Décimo segundo: Dando prioridad a los familiares cercanos
La gente usualmente tiene muchos familiares; una familia puede tener muchos miembros y su familia extendida puede estar a su alrededor en todas direcciones. Una persona puede tener en vida sus padres, sus abuelos; sus hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas, tíos, tías y primos. Pero más allá tenemos otros familiares, emparentados con los padres, con los abuelos, paternos o maternos. También está la relación marital entre esposos.
Dado que la relación familiar puede extenderse mucho y hacia muchas personas, el sistema hereditario islámico se basa en el principio de que los familiares con derecho a la herencia sean los más cercanos, luego los siguientes en cercanía y así sucesivamente, excepto que algún otro bloquee su herencia.
Este es un sistema muy ordenado y armoniza con la naturaleza humana y con los deseos de los difuntos. La gente trabaja para acumular bienes con una motivación natural y personal para aumentar su fortuna sabiendo que morirán y la dejarán atrás. Sin embargo, ellos confían que su fortuna irá a su familia cercana, a aquellos que aman y consideran con más derecho de recibir su fortuna.
Estos familiares cercanos son los que proveen cuidados, amor y cariño. Son los que asisten financiera y moralmente cuando se necesita ayuda, así que merecen heredar unos de otros. Todo esto se aplica a los familiares cercanos, luego los de menor cercanía y así sucesivamente.
Por ese motivo la herencia se organiza de acuerdo a esto, y los beneficios son proporcionales a las responsabilidades. Es por este motivo que los familiares más cercanos son los de mayor mérito en la herencia. Esto hace que la gente esté satisfecha, los motiva a trabajar duro y hacer sacrificios, por sí mismos y por sus seres queridos.
Décimo tercero: La necesidad, una base para la preferencia
No todos los herederos son iguales; se le da preferencia al más cercano. Si el parentesco es igual entre dos herederos, la Ley Islámica establece un sistema alterno de preferencia que no es arbitrario, sino que obedece a la justicia y sabiduría divinas. La preferencia entonces se basa en la necesidad. Las mujeres y los niños pequeños están definitivamente en necesidad de dinero, por eso no se les priva de sus partes de la herencia. Los hijos del difunto tienen más necesidades que el padre o el abuelo, quienes ya han vivido la mayor parte de sus vidas y es probable que tengan sus propios bienes.
Los hijos varones, en cambio, están frecuentemente en su juventud, al inicio de sus vidas y tienen muchas necesidades. Frecuentemente están aún estudiando y haciendo planes para su futuro, pero enfrentan dificultades. Las mujeres también pasan por el mismo tipo de necesidades, pero los varones con mayor frecuencia asumen las responsabilidades financieras del matrimonio, que incluyen el pago de una dote, el sustento propio, de las esposas, los hijos y otros dependientes.
Es por este motivo que el hijo varón recibe el doble de lo que recibe la hija mujer. La hija mujer recibe la mitad porque generalmente está exenta de la responsabilidad de sostener a la familia. Además, ella recibe una dote al casarse y no tiene responsabilidades financieras hacia los demás, no se le exige que mantenga a su esposo, padres u otros.
Una comparación imparcial entre lo que el hijo varón recibe y sus responsabilidades y obligaciones, y lo que la hija mujer recibe, estando exenta de responsabilidades financieras, conllevaría a concluir que las mujeres salen ganando con la distribución islámica.
Décimo cuarto: Apoyo y obligaciones compartidas
El sistema hereditario islámico se basa en el establecimiento de obligaciones mutuas entre parientes, y entre esposos que se apoyan y se protegen moral y financieramente unos a otros. La solidaridad entre ellos la establece el Islam. Si el apoyo y obligaciones mutuas son violados, no habrá herencia. Este es el caso de quien es asesinado por uno de sus herederos, pues el asesino pierde todo el derecho de heredar de la víctima. Tampoco se permite la herencia cuando el difunto y uno de sus potenciales herederos son de religiones diferentes, pues no existe el lazo fraterno que sustenta la solidaridad y ayuda mutua. Un extraño a la familia, por otro lado, no tiene derecho de herencia.
Décimo quinto: Vigencia definitiva y permanente de las leyes de la herencia
Las leyes pertinentes a la herencia en nuestra religión son permanentes e insustituibles. Al-lah, con Su infinita sabiduría, nos ha prescrito un conjunto de leyes que no encierran grandes vacíos donde debamos arriesgar nuestras interpretaciones. Nosotros sabemos que los mandamientos de Al-lah son perfectos, y Él nos informó en el Corán que ha “perfeccionado nuestra religión”, dejándonos la certeza de que nuestras leyes son para ser practicadas por toda la humanidad por todos los tiempos venideros.
Las leyes de la herencia son una gran gracia de Al-lah para los musulmanes que muchas veces es infravalorada o desdeñada. Nos negamos a ver la inmensa gracia que encierran nuestras leyes de herencia hasta que llega el momento fatal en nuestra propia familia y debemos encarar la práctica de los mandamientos de la herencia en carne propia. Las leyes hereditarias del Islam no dejan lugar a peleas y conflictos en los momentos difíciles y dolorosos, y esto ayuda a preservar los lazos familiares.
El luto es un momento de pena en vez de envidias y disputas entre hermanos y hermanas; es un momento en que todos saben cuál es su parte por adelantado.
Tal misericordia dispuesta con tal minuciosidad para toda la humanidad debe conducirnos a meditar cuán generoso y compasivo es nuestro Creador con Sus siervos al ayudarlos a concentrarse en lo prioritario en momentos de luto en su familia.