Las alas del pájaro
Querido hermano, si quieres vivir bajo el amparo de tu Señor en este mundo y esperas estar a Su lado luego de haber pasado a la otra vida, debes acercarte a Al-lah tan rápido como te sea posible. No debes hacerlo caminando lentamente, sino rápidamente como un pájaro y volar en los cielos de la fe. Mientras más fuertes sean tus alas, más deseos podrás cumplir. Pero, ¿sabes dónde puedes encontrar tus alas?
Ibn Al Qaiem, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “El corazón, en su viaje hacia Al-lah, es como un pájaro: el amor es su cabeza, y el temor y la esperanza son sus alas. Cuando la cabeza y las alas están en armonía, el pájaro vuela con gracia. Si se corta la cabeza el pájaro muere. Si el pájaro pierde una de sus alas, se convierte en blanco para cualquier cazador o depredador”. [Madariy As-Salikin]
¡No puedes volar sin alas! ¡No puedes acercarte a tu Señor sin un corazón en el cual florezcan los valles del temor y la esperanza!
Estas son señales importantes en el camino de la educación hacia el cual Ibn Al Qaiem, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, nos dirige. Esto significa que un corazón que se mueve hacia Al-lah, el Todopoderoso, debe tener una estrategia que incluye dos elementos: el temor y la esperanza.
El cabello se vuelve blanco
Al meditar sobre las biografías de los Profetas y Mensajeros de Al-lah, la paz sea con todos ellos, encontraremos que tenían un gran temor de Al-lah, el Todopoderoso. El maestro de aquellos que temen al Señor del universo, el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se encuentra encabezando esta lista. Observemos estas palabras con las cuales él quiso expresar su temor a su Señor: “Yo veo lo que ustedes no ven y escucho lo que ustedes no escuchan. El cielo hace un sonido como gimiendo, y tiene el derecho de hacerlo, porque no hay espacio en él donde quepan cuatro dedos sin que no haya un ángel colocando su frente en postración a Al-lah. Por Al-lah, si ustedes supieran lo que yo sé, reirían poco y llorarían mucho, no disfrutarían de sus mujeres y saldrían por las calles suplicando a Al-lah” .
Fue narrado bajo la autoridad de Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, que Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “¡Oh, Mensajero de Al-lah, te han salido canas!” Él respondió: “Las Suras Hud, Al Waqi‘ah, Al Mursalat, An-Naba’ y At-Takwir, volvieron blanco mi cabello” . [Al Albani]
El temor a Al-lah debido al mensaje existente en esas Suras volvió blanco el cabello del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam.
Los herederos del temor (de Al-lah)
Los Compañeros del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, heredaron de él el temor de Al-lah. Describiendo esto, Ibn Al Qaiem, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “Reflexionando sobre la vida de los Compañeros, que Al-lah esté complacido con todos ellos, descubrimos que trabajaron duro y fueron muy temerosos de Al-lah, el Todopoderoso. Por el contrario, nosotros hacemos poco pero no tenemos temor de Al-lah. He aquí el ejemplo de As-Siddiq diciendo: ‘Desearía ser un cabello en el costado de un creyente’”.
Se narró también que él solía agarrar su lengua y decir: “Esta fue la razón detrás de mi destrucción”. Solía llorar frecuentemente y decía: “Llora, y si no puedes llorar, entonces haz como si lloraras”. [Ad-Da’ Wad-Dawa’ de Ibn Al Qaiem]
Se narró que Tamim Ad-Dari, que Al-lah esté complacido con él, una noche recitó la Sura “La Arrodillada”, y cuando llegó al versículo en el que Al-lah, el Todopoderoso, dice (lo que se interpreta en español): {¿Acaso quienes obran mal piensan que los consideraremos igual que a quienes creen y obran rectamente, tanto en esta vida como en la otra? ¡Qué mal que piensan!} [Corán 45:21], se mantuvo repitiéndolo y llorando hasta la mañana”. [Sifat As-Safwah de Ibn Al Yawzi]
Los virtuosos siguen el mismo camino
Fátima bint ‘Abdul Malik, esposa de Omar ibn ‘Abdul ‘Aziz, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, le dijo a Mughirah ibn Al Hakam: “Puede haber entre la gente quienes recen y ayunen más que Omar. Pero nunca he visto a nadie que tema a su Señor más de lo que Omar Le temía. Él solía realizar la oración del ‘Isha (la oración de la noche) y luego se sentaba en su lugar de oración, y suplicaba y lloraba hasta que quedaba dormido. Luego se despertaba y volvía a suplicar y llorar hasta que se quedaba dormido. Y continuaba haciendo lo mismo hasta la mañana”. [Siar A‘lam An-Nubala’ de Adh-Dhahabi]
Cierta vez, Omar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, lloró y entonces Fátima lloró y todos los habitantes de su casa también lloraron. Sin embargo, ninguno de ellos sabía por qué los otros estaban llorando. Cuando dejaron de llorar, Fátima dijo: “Oh, Líder de los creyentes, daría a mi padre y a mi madre en rescate por ti, ¿por qué estabas llorando?” Él respondió: “Recordé cuando la gente será dividida en dos grupos ante Al-lah, un grupo en el Paraíso y otro grupo en el Infierno”.
Al Marwazi dijo: “Cuando Abu ‘Abdul-lah, es decir, Ahmad ibn Hanbal, recordaba la muerte, era abrumado por las lágrimas. Solía decir: ‘El temor de Al-lah me impide comer y beber. Cuando recuerdo la muerte, todos los asuntos mundanales pierden su importancia ante mis ojos. Esta es sólo una comida inferior y una vestimenta inferior (comparada con las del Paraíso). Estos son sólo unos pocos días. Nada es seguro excepto la pobreza. Si pudiera, me iría (de este pueblo), para que nadie me conociera ni me elogiara’”. [Siar ‘Alam An-Nubala’ de Adh-Dhahabi]