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Él papel de las esposas del Profeta

El papel de las esposas del Profeta
A pesar del amor y afecto del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, por sus esposas, nunca comprometió por ellas los principios del Islam, pues ellas estaban para ayudar, servir e instruir al resto de los musulmanes, especialmente en asuntos de mujeres. Algunas personas superficiales se preguntan cómo pudo haber conseguido todo esto. Allí está pues la grandeza de la Profecía y el Mensaje y la superioridad de su personalidad.
 
Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, era un hombre único en cuya Misión Profética sus esposas creían y lo admiraban como un héroe, convivían con él como un esposo y lo seguían como un líder. Todas lo amaron y lo tuvieron en alta estima. Lo acompañaron a sus batallas y lo asistieron de corazón. Lo entretenían dedicadamente y satisfacían sus necesidades afectivas. Lo ayudaban a renovar sus fuerzas y a soportar su carga y cumplir con su llamado eterno. Cada una de sus esposas llegó a la Casa Profética orgullosa de estar casada con el Profeta elegido. Prefirieron vivir en su casa en vez de tener un reino lejos de él. Si se les hubiese dado la opción de compartirlo como esposo o tener una lujosa vida como esposa única lejos de él, lo habrían elegido a él.
 
Como dijimos antes, a pesar de sus muchas ocupacione y responsabilidades como jefe de estado, en el ejército o en lo judicial, él visitaba a sus esposas diariamente para cuidar de sus asuntos.
 
Las esposas del Profeta, que Al-lah Esté complacido con ellas, hábilmente sirvieron su causa y promovieron el Islam por muchos años después de su muerte. Alrededor de 2.210 hadices fueron narrados por ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella. El resto de sus esposas también relataron hadices y les enseñaron a los musulmanes su religión. De hecho, sus matrimonios con estas señoras fueron necesarios para que se pudieran transmitir los numerosos detalles de su vida privada a la comunidad para una mejor guía.
 
Sus enseñanzas fueron una lección de sabiduría para la humanidad toda, sin importar raza o credo. Qué gran sacrificio digno de un gran Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, el vivir su vida privada ante los ojos de la gente para que puedan imitarle y aprender de su perfecto ejemplo, que estaba bajo la guía divina de su Creador.
 
El número y la calidad de sus esposas son una clara prueba de su Profecía. Ellas venían de distintas comunidades, clases sociales y edades; sin embargo, vivieron felices a su lado de acuerdo a su principio de “lo que es poco y suficiente es mejor que lo que es mucho y distrae”. Todas ellas dedicaron sus vidas a Al-lah y a Su mensajero, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Vivieron vidas piadosas y eligieron la otra vida. Estaban todas bajo la guía divina.
 
Luego del fallecimiento del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, los Califas bien guiados les garantizaron buenas pensiones; pero ninguna de ellas usó el dinero en su propio beneficio, sino que lo donaron a los necesitados en la tradición que les legó su piadoso esposo. Las “Madres de los Creyentes” eran tenidas en gran estima y tratadas con gran respeto por todos los musulmanes. Sus funerales fueron presenciados por hombres piadosos y eminentes y por califas que portaban lentamente sus cadáveres en señal de respeto. Las “Madres de los Creyentes” quedarán como un digno ejemplo y enseñanza para las mujeres del mundo, que Al-lah Esté complacido con todas ellas
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Las enseñanzas de Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fueron una lección para el mundo entero y ese es el mayor logro, un milagro que las llamadas “naciones civilizadas” han tratado en vano de imitar. Y el corazón de este milagro son las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
 
Respecto a las personas que no quieren ver ni reconocer este hecho, pues no hay remedio para los ojos cerrados. Al-lah, el Altísimo, Dijo (lo que se interpreta en español): {Sus corazones están enfermos [de duda e hipocresía] y Al-lah Agravará aún más su enfermedad. Sufrirán un castigo doloroso por haber mentido.} [Corán 2:10]
 
Pero hay excepciones; Leonard, un eminente escritor, dijo: “Si alguna vez hubo un hombre que dedicó su vida al servicio de Dios con un corazón puro y grandes intenciones, pues seguramente que el Profeta de Arabia es ese hombre”.
 
 
 
 
 
 
 
 

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