Existen muchas causas de apatía, y estas varían en importancia. Algunas de dichas causas son la falta de sinceridad al obrar, la ostentación y la falta de conocimiento religioso que hace que la persona ignore la recompensa por nuestras acciones y la virtud de la paciencia. También, estar atados a la vida terrenal y olvidarnos del Más Allá, tal vez debido a que prestamos obediencia o nos hallamos ocupados con nuestro cónyuge y vástagos, lo cual nos lleva a descuidar muchos actos de obediencia, y si no prestamos atención puede llevarnos incluso a malinterpretar la religión misma. Esto podría sonar extraño, pero lo que es aun más raro es que alguien logre comprender la naturaleza de esta religión y pruebe la dulzura de la fe pero después deje de luchar por desarrollarlas. Otras causas aparte de las ya mencionadas: cometer pecados y acciones malévolas y hacer uso de dinero mal habido.
En cuanto a los motivos por los que los llamadores al Islam pueden caer presa de la apatía, hay muchas razones:
-Falta de claridad en cuanto a los objetivos detrás de propagar el Islam, los cuales son: buscar la satisfacción de Al-lah Todopoderoso, liberar a otros de la esclavitud ante otras entidades aparte del Señor del Universo, y establecer la religión de Al-lah en la tierra.
-Falta de fe en los propósitos o los medios empleados para convocar al Islam.
-Extremismo que lleva a la persona a la desesperación y a abandonar su trabajo.
-Aprehensión dados los numerosos impedimentos y obstáculos en el camino del llamamiento al Islam y de sus predicadores, con los que Al-lah Todopoderoso Ha Probado antes a todos los voceros del Islam que nos han precedido.
-Independencia y reclusión que desembocan en infelicidad y aburrimiento.
-Adoptar métodos limitados de difusión, sin considerar nuevos medios que podrían resultarnos de ayuda en transmitir nuestro mensaje a la gente mientras se retienen al mismo tiempo los principios y el espíritu del llamamiento al Islam. Por ejemplo, alguien podría evitar cambios en su manera de abordar a alguien, mientras que debemos dirigirnos a las personas en una manera que sea adecuada según su nivel intelectual y el medio que prefieran: auditivo, impreso u otros. Del mismo modo, a veces no hay cambio alguno en la manera de dar pláticas de reconocimiento o sobre El Corán en términos de lugar y medios usados.
-Olvidar que la enemistad con Satanás es ininterrumpida.
-Ignorar el reto que los incrédulos representan para los musulmanes y como se sirven de cualquier medio para alejarnos de nuestra religión y como idean complots en nuestra contra.
-Las ilusiones y susurros demoniacos que siembran el miedo y dudas en el corazón del llamador al Islam, haciendo que cuestione la sensatez del camino que sigue.
Además de las causas previamente mencionadas existen otras enfermedades del corazón: la envidia, la desconfianza en los demás, el odio, el amor a la fama, la arrogancia y la negligencia en ejecutar los actos de adoración (tales como las oraciones cotidianas y recordar a Al-lah Todopoderoso). Asimismo, la apatía podría derivarse de creer que la victoria está fuera de nuestro alcance, ya que siempre esperamos resultados inmediatos y carecemos de estabilidad porque no tenemos sentido de la orientación y dejamos nuestro trabajo sin completar y nos dedicamos a otras actividades; además de que nos fijamos en quienes tienen menos conocimientos y no se dedican tanto a adorar, debilitando así nuestra propia moral y socializando con quienes desean la vida terrenal y permitiendo que nos afecten de manera negativa.
Efectivamente, solo quienes son protegidos por Al-lah Todopoderoso están a salvo de estas cuestiones y de caer en la apatía al enfrentarse ante la indiferencia.