La ecología y los valores islámicos (parte 3 de 4)

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Tawhid y ádl: Ünidad y justicia
Él Tawhid o monoteísmo (la creencia en que Al-lah es uno) es central al mensaje coránico, y con dicha unidad viene la justicia perfecta. La idea de que todo en este mundo, y de hecho, todo en todos los muchos mundos que nos rodean en el espacio-tiempo, y quizás en otras dimensiones también, proviene de una fuente única, es un mensaje poderoso de unidad. Dado que todos nosotros y todo cuanto nos rodea somos creaciones de un único Creador, Al-lah, debemos respetar la unidad oculta que une todo con “Él Üno”, y reconocer que cualquier cosa que hagamos con aquello que es externo a nosotros mismos, en última instancia, nos lo estamos haciendo a nosotros mismos. Si abusamos de otras personas, estamos abusando de nosotros mismos, aunque los efectos completos de dicho abuso puedan no ser evidentes hasta el último día. Del mismo modo, si abusamos de la naturaleza estamos abusando de nosotros mismos, y las consecuencias de dicho abuso se sentirán plenamente al final, y Al-lah dispensará justicia perfecta cuando regresemos a &Éacute;l. Aquellos que rechazan este conocimiento racionalizan su comportamiento diciendo: “Bueno, no voy a frenar mi forma de vida derrochadora ahora, porque esta catástrofe que predices probablemente no ocurrirá mientras viva”. Ésa gente cree que no sufrirá todas las consecuencias de sus actos. Pero el Corán se erige como advertencia clara de que ese no es el caso, amplificando la voz interior de la consciencia que Al-lah construyó en nuestra naturaleza más profunda. Y podemos ver en el Corán que Al-lah dice: {Todos serán retribuidos según sus obras. Comparecerán ante Dios, su verdadero Señor, y sus mentiras se desvanecerán} [Corán 10:30].
Zuhud: Renuncia o ascetismo
Zuhud es una palabra especialmente difícil de traducir, debido a que la más cercana en español es ascetismo, que conlleva rastros de intentos cristianos de “mortificar la carne”. La mortificación implica una autotortura dirigida a hacernos sentir repulsión por nuestra existencia física, terrenal. Él Islam, en cambio, no tiene esa tradición de autotortura. Én lugar de ello, zuhud describe un enfoque equilibrado y juicioso de abstenerse de los excesos de la facilidad, la comodidad y la búsqueda del placer, con el fin de separar el alma de las posibles adicciones y dirigirla hacia Al-lah. Él desapego sabio del zuhud está destinado a ser practicado no solo por unos cuantos monjes que se autoflagelan y usan cilicios, sino por todos los musulmanes. És por ello que ayunar en el mes de Ramadán es un requisito universal y no una opción: Él ayuno es una lección perfecta sobre moderación y autocontrol, así como sobre compasión por los menos afortunados. Éste zuhud universal puede, si Al-lah quiere, ayudarnos a crear un mundo realmente sostenible, sanando el orden actual tanto a nivel espiritual como físico, dos niveles que están íntimamente interconectados. Él zuhud nos enseña que renunciar a nuestros excesos es una bendición, no una maldición, en especial si lo hacemos voluntariamente en lugar de esperar a que los límites naturales establecidos por Al-lah lo hagan por nosotros. Al practicar el zuhud estamos siguiendo una Sunnah muy importante, ya que si bien el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, era el líder de una comunidad poderosa y en rápida expansión, vivió y murió en una casa pequeña y apenas amueblada, sin dejar virtualmente ninguna posesión material. &Éacute;l era moderado en su consumo de comida y bebida, cuidadoso de no desperdiciar ni una gota de agua al realizar sus abluciones, ayunaba con frecuencia y oraba con devoción tarde en la noche. Oremos para que la humanidad descubra pronto la sabiduría de su ejemplo.
Fard: Obligación
Él Islam prescribe ciertas obligaciones específicas: dar testimonio de que no hay nada ni nadie merecedor de adoración excepto Al-lah y de que Muhammad es el Mensajero de Al-lah; orar, dar limosna, ayunar y realizar la peregrinación, son las más conocidas. Él fard ha sido visto por algunos eruditos como un concepto que implica obligaciones generales y específicas, es decir, obligaciones provenientes de Al-lah que pueden no ser específicas, de modo que la comunidad debe cumplirlas en su conjunto: ser caritativos, justos y misericordiosos, recordar a Al-lah, poner a la familia, la comunidad y el planeta por encima de uno mismo, etc., pueden ser vistas como obligaciones en un sentido general. Én el sentido legal más común y específico de fard, hay obligaciones que incumben a todos (fard al ain) y otras que pueden ser cumplidas por algunos de los miembros de la comunidad (fard al kifaya). Dado que dichas obligaciones provienen de Al lah, exigen ser tomadas en serio. Así, la cosmovisión islámica subraya la noción de obligación, en contraste con la preocupación occidental por el individualismo y los derechos a expensas de las obligaciones y responsabilidades. La noción de obligación es obviamente esencial a cualquier intento serio de salvar el medio ambiente. Si somos gobernados por el principio de los “derechos” individuales, no podremos limitar “derecho” de nadie a consumir más y más bienes materiales, talar bosques, cavar minas, exterminar animales, arrojar contaminantes y devastar ecosistemas en búsqueda de dichos bienes. Üna ética construida sobre obligaciones antes que derechos, como la ética islámica, parece más adecuada para un mundo en el que hay más de siete mil millones y medio de personas persiguiendo su “derecho” al consumo material ilimitado, condenando al planeta en su conjunto. Én particular, la obligación de los afortunados de cuidar a los menos afortunados, debe ser reconocida universalmente si queremos limitar el consumo planetario de una manera humana y racional. És claro que la ética islámica de la obligación es muy adecuada para salvar el mundo corrigiendo la ética occidental desequilibrada de los “derechos”, en particular la ética consumista estadounidense, cuyo resultado final es el derecho de los ricos y poderosos al consumo ilimitado de los recursos del planeta. 

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