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Ramadán en la vida de un joven musulmán

Ramadلn en la vida de un joven musulmلn

Cómo los padres pueden ayudar a sus hijos a comprender el ayuno
 
Desde temprana edad en nuestras vidas somos enseñados por los profesores, los padres y la gente mayor cómo seguir una buena vida siguiendo la guía del Islam, sus reglamentos y principios. Desde niños tendemos a escuchar a nuestros mayores y seguir su ejemplo, sin realmente conocer la importancia y beneficio de cada acción que realizamos. Desafortunadamente, no muchos padres se dan cuenta de este hecho. Los padres tienen que enseñar a sus hijos a cómo realizar sus deberes religiosos de manera que aprecien el significado que está detrás de esos deberes, y a crecer conectados a Al-lah y amando el Islam.
Ahora me encuentro en mis veinte años y aun no tengo hijos. Pero en mis años de escuela tuve una experiencia que resaltó este aspecto de la paternidad, y pienso compartirla con quienes puedan encontrarla de utilidad.
 
Cada año, la llegada de Ramadán me trae buenos recuerdos del ayuno; recuerdos relacionados con todas las partes de Ramadán: las noches de I’tikaf (retiro espiritual) que pasábamos en las diferentes mezquitas, la comida deliciosa que comíamos, los muchos invitados que teníamos en nuestra casa cada fin de semana, la competencia entre mis amigos y yo para ver quién podía ayunar el mes entero… Pero hay un incidente que realmente sobresale.
 
Siempre supe que ayunar era una parte principal de mi religión, pero desearía haber comprendido por qué era necesario que yo lo hiciera. Algunos de mis profesores de la escuela islámica me decían que esto nos ayudaba a sentir cómo vive a diario la gente menos afortunada, y nos motivaba a hacer algo al respecto, así como a ser agradecidos con Al-lah. Apreciaba esta explicación, y aún lo hago; pero sentía que no era suficiente. Entonces, un día, cuando estaba en sexto grado en una escuela pública, un amigo me preguntó por qué ayunaba en Ramadán. “Porque es parte de mi religión”, le dije, y le di la misma explicación que había escuchado de mis profesores. Él asintió y continuamos con lo que estábamos haciendo. Unos minutos después él me preguntó qué pasaría si yo comía durante el periodo que se suponía que estaba ayunando. Le respondí que yo no haría eso a menos que hubiera una necesidad imperiosa de hacerlo, y en tal caso repondría mi día de ayuno perdido posteriormente. Unos minutos después, él me miró con una sonrisa y me dijo: “¿Cómo alguien podría saber si romper o no tu ayuno si nadie te está viendo?” Me reí y le dije: “Al-lah lo Sabría”.
 
Durante el recreo mi amigo me ofreció un pedazo de su pizza y comenzó a tentarme diciendo que nadie lo sabría, y nuevamente le respondí que Al-lah lo Sabría. Pero lo que él hacía me golpeó muy duro, aún me estremezco casi siempre que lo recuerdo. “Nadie lo sabrá”…si lo hubiese querido, podría haber comido un pedazo de su pizza y el hambre en mi estómago se habría ido, y ni siquiera mis padres lo habrían sabido. Pero lo que le dije a mi amigo continúa resonando en mi cabeza: “Al-lah lo Sabría… Al-lah lo Sabe…”. Esto me hizo caer en cuenta repentinamente que estaba ayunando por la causa de Al-lah, que realmente estaba siendo sincero en eso. Este descubrimiento me hizo sentir muy poderoso, y me propuse aún más a no romper mi ayuno.
Unos cuantos años después de eso, me sentí muy feliz al aprender el hadiz Qudsi que dice: “Todos los actos del hijo de Adán son para él, excepto el ayuno. Este es exclusivamente para Mí, y Yo (solamente) lo Recompensaré por él”. [Bujari y Muslim] Cada vez que recuerdo este hadiz o lo escucho, me siento feliz. Intuitivamente siento una conexión especial con él. Desde entonces, comencé a esforzarme cada Ramadán por aprender más y enseñarles a mis amigos sobre esta experiencia que tuve y por qué debemos ayudar en Ramadán. El hecho de que comprendí por qué, hizo que mi ayuno fuera mucho mejor y más fácil de cumplir.
 
Sé creativo, facilita el entendimiento, deja que tus niños establezcan metas razonables y esfuércense juntos por alcanzarlas este Ramadán. Los padres deben involucrarse positivamente y tratar de hacer más fácil para sus hijos el cumplimiento de toda actividad o acto de adoración. Eso puede exigir mucho esfuerzo, tiempo, enseñanza, energía y paciencia. Como padres, debemos sentar el ejemplo de cómo hacer las cosas. Los padres deben hacer énfasis en las virtudes de estos actos de adoración y sobre el concepto islámico de rendirse cuentas a uno mismo o autoexaminarse.
 
Y hablando de virtudes, Dice Al-lah en el Sagrado Corán (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! Guardaos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras…} [Corán 66:6] Y el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, dijo: “Cada uno de ustedes es responsable por su familia y será interrogado (por Al-lah) sobre esta responsabilidad”. [Bujari y Muslim]
 
 

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