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La educación de la mujer en el Islam (Parte 2)

La educación de la mujer en el Islam (Parte 2)

Dado que las mujeres tienen un gran impacto en la educación de los niños tanto dentro como fuera de la familia, deben estar calificadas adecuadamente para poder ser un ejemplo bueno y correcto. Esto se puede lograr solamente a través de enseñar a las mujeres como convertirse en educadoras justas que críen a los niños de una manera buena e islámica y que usen su gentileza para llenar los corazones y almas de los pequeños de fe y bondad; las mujeres tienen que aprender a transmitir estos valores a la generación que están criando y educando.

 Cuando vemos a niños bien portados y de buenos modales y nos damos a investigar la razón detrás de ello, nos encontramos que tienen una madre recta, honrada y de buenos modales, aun si su padre tal vez no sea así. De igual manera, cuando vemos a niños corruptos y mal portados e investigamos las razones, nos encontramos que tienen una madre corrupta, si bien el padre podría ser un hombre correcto y de buenas costumbres.
 Debido a los factores y ejemplos antes mencionados, hay un llamado a reformar la educación de la mujer y a refinar su comportamiento y moral para que se convierta en una educadora digna de seguir, por lo que no es de sorprender que el Islam se incline a enseñar a la mujer. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, solía dedicar días especialmente para las mujeres (aparte de los días en los que estas asistían a verlo junto con los hombres) para poder transmitirles los conocimientos divinos provenientes de Al-lah Todopoderoso que son relevantes solamente al sexo femenino debido a sus características físicas y psicológicas. Las mujeres se armaron de valor para solicitar esto del Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y él se los concedió.
 Abu Sa’id Al Judri, que Al-lah Esté complacido con él, narró: “Una mujer vino hasta el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y le dijo: ‘Oh Mensajero de Al-lah, dedicas todas tus palabras a los hombres, por lo que te pido que nos dediques un día a las mujeres para que podamos venir a ti y que nos enseñes lo que Al-lah te Ha Enseñado.’ El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, respondió: ‘Venid tal y tal día.’Se reunieron y el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, vino a ellas y les enseñó lo que Al-lah le Había Enseñado; y después les dijo:‘Ninguna de vosotras perderá a tres hijos [es decir, que se le mueran] sin que estos la protejan del Fuego.’Una mujer inquirió: ‘Oh Mensajero de Al-lah, ¿y si pierde a dos?’ A lo que el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, añadió:‘O dos hijos’” [Al Bujari, Muslim]
Hubo una mujer entre los Compañeros, que Al-lah Esté complacido con ellos, que tuvo el valor de ir al Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, y de dirigirse a él con cortesía y confianza para decirle: “Dedicas todas tus palabras a los hombres, por lo que te pido que nos dediques un día a las mujeres para que vengamos a ti y que nos enseñes lo que Al-lah Todopoderoso te Ha Enseñado.”
Como los hombres solían sentarse hasta el frente durante las reuniones con el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, la mayor parte de las palabras, amonestaciones y declaraciones eran dirigidas a ellos. Si bien el llamado al Islam y sus juicios, obligaciones y amonestaciones conciernen tanto a hombres como mujeres, hay algunos temas y juicios que son pertinentes solo para las mujeres, mientras que otros son especialmente para los hombres.
Los hombres se enteraban de los juicios que les incumbían porque podían hablar fácil- y directamente con el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, aparte de que eran suficientemente audaces para inquirir sobre cada aspecto de la religión; podían hacerle preguntas al Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, a cualquier hora, mientras que las mujeres no siempre podían preguntar sobre temas que les atañeran o solicitar soluciones a sus problemas. Aun cuando podían asistir a reuniones con el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, en las que no se entremezclaban con los hombres, la timidez les ganaba y no se atrevían a preguntar sobre los asuntos que les interesaban en presencia de los varones. Por lo tanto, darles a conocer los juicios pertinentes a ellas y resolver sus problemas requería de sesiones especialmente dedicadas a ellas, en las que se discutían sus temas, se les daban a conocer las reglas correspondientes y se les enseñaba de acuerdo a sus características psicológicas, intelectuales, morales y sociales, tomando en cuenta también su responsabilidad en esta vida, tanto dentro como fuera del marco familiar. Todas estas razones hicieron que la mujer solicitara que se les dedicara un tiempo especialmente a las mujeres, para que así pudieran aprender sobre las cuestiones religiosas que les concernían; y por esas mismas razones, el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, aceptó y reaccionó a lo que le pidieron.
 Esta es la manera adecuada de educar a las mujeres y sacarlas de las tinieblas de la ignorancia y guiarlas hacia la luz del conocimiento, de tal manera que puedan asumir su responsabilidad en esta vida de la mejor y la más perfecta manera. Esto también les permite asumir la responsabilidad que les corresponde sin perder su castidad y su pudor y sin tener que entrar en una sociedad mixta que rápidamente cae en la corrupción típica de tales sociedades, causando que las mujeres padezcan por deseos que desencadenan desobediencia, pecado y muchas otras variantes de inmoralidad.
El conocimiento sensato es el primer medio para reformar a cualquier sociedad, incluyendo hombres y mujeres; viejos y jóvenes.
 Al inicio de la era islámica, las musulmanas estaban llenas de entusiasmo por aprender las enseñanzas de la religión y los juicios concernientes a sus asuntos en particular. Se reunían en las sesiones especiales que el Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, les dedicaba. El Profeta, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, venía a ellas a la hora especificada y les enseñaba lo que Al-lah Todopoderoso le Había Enseñado, explicándoles las cosas; le hacían preguntas sobre muchos temas, y él, sal-lal-lahu ‘alaihi wa sal-lam, les respondía.
 Algunas de las Compañeras de Al Ansar, que Al-lah Esté complacido con ellas, se atrevieron incluso a preguntar sobre cuestiones femeninas. ‘Ai’shah, que Al-lah Esté complacido con ella, las elogió diciendo: “Qué Al-lah Se Apiade de las mujeres de Al Ansar; su timidez no les impidió preguntar sobre temas de su religión.”
 Este parámetro tan alto es lo que define la política del Islam en cuanto a la educación de las mujeres. Después de saber estos hechos, ¿se atreverían los enemigos del Islam a decir algo para engañar a la gente sobre la cuestión de la educación de las mujeres como parte de su intento por dar una imagen negativa del Islam? Tras ver esta igualdad plena entre hombres y mujeres respecto al conocimiento y las obras, ¿nos siguen molestando las quejas de quienes tratan de distorsionar la imagen maravillosa del Islam con argumentos que resultan repulsivos para cualquiera con sentido común?

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