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La Dawah de los Profetas (parte 2 de 2)

La Dawah de los Profetas (parte 2 de 2)

La misión de la Dawah no es algo fácil, y quienes se embarcan en este camino deben ser conscientes de que enfrentarán pruebas, tribulaciones, etc.; y deben ser conscientes de que las barreras fueron levantadas por los enemigos de Al-lah como un medio de obstruir el camino de la llamada al monoteísmo y contra sus anunciadores, y evitar que las personas se acerquen al camino recto y abandonen sus desviaciones. Esa es la larga historia de la humanidad, desde la época del Profeta Nuh, la paz sea con él, hasta nuestros días, llena de poderes dedicados a obstruir el camino de la Dawah hacia Al-lah, el Altísimo y Exaltado, siendo públicamente insurgentes e intimidantes, sin pudor ni escrúpulos ni discreción. El Profeta Nuh, la paz sea con él, permaneció entre su pueblo por mucho tiempo, pero sólo unos pocos creyeron en su llamada, los pobres y los débiles de entre su gente, mientras que los ricos y poderosos hicieron oídos sordos y menospreciaron al mensaje y al Mensajero. Así que los malvados fueron llevados por la inundación y recibieron el castigo de Al-lah, ya que fueron impíos y corruptores.

Ibrahim, la paz sea con él

Ciertamente, el Profeta Ibrahim, la paz sea con él, fue un musulmán verdadero, no se desvió del camino recto y evitó todo credo excepto el del Islam (se sometió a sí mismo sólo a Al-lah y siguió Sus mandamientos), y creyó que el Islam es el primer y último mensaje para toda la humanidad. Esta fue la creencia de aquellos que lo sucedieron de entre su descendencia: Ismail (Ismael), Iashaaq (Isaac), Yaqub (Jacob) y Al Asbat (los doce descendientes de Jacob que formaron las 12 tribus de Israel), la paz sea con ellos. Ellos pasaron este credo al Profeta Musa (Moisés) e Isa (Jesús), la paz sea con ellos, y el asunto concluyó con los descendientes musulmanes de Ibrahim, la paz sea con él.

La historia de Ibrahim, la paz sea con él, en el Noble Corán nos muestra que el desarrollo correcto de la vida, la costumbre de la moral, y los principios de comportamiento y ética, no pueden ser implementados y mantenidos con firmeza excepto si la Aqida (credo) conecta el espíritu con el cuerpo. De hecho, Ibrahim estaba en la cúspide de su juventud cuando Al-lah, el Altísimo y Exaltado, le brindó madurez y adultez, cuando denunció la adoración de ídolos y los destruyó. Él los ridiculizó y se mofó de ellos, y finalmente los rompió en pedazos. No sólo eso, sino que también ridiculizó la mentalidad de la gente, y se opuso a ellos, diciendo (lo que se interpreta en español): {¡Qué perdidos estáis vosotros con lo que adoráis en vez de Al-lah! ¿Es que no reflexionáis?} [Corán: 21:67]

A partir de entonces, su pueblo fue alcanzado por el orgullo, que los llevó a la ofensiva, tal y como ocurre con los tiranos opresores y a los impotentes por igual cuando no tienen pruebas ni fundamento alguno. Por ello, recurrieron a la fuerza atroz y tiránica, y a un castigo severo. Ellos le dijeron (lo que se interpreta en español): {¡Quemadle si es que os habéis propuesto defender a vuestros ídolos!} [Corán: 21:68]

Pero la misericordia de Al-lah y la asistencia para aquellos que llaman a otros hacia Él anularon totalmente lo que decían y anularon su plan (de lanzar a Ibrahim, la paz sea con él, a las llamas); Al-lah dice (lo que se interpreta en español): {Dijimos [es decir, Al-lah]: ¡Oh, fuego! Sé fresco y no dañes a Abraham} [Corán: 21:69]. Fijémonos en el “padre de los Profetas”. Sufrió muchas adversidades, pero fue paciente y fue recompensado por ello. A pesar de todos sus sufrimientos estaba agradecido, por lo que el final generoso (de este conflicto) fue apropiado para él debido a su paciencia digna. De su descendencia, lo mejor de las naciones fue enviado a la gente, guiando con el mandamiento de Al-lah, y estableciendo la legislación de Al-lah como orientación, guía y luz para la humanidad. Por lo tanto, una actitud similar debe ser mostrada por la gente que se dedica a la Dawah: ser paciente ante el rechazo y en el sufrimiento en el camino de Al-lah.


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