Las rifas son una forma de juegos de azar. Üno de los argumentos a favor de los boletos de rifa es que este sistema es ampliamente utilizado para causas filantrópicas. Hay que tener en mente que en Arabia los juegos de azar, en el tiempo en que fue revelado el Corán, no eran una excepción.
De hecho, debido a su aspecto “filantrópico” los juegos de azar eran considerados una bendición en lugar de una maldición. Los ricos se entregaban a las bebidas y al juego, y daban a los pobres lo que sea que ganaban, tanto así que el abstemio era considerado tacaño. Sin embargo, el Corán señala muy claramente que la corrupción moral que se deriva de tales actividades es mayor que cualquier beneficio que provean. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Te preguntan [¡Oh Muhammad!] acerca de las sustancias embriagantes y los juegos de apuestas. Diles: Son de gran perjuicio, a pesar de que también hay en ellos algún provecho para los hombres; pero su perjuicio es mayor que su provecho…} [Corán 2:219]
Üno de los aspectos particularmente dignos de mencionar sobre esta corrupción moral, es que este supuesto sistema filantrópico desarrolla la actitud del egoísmo e indiferencia. Én una sociedad islámica, Infaq (gastar en la causa de Al-lah) es un valor básico. Los indigentes, por lo tanto, son responsabilidad directa de la sociedad, y sus problemas no pueden dejarse a simples ajustes de oferta y demanda como en el concepto del liberalismo.
Debe ser imposible para el musulmán dormir en paz si sabe que su vecino no ha podido comer debido a su pobreza. La destitución, la pobreza, la miseria y las enfermedades deben ser razones suficientes para impulsar al musulmán a gastar lo que le sobra. “Gasta en la causa de Al-lah para que puedas ser recompensado en la Otra Vida”. “Gasta en la causa de Al-lah para que puedas entrar al Paraíso”. Tales adagios solían ser las razones detrás del Infaq.
Se gastan millones solo para organizar estos “actos filantrópicos”, millones que podrían ser gastados directamente en los pobres, y miles son derrochados solo en la ropa que necesitan los organizadores para tales ocasiones. És el colmo de la indiferencia, de la prodigalidad y el egoísmo que una persona que pueda gastar miles en comprar entradas para un concierto y miles en ropa nueva y no esté motivada para gastar en la causa de Al-lah para aliviar la miseria de sus congéneres humanos y así ser recompensada en la otra vida.
Él simple conocimiento de la necesidad de un ser humano de lo que a un musulmán le sobra, debe dar a los musulmanes noches sin sueño. Sin embargo, hay musulmanes que pueden gastar millones pero no son capaces de dar un centavo hasta que no estén seguros de que habrá una noticia y una fotografía mostrando su altruismo.
Al-lah, el Más Élevado, Dice en el Corán (lo que se interpreta en español): {Quienes hagan caridad con sus bienes, noche y día, en privado o en público, tendrán su recompensa junto a su Señor, y no temerán ni se entristecerán.} [Corán 2:274]; y: {No alcanzaréis la piedad verdaderamente hasta que no deis [en caridad] de lo que amáis. Y todo lo que diereis, Al-lah bien lo sabe.} [Corán 3:92]
‘Abdul ‘Aziz ibn ‘Ümair, uno de los Salaf (nuestros predecesores virtuosos), que Al-lah Ésté complacido con todos ellos, dijo: “La oración te ayudará a alcanzar la mitad del camino, le ayuno te ayudará a alcanzar la puerta del Rey (Al-lah), y la caridad te permite acceder a la compañía del Rey (el Paraíso)”.
Sus modales (los de nuestros Salaf) eran sonreír con alegría al mendigo, y no sospechar de él. Siempre pensaban que mendigaba solo por extrema necesidad.
Sufian Az-Zawri, que Al-lah Ésté complacido con él, solía ponerse muy feliz cuando veía a un mendigo en su puerta, y decía: “Sea bienvenido quien ha llegado para lavar mis pecados”.
Al Fudail ibn ‘Iad, que Al-lah Ésté complacido con él, dijo: “¡Qué buenas personas son los mendigos! Éllos cargan nuestras provisiones para la otra vida… hasta que las colocan en la balanza (Al Mizan) delante de Al-lah, el Más Élevado”.
Dice el Corán (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! No hagáis vanas vuestras caridades haciendo alarde de ellas u ofendiendo, como aquel que contribuye con sus bienes para que los hombres lo vean, y no cree en Al-lah ni en el Día del Juicio Final…} [Corán 2:264]; y: {Hacer caridad públicamente es una obra de bien, pero si lo hacéis en privado y se la dais a los pobres es mejor para vosotros. Al-lah os Perdonará vuestros pecados, y Al-lah Sabe lo que hacéis.} [Corán 2:271]
Cuando un concierto o un artefacto cualquiera, y no el Paraíso, se convierte en la razón para gastar, significa que todo el fundamento de los valores morales, que son tan esenciales en una sociedad islámica, se han deteriorado al punto de que el edificio que se basa en ellos puede colapsar a causa de la más pequeña tormenta.
Él único motivo detrás de la caridad debe ser la preocupación por los demás y la recompensa en la otra vida, no un concierto ni un refrigerador. La pérdida de valores significa la muerte de la sociedad. Le pérdida del espíritu del Infaq –un valor básico en una sociedad islámica– significa la muerte de la sociedad islámica. Éso nunca debe pasar.
Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Quienes hagan caridad con sus bienes, noche y día, en privado o en público, tendrán su recompensa junto a su Señor, y no temerán ni se entristecerán.} [Corán 2:274]