pero la verdad siempre sale a relucir al final y el verdadero creyente en Al-lah sabe que el buen camino no se consigue siguiendo a la mayoría de la gente, sino siguiendo la evidencia racional. Como vemos en el caso de los magos que se enfrentaron a Musa, la paz sea con él, que cuando vieron que el Dios Único del que Musa hablaba era real, decidieron seguirlo y se hicieron creyentes (a pesar de que habían nacido y crecido en una sociedad idólatra), porque vieron que toda la evidencia real y racional confirmaba la veracidad de Musa. De la misma manera, la esposa del Faraón creyó en lo que decía Musa, la paz sea con él, porque vio las evidencias que él traía.