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Muhammad Al Qasim, un joven líder

Muhammad Al Qasim, un joven líder

 Al Hayyaay ibn Yusuf At-Thaqafis, gobernante de Irak, estaba sentado en su corte rodeado por sus dignatarios y los comandantes de su ejército (en calidad de jefe de las fuerzas armadas). Discutían los asuntos de estado intentando hallar soluciones a los problemas de la gente. Uno de los hombres de Al Hayyaay entró y le susurró algunas palabras, de modo que detuvo la conversación y dijo en voz alta: “¡Déjenlo entrar inmediatamente!”
El hombre entró con un mensaje y le dijo a Al Hayyay: “Este es un mensaje urgente que acaba de ser presentado por el mensajero de los territorios de Sindh”. Al Hayyay tomó el mensaje y comenzó a leerlo. Antes de terminar, se levantó abruptamente con ira. Los asistentes se inquietaron y uno de ellos dijo: “¡Quiera Al-lah rectificar tus asuntos! ¿Qué dice este mensaje que te ha molestado? ¿Le ha ocurrido algo malo al Califa Al Walid ibn `Abdul-Malik'? ¿Alguno de nuestros enemigos ha atacado alguna parte de nuestra tierra?”
Al Hayyay se mantuvo en silencio unos momentos y luego estalló en furia y comenzó a contarles el contenido del mensaje. Dijo: “El rey de la isla de Sri Lanka nos envió algunos barcos llenos de regalos. A bordo había algunas mujeres musulmanas. En su camino, algunos piratas de la ciudad de Daibul (un puerto en la desembocadura del río Sindh en Pakistán) los atacaron. Robaron los regalos y tomaron cautivas a las mujeres”.
Cuando Al Hayyay se calmó, escribió un mensaje a Daahir, rey de Sindh, exigiéndole que liberara a las mujeres Musulmanas, pero el rey fue incapaz de hacerlo. Él envió un mensaje a Al Hayyay contándole que las cautivas habían sido capturadas por ladrones famosos y que él no pudo rescatarlas. Al Hayyay no quedó convencido con la respuesta del rey de Sindh, así que intentó castigar a aquellos piratas y restablecer la dignidad de los musulmanes. Envió una expedición militar para combatir a los piratas, pero fueron vencidos por completo en tierras de Sindh. Entonces, envió otra expedición, pero ésta también falló en completar su misión.
Después del fracaso de sus expediciones, Al Hayyay se dio cuenta de que debía planear y preparar él mismo el ataque para que sus enemigos no subestimaran al Estado Musulmán. Intentó enviar un gran ejército a conquistar los territorios de Sindh, difundir allí el Islam, y ayudar a su pueblo a deshacerse de la injusticia de sus gobernantes. Al mismo tiempo, buscaba asegurar las fronteras del Estado Islámico y las rutas comerciales. Envió solicitud al Califa Omeya en Damasco, Al Walid ibn `Abdul-Malik', pidiéndole su permiso para preparar y equipar al ejército. A Al Hayyay le tomó algunos meses preparar el ejército y reclutar a miles de soldados valientes y experimentados. Los equipó con las armas más poderosas, suministros y alimentos suficientes para su expedición.
Después de preparar el ejército, comenzó a revisar los nombres de los líderes del ejército que tenía con el objeto de escoger a uno que pudiera cumplir con esta misión. Decidió entonces escoger a su primo, Muhammad ibn Al Qasim, cuya reputación había comenzado a aumentar a pesar de que aún era menor de 20 años. Era una estrella en ciernes que era conocido por su poder, valor y destreza en las estrategias de la guerra y la realización de campañas militares. Tenía la habilidad de llevar a los soldados a la victoria. Era paciente en la lucha y firme en el campo de batalla. Las noticias de que Muhammad ibn Al Qasim había sido escogido como comandante del ejército se propagaron, haciendo que los soldados fueran optimistas y confiaran en que Al-lah les daría la victoria. El joven líder comenzó a estudiar los preparativos del ejército, establecer planes militares, y explorar la posición del enemigo llegando a conocer sus puntos fuertes y débiles. Cuando estuvo seguro de que todo estaba listo, ordenó a sus soldados que partieran.
El ejército se dirigió hacia su objetivo, totalmente equipado y preparado a fondo. Los soldados iban gritando “Al-lahu Akbar” (Al-lah es el más Grande). Cuando el ejército llegó a Makran, descansaron algunos días. El joven líder comenzó a separar su ejército en dos divisiones. Una división se encaminó por tierra y la otra por mar.
Entonces, Muhammad ibn Al Qasim se dirigió a la ciudad de Daibul y la sitió. Todo esto ocurrió en Rabi’ Al Awwal del año 89 H. Al mismo tiempo, los buques de guerra islámicos que llevaban los soldados, provisiones y armamento arribaron. Ellos completaron el sitio a la ciudad. El líder ordenó a los soldados atacar la ciudad con catapultas y apuntarle al ídolo enorme que había sido adorado por el pueblo de la ciudad. Este ídolo era llamado Budh. El ídolo fue destruido bajo los disparos de piedras pesadas de las catapultas.
Los valientes soldados subieron los muros de la ciudad utilizando escaleras de cuerda. Después de tres días de sitio, los musulmanes fueron capaces de invadir la ciudad después que los soldados de Daahir –el rey de Sindh– escaparan.
Los musulmanes entraron a la ciudad y trataron a su pueblo con justicia y bondad. Muhammad ibn Al Qasim planeó establecer un campamento para los musulmanes en la ciudad y construyó una mezquita allí. También preparó la ciudad para que fuera una base marítima de los musulmanes en el Océano Índico.
Después que Muhammad ibn Al Qasim estuvo seguro de que la ciudad de Daibul era estable, dejó allí a algunas fuerzas islámicas. Luego llevó a su ejército a conquistar más ciudades. Ganó todas las batallas, pues sólo luchó para liberar a toda la gente de la esclavitud y la tiranía, y para implementar la justicia y difundir la paz y la seguridad.
La política de Muhammad ibn Al Qasim hacia el pueblo de Sindh alentó a mucha gente a unírsele. Conquistó todos los territorios de Sindh, uno tras otro, y no estuvo contento hasta que todo Sindh estuvo bajo el Estado Islámico. Luchó contra Dahir, que intentó emboscarlo arrastrándolo dentro de la ciudad para luego matarlo.
Muhammad ibn Al Qasim descubrió el plan del rey, así que preparó su propio plan que lo sorprendería. Cruzó el río de Mahran durante la noche con miles de sus soldados. Después de unas pocas horas, todo el ejército estaba en la otra orilla enfrentando al ejército de Dahir.
Por la mañana estalló la batalla y Dahir lideró a su ejército montando un elefante rodeado de otros elefantes. La batalla duró varias horas y los musulmanes se quedaron con la victoria. Dahir fue muerto y sus soldados de dispersaron y corrieron del campo de batalla.
Después de su gran victoria, Muhammad ibn Al Qasim continuó conquistando los territorios restantes de Sindh. Comenzó a establecer las bases del gobierno islámico. Extendió la justicia, de modo que el pueblo le dio la bienvenida y dieron su lealtad a los musulmanes que protegieron sus almas y su dinero. Muchos de ellos se hicieron musulmanes y su respuesta al Islam fue grande a pesar de sus diferentes orígenes sociales. Además del público, gobernadores, líderes, ministros y príncipes de diferentes áreas se hicieron musulmanes, como el príncipe Kakah ibn Jandar, el primo de Dahir el rey de Sindh.

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