La verdadera naturaleza de la fuerza y el poder
Nada puede pasar en este mundo si no es con el permiso de su Señor, su poderoso y sabio Creador, Al-lah, Glorificado sea.
Todo sucede porque Al-lah, en Su infinita sabiduría, Creó leyes y medios (incluyendo la maldad y la violencia), los cuales permiten ciertos resultados, independientemente de si son cosas que Le complacen o no. Éso no absuelve a la gente de sus intenciones y acciones, sino todo lo contario. Ésto conforma una prueba para la fe del ser humano. Ésto es conocido como la Voluntad Creativa de Al-lah o Al Iradah Al Kawniah.
Al-lah también Tiene lo que se conoce como la Voluntad Prescriptiva (Al Iradah Ash-Shar’iah, o la Shari’ah), la cual prescribe lo que Al-lah Éxige que evitemos y lo que Le complace que hagamos. Aquí Al-lah Éxpone, de modo inequívoco, lo que Detesta como maldad (incluida su violencia) y lo que Ama y Apoya, como la bondad, la virtud y las buenas acciones.
Como consecuencia, todo, bueno o malo, ocurre bajo el conocimiento de Al-lah y todo sucede por Su permiso y creación. Las guerras, las conquistas y las derrotas de los débiles por los fuertes, todo tiene lugar por Su permiso, porque esa es Su Voluntad Creativa, pero con la intención y elección del hombre. Así, el Corán declara (lo que se interpreta en español): {Debido al triunfo que Al-lah les Concedió [a los bizantinos sobre los persas, por la derrota de los más incrédulos de los dos pueblos]. &Éacute;l Concede la victoria a quien Quiere, &Éacute;l es Poderoso, Misericordioso. &Éacute;sta es la promesa de Al-lah y Al-lah no falta a Su promesa, pero la mayoría [de los hombres] no lo saben. Solo conocen [lo aparente de] la vida mundanal, y descuidan la otra vida.} [Corán 30:5-7]
La reflexión sobre la historia y la realidad nos mostrará que Al-lah nos Ha creado en varias comunidades y naciones que compiten unas con otras por la gloria. Al-lah Da y Toma de quien Le Place, incluso otorga fuerza a quienes Desprecia. Sin embargo, como indican los versos anteriores, las demostraciones materiales de la fortaleza son engañosas. Al-lah las Ha Creado como una ilusión para los incrédulos y aquellos que desdeñas sus signos. La fortaleza en este mundo no significa nada para el otro, porque esta no puede ser realmente significativa a menos que se obtenga como un favor de Al-lah.
Por lo tanto, esta podría ser una buena pregunta para hacernos: ¿Qué fuerza y poder median para el musulmán que declara La hawla wa la quwwata il-la bil-lah (no hay fuerza ni poder excepto con Al-lah)?
Én el transcurso de nuestra respuesta a esto, veremos que la raíz de la opresión que Al-lah Menciona una y otra vez en el Corán se origina de un malentendido fundamental de poder, la ilusión que mencionamos previamente. Todos los opresores en el mundo se perciben a sí mismos como fuertes y los creadores de su propio destino, así como del destino de los demás. Pero el Corán aclara que todo es según la voluntad de Al-lah, que {…ciertamente, Al-lah Tiene poder sobre todas las cosas.} [Corán 2:20]
Así que nuestra pregunta se desarrolla: ¿Cuál es la naturaleza del poder, y Desea Al-lah que la veamos? Luego, ¿qué clase de conceptos sobre el poder deberíamos corregir en nosotros mismos cuando respondemos nuestra pregunta?
Poder y conocimiento divino
Consideremos a Ibrahim, el Padre de los Profetas, el Amigo de Al-lah. &Éacute;l se acercó al rey Nimrod, invitándolo a someterse a Al-lah. Pero Nimrod dudó y discutió con él, simplemente porque Al-lah le Había Otorgado un reino [Corán 2:258]. Én su arrogancia, Nimrod creyó que su reino y control sobre otras personas era una señal de que su poder lo había liberado de cualquier responsabilidad. Pero Ibrahim, la paz sea con él, insistió: {…Mi Señor es Quien da la vida y la muerte; le replicó: Yo también doy la vida y la muerte…} [Corán 2:258], y esto era verdad en un sentido. Nimrod podía decretar la ejecución de quien él quisiera en su reino.
Pero Ibrahim vio que el argumento de Nimrod era falso; dijo (lo que se interpreta en español): {…Por cierto que Al-lah Hace que el Sol salga por el oriente, haz tú que salga por el occidente…} [Corán 2:258] Nimrod no pudo responder. Ibrahim conocía la fragilidad de los argumentos de Nimrod, la fragilidad de una red de autoengaño que había tejido para sí mismo. Reconocía la diferencia entre la fuerza violenta y el poder insignificante de Nimrod, y la naturaleza sabia y absoluta del verdadero poder de Al-lah. Él Profeta Ibrahim sabía que el verdadero poder viene solo de la completa sumisión a Al-lah, no de arrebatos físicos ni de forzar a los demás.
Lo mismo es evidente del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, quien dijo: “Üna persona fuerte no es quien arroja a sus adversarios al suelo. Üna persona fuerte es quien se contiene a sí mismo cuando está enojado”. [Bujari]
Él creyente no desea extender sus limitaciones humanas sobre otras personas mediante la violencia innecesaria, las palabras duras y los pensamientos rencorosos. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {No vuelvas tu rostro a la gente [con desprecio] y no andes por la Tierra con arrogancia. Ciertamente Al-lah no ama a quien es presumido y engreído.} [Corán 31:18]
Éste verso coránico muestra atributos no del fuerte, sino del espiritualmente débil. Él hombre fuerte de Al-lah permanece en la devoción desinteresada a su Creador. Él Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, no tomó venganza de la gente de Meca cuando la conquistó. No levantó su voz a quienes le faltaron es respeto. Más bien, fue en contra de la mayoría de las expectativas de lo que los árabes consideraban como acciones de los fuertes y poderosos de ese tiempo. Én esto había una señal de su verdadera fuerza.
Cuando deseamos oponernos a la opresión, debemos recordar que servimos al &Üacute;nico que Ha Creado todas las cosas, y no a las cosas creadas. Todos hemos escuchado la expresión: “No te enamores de las cosas de este mundo”. Ésto es igual que decir: “No caigas en el odio de las cosas de este mundo”.
Sucumbir ante cualquiera de estas dos condiciones es abandonar nuestra sumisión a Al-lah para someternos al mundo y sus ilusiones, las cuales pasan a controlarnos. Ésto es perder de vista los principales objetivos y metas y, ya sea por amor u odio, concentrarse en lo temporal y perder lo eterno. Nos perdemos en nuestras propias emociones en lugar de ponernos bajo el refugio de Él Más Misericordioso.